“Yo no he venido a abolir, sino a dar cumplimiento. Les aseguro que no
quedarán ni una i ni una coma de la Ley sin cumplirse”
Mt 5, 17-37
Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant
Lectio Divina
1. DIOS, QUE LO “VE TODO”
« Pondré mi Ley en su interior, la escribiré en su corazón» (Jr 31,33). Si escudriñamos
qué esconde la profundidad de nuestro corazón, si nos empleamos a fondo para
descifrar lo escrito por una mano sabia y discreta, descubrimos que «lo que el ojo
no vio», a veces misterioso hasta para nosotros, Dios lo ha preparado, lo ha
diseñado, como un proyecto viable para nuestra vida; un proyecto que nos invita a
vivir la única ley que nos hace libres, la del amor. Guiados por el Espíritu vivimos
en el mundo anunciando una «Buena Noticia» que nos anima a vivir como
cristianos adultos, a superar esas fallas de madurez que podrían llevamos a una fe
construida sobre una obediencia estéril y formal: «Cuando yo era niño, hablaba
como niño, razonaba como niño; al hacerme hombre, he dejado las cosas de niño»
(1 Cor 13,1 1). Iara entrar en el Reino de los Cielos, Jesús pide una justicia superior
a la observancia mecánica y desencarnada; solicita una adhesión capaz de
interiorizar la norma y manifestar las verdaderas intenciones del corazón.
Esta nueva justicia transforma las dimensiones más profundas y personales de la
relación con Dios en la cualidad de las relaciones que el discípulo establece con los
hermanos. Dios «conoce las acciones de los hombres» y sabe que en una ofensa
también se puede ocultar la voluntad de destruir al otro, que en una mirada, a
veces, está latente el deseo de poseer, incluso con prepotencia, lo que no nos
pertenece. Dios, que lo «ve todo», no acepta que el hombre reemplace con
prácticas cultuales la exigencia de construir caminos de reconciliación, porque la
misericordia vale más que los sacrificios.
Vivir según este estilo de vida nuevo, que Jesús ha inaugurado y que el Espíritu
mantiene vivo, significa comprender la voluntad de Dios inmersos en la lógica del
mundo, una lógica que parece sobrepasar la sabiduría oculta en nuestro interior.
Entre el «sí» al camino evangélico y el «no» pronunciado a los «dominadores de
este mundo», entre la vida y la muerte, pidamos que nuestra elección sea sin
titubeos, inclinada al compromiso y no confusa o tibia.
ORACION
Padre, Dios del cielo y de la tierra, te alabamos por el misterio escondido en tu Hijo,
Jesús. Él se ha hecho uno de nosotros, ha compartido nuestra vida, se ha mostrado
atento a nuestras necesidades y ha cargado con nuestros pecados. Dios
misericordioso, quieres que seamos un pueblo libre, libre para amar, y por eso —en
Cristo— nos entregas una nueva Ley escrita en el corazón del hombre. Tú lo ves
todo, sondeas y conoces nuestros pensamientos y sabes leer nuestras más secretas
intenciones en los gestos que realizamos. No queremos sentirte como un huésped
indeseado que viola nuestra intimidad, sino como el amigo que nos brinda la mano
para llevarnos hasta la vida eterna. Con la libertad de los hijos de Dios zarparemos
mar adentro y, guiados con tu Palabra y el Espíritu, marcaremos la ruta de la
verdadera paz.