VI Semana del Tiempo Ordinario (Año Par)
Martes
a.- St.1, 12-18: Dios no tienta a nadie.
b.- Mc. 8, 13-21: Tened cuidado de la levadura de los fariseos y de
Herodes.
El evangelio parece un diálogo de sordos, y termina siendo un monólogo de Jesús.
Mientras el Maestro les habla que se cuiden de la levadura de los fariseos y de
Herodes, los apóstoles están preocupados del pan; habían olvidado traer pan para
la travesía. Llevaban uno sólo en la barca (n.14). Jesús ha dado de comer a tantos,
es el que alimenta a la muchedumbre, es Aquel en quien se encuentra la salvación.
Van de viaje y no llevan alimentos: el pan que llevan es Jesús. Precisamente
relacionado con el pan, ÉL les habla de la levadura; el pan alude a su doctrina, la
levadura en cambio, al impulso malo que nace en el interior del corazón del
hombre. Es un sentimiento pernicioso, que puede contagiar a los demás y crecer,
como la levadura, que hace crecer la masa. Ahora les advierte de la peligrosa
doctrina de los fariseos, y del rey Herodes. Resulta llamativo que sean presentados
juntos; es porque ambos rechazan a Jesús, mientras los fariseos quieren signos de
otra naturaleza, Herodes, por evitarse problemas políticos, no quiere tenerlo cerca
de Jerusalén, distintas motivaciones pero una sola actitud de rechazo a Jesús y su
misión (cfr. Mc.3,6;6,14-29). Los apóstoles están tan sumergidos en sus
pensamientos terrenales, que Jesús les reprocha no haber entendido nada de
cuanto ha realizado, cuando lo que quiere es prepararlos para pensar en la misión
de Jesús. Los está mirando casi como incrédulos y extraños (vv.17-21; cfr. Mc.4,2),
sin embargo, los lleva a reflexionar. Pasa a recordarles las dos multiplicaciones de
los panes, el número de panes, los destinatarios y cuantos canastos se recogieron
de sobras. ¿Qué sentido encierra esto? Hubo dos multiplicaciones, como ahora hay
dos comunidades, la judía y la gentil, pero quiere insistirles que el Evangelio se
encamina hacia éstos últimos. Les previene de no sufrir un naufragio en la fe y
eviten el endurecimiento del corazón en que han caído los fariseos y Herodes
(cfr.Jr.5, 21; Ez.12,2). Recordemos, que Jesús parte el pan para los hombres y
mujeres que le escuchan y siguen, no sólo los multiplica, lo que evoca una Cena o
Eucaristía en ambas multiplicaciones (cfr. Jn. Jr. 5, 21; Ez. 12, 2). Desde ahora
Jesús es el único Pan que baja del cielo y alimenta a toda su comunidad eclesial
en la Eucaristía.
Teresa de Jesús vivió los tiempos en que se discutía sobre la presencia eucarística,
comentando el Padre Nuestro enseña a sus lectores que pidamos al Padre este Pan
que sacia toda necesidad: “Pedid vosotras, hijas, con este Señor al Padre que os
deje a vuestro Esposo, que no os veáis en este mundo sin EL; que baste para
templar tan gran contento que quede tan disfrazado en estos accidentes de pan y
de vino” (CV 34,3)
Padre Julio Gonzalez Carretti OCD