VI domingo del tiempo ordinario. A
Cómo establecer las relaciones humanas
La Palabra: “Si al llevar la ofrenda al altar te acuerdas de que tu hermano tiene
algo contra ti, deja allí tu ofrenda en el altar, vete a reconciliarte con tu hermano y
después presentas tu ofrenda” (evangelio).
1. Las lógicas comercialista y legalista con frecuencia también inspiran y
determinan nuestras relaciones humanas. La lógica de compra-venta hace que
miremos al otro y entablemos relación con él en la medida en que podamos sacar
algún beneficio económico. Y así fácilmente nos acomodamos al cumplimiento de
unas normas establecidas para no incurrir en sanciones legales. Es una conducta
según “la justicia de escribas y fariseos” que Jesús denunció con dureza. Fomenta
la codicia y genera exclusión en los más débiles.
2. El evangelio va más al fondo. Las relaciones humanas deben funcionar según la
nueva justicia, que brota de un corazón apasionado por la dignidad sagrada de todo
ser humano y por rectificar lo torcido. La nueva justicia no es compatible con el
enfrentamiento que margina y excluye al otro; no es suficiente respetar la vida del
otro porque lo prohí-ben las leyes que a los infractores imponen castigo; la nueva
justicia implica la continua reconciliación con el otro; ni basta no apropiarse de lo
ajeno por miedo al castigo del juez; el deseo de apropiarse de lo ajeno ya es
incompatible con un corazón transformado por la nueva justicia.
3. Si al llevar tu ofrenda al altar, te acuerdas de que tu hermano tiene algo contra
ti, “vete primero a reconciliarte con tu hermano”. Dos sugerencias. Primera, no dice
“si tú tienes algo contra tu hermano”; dice “si tu hermano tiene algo contra ti”. ¿No
tendrá contra nosotros algo quien malvive en la miseria mientras nosotros
seguimos en nuestra comodidad insensibles al sufrimiento de los pobres? Sin duda
el pecado que más destrozos genera en nuestra sociedad es el de omisión; la
cerrazón individualista y el desentendimiento ante la miseria que a tantos impide
vivir como personas. Segunda, es inútil la pretensión religiosa de una relación con
Dios si no tratamos de sanear nuestras relaciones humanas. Solo en la humanidad
podemos vislumbrar y gustar la presencia de lo sagrado. Con esta visión evangélica
Santiago escribió: “la religión pura ante Dios Padre es visitar a los huérfanos y a las
viudas en sus tribulaciones”. En las relaciones humanas entabladas en la
misericordia y en la justicia inspirada en la dignidad inviolable de toda persona
humana se prueba la verdad de todas las prácticas y manifestaciones religiosas
Fray Jesús Espeja, OP
Con permiso de Palabranueva.net