Palabra de Dios
para alimentar tu día
Fr. Nelson Medina F., O.P
Tiempo Ordinario, Año Par,
Semana No. 5, Viernes
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Lecturas de la S. Biblia
Temas de las lecturas: Se independizó Israel de la casa de David * Yo soy
el Señor, Dios tuyo: escucha mi voz. * Hace oír a los sordos y hablar a los
mudos
Textos para este día:
1 Reyes 11,29-32;12,19:
Un día, salió Jeroboán de Jerusalén, y el profeta Ajías, de Siló, envuelto en un
manto nuevo, se lo encontró en el camino; estaban los dos solos, en descampado.
Ajías agarró su manto nuevo, lo rasgó en doce trozos y dijo a Jeroboán: "Coge diez
trozos, porque así dice el Señor, Dios de Israel: "Voy a arrancarle el reino a
Salomón y voy a darte a ti diez tribus; lo restante será para él, en consideración a
mi siervo David y a Jerusalén, la ciudad que elegí entre todas las tribus de Israel.""
Así fue como se independizó Israel de la casa de David hasta hoy.
Salmo 80:
No tendrás un dios extraño, / no adorarás un dios extranjero; / yo soy el Señor,
Dios tuyo, / que te saqué del país de Egipto. R.
Pero mi pueblo no escuchó mi voz, / Israel no quiso obedecer: / los entregué a su
corazón obstinado, / para que anduviesen según sus antojos. R.
¡Ojalá me escuchase mi pueblo / y caminase Israel por mi camino!: / en un
momento humillaría a sus enemigos / y volvería mi mano contra sus adversarios.
R.
Marcos 7,31-37:
En aquel tiempo, dejando Jesús el territorio de Tiro, pasó por Sidón, camino del
lago de Galilea, atravesando la Decápolis. Y le presentaron un sordo que, además,
apenas podía hablar; y le piden que le imponga las manos. Él, apartándolo de la
gente a un lado, le metió los dedos en los oídos y con la saliva le tocó la lengua. Y,
mirando al cielo, suspiró y le dijo: "Effetá", esto es: "Ábrete". Y al momento se le
abrieron los oídos, se le soltó la traba de la lengua y hablaba sin dificultad. Él les
mandó que no lo dijeran a nadie; pero, cuanto más se lo mandaba, con más
insistencia lo proclamaban ellos. Y en el colmo del asombro decían: "Todo lo ha
hecho bien; hace oír a los sordos y hablar a los mudos."
Homilía para leer
Temas de las lecturas: Se independizó Israel de la casa de David * Yo soy el
Señor, Dios tuyo: escucha mi voz. * Hace oír a los sordos y hablar a los mudos
1. División consumada
1.1 El breve texto de la primera lectura de hoy es en realidad el epílogo amargo de
una historia que parecía merecer otro final. Después de la calidad de amor y
oración que hemos visto brotar del corazón de David; después de la magnificencia
del reinado de Salomón lo único que nos encontramos hoy es una escena desabrida
y la música destemplada del cisma. Jeroboam viene a ser un oportunista aquí, y su
oportunidad ha llegado para alzarse con el trono del que será el Reino del Norte.
1.2 Para ser justos hay que reconocer que Jeroboam no fue el que creó esa división
entre las diez tribus del Norte y las dos del Sur. Más bien los historiadores tienden a
decir hoy que incluso antes de llegar a Egipto, los antiguos hebreos, lo que la Biblia
presenta como la familia de Jacob, ya tenía esa tensión, de modo que el desierto y
la lucha contra los enemigos comunes, los filisteos, en realidad vinieron a servir
como de frenos a las divisiones internas. Paradójicamente, una vez consolidada una
nación, cuando ya la amenaza exterior disminuía su importancia, resurgió el recelo
intestino y los del Norte buscaron pretextos para su añorada independencia.
1.3 No hay que negar lo razonable de estas hipótesis de historiadores pero la
enseñanza fundamental no viene de esa clase de datos, a pesar de lo interesantes
que son. De todo esto podemos aprender que las codicias, y en general los
pecados, nunca mueren mientras estemos en esta vida. A veces, según eso, es
mejor tener dificultades y no pecados.
2. Un modo extraño de milagro
2.1 En el pasaje del evangelio de hoy hay muchas cosas bellas que meditar: el
poder de Cristo, su misericordia, la alabanza que despierta en la multitud, resumida
en esa expresión elocuentísima: "¡Todo lo ha hecho bien!" (Mc 7,37).
2.2 Esta vez, sin embargo, queremos dirigir brevemente nuestra atención al modo
del milagro. Repasemos el texto mismo: "Le llevaron un hombre que era sordo y
apenas podía hablar y le suplicaban que impusiera sobre él la mano. Jesús lo apartó
de la gente y, a solas con él, le metió los dedos en los oídos y le tocó la lengua con
saliva. Luego, levantando los ojos al cielo, suspiró y le dijo: ¡Effetá! (que significa:
ábrete)" (Mc 7,32-34).
2.3 Los que traen al enfermo ya tienen una idea definida del milagro que quieren:
"le suplicaban que impusiera sobre él la mano". Jesús ve o presiente algo distinto,
pues "lo apartó de la gente". Es como si la sordera de ese pobre tuviera que ver
con la sobrecarga de voces de la multitud. A veces oír a todos es oír a nadie.
2.4 Jesús no le impone la mano, un gesto usual en muchas sanaciones. Su acción
es dramática: mete sus dedos en los oídos y toca la lengua del hombre con su
propia saliva. Casi sentimos asco, pero no nos dejemos llevar por esa primera
impresión. Jesús no es un actor: está utilizando no el lenguaje que los demás
pueden entender sino el lenguaje que el sordomudo, que no sabe para qué lo llevan
adonde lo llevan, puede entender. Con sus dedos y su saliva Jesús le está hablando
a él; no lo trata como un "objeto" sobre el que otros disponen: "haz que oiga; haz
que hable". Lo trata como un sujeto con el que establece una comunicación
apropiada a las posibilidades del enfermo. ¿No es bello?