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Domingo 7A TO
“Amen a sus enemigos” (Mt 5, 38-48)
(Diálogo sobre el Evangelio de hoy: Perfectos)
José Martínez de Toda, S.J. ( martodaj@gmail.com )
¿Cuánto me puedo vengar?
Nada más ajeno a Jesús. Ninguna venganza. Todo lo contrario.
Los antiguos abusaban en sus venganzas. Si uno robaba una hectárea, el ofendido le
robaba diez hectáreas para que escarmentara y no volviera a hacerlo.
Para poner algo de orden a estas exageraciones, surgió la Ley del Talión, que decía:
Ojo por ojo, y diente por diente ” (v. 38), es decir, sólo te vengarás con algo igual.
Al menos tenía la ventaja de que un pobre podía reclamar ante un rico lo equivalente
de lo que éste le robara.
La Ley del Talión aparece en el Código de Hammurabi, rey babilónico que codificó
una serie de leyes en el siglo XVIII antes de Cristo y las preservó en una stela (un pilar). Esa
stela fue descubierta en 1901 y hoy se encuentra en el Museo del Louvre (París). La Ley del
Talión se practicó mucho tiempo antes de que Hammurabi lo mandara tallar en piedra.
Los judíos incorporan la Ley del Talión al Antiguo Testamento. Con el pasar del
tiempo, en Israel se permitió que la persona herida recibiera compensación monetaria en vez
de devolver la herida al agresor.
Algo se avanza también cuando los cristianos resuelven sus problemas entre ellos, sin
tener que acudir a los tribunales públicos (1 Corintios 6:5-7), como se hace en las familias
bien arregladas. Pero Jesús establece el ideal definitivo para sus verdaderos seguidores:
eliminar toda venganza.
¿Qué ejemplos concretos pone Jesús?
Jesús utiliza cinco ejemplos :
1- Si te hirieren en tu mejilla diestra, vuélvele también la otra ” (v. 39b). Ese
golpe en la mejilla derecha se daba con la mano izquierda o con la mano al revés;
lo que para los antiguos era un grave insulto, además del dolor y susto que
suponía. Cualquier cosa hecha con la mano izquierda era indigna. Aun así, Jesús
pide que no nos venguemos.
2- Y al que quiera quitarte tu camisa, déjale también el abrigo ”. Debemos dar
más de lo que nos pidan.
3- “ Y a cualquiera que te obligue a llevar una carga por kilómetro y medio, llévala
pot tres kilómetros ”. La ley romana permitía que sus soldados y otros oficiales pudieran
obligar a una persona a que llevara una carga por esa distancia. Por ejemplo, Simón de Cirene
fue obligado a llevar la cruz de Jesús bajo esa provisión (27:32). Jesús pide que no nos
envenenemos con resentimiento, sino que llevemos la carga más allá de lo legal.
4- “ Al que te pidiere, dale ”.
5- “ Y al que quisiere tomar de ti prestado, no se lo rehúses ” (v. 42). De nuevo, la
idea es dar más de lo requerido con generosidad.
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Tales declaraciones de Jesús son asombrosas y llamativas. Son algo más que el
lenguaje de un poeta… Es el comienzo de unas nuevas relaciones en la humanidad.
Con esto no se trata de que el ladrón y el abusador se aprovechen de uno.
¿Qué hacer con los enemigos?
Jesús continúa con más sorpresas: " Han oído que se dijo: ‘Amarás a tu prójimo y
odiarás a tu enemigo’. Pues yo les digo: Amen a sus enemigos y rueguen por los que os
persigan”. Aquí está el criterio principal del amor.
¿Qué tipo de amor nos pide Jesús?
En griego hay tres palabras para amor: eros, philos, y ágape .
Eros es el amor romántico y sexual. Esta palabra no se utiliza en el Nuevo
Testamento. Philos es el amor fraterno. Se usa de vez en cuando en el Nuevo Testamento.
Ágape es el amor divino y generoso que hace lo necesario para asegurar el bienestar
de su objeto. Ágape es el amor con que Dios nos ama, es el amor de una madre para su hijo,
es el amor que hace que un adulto arriesgue su vida para salvar a un niño que se ahoga.
Ágape se utiliza frecuentemente en el Nuevo Testamento.
Ágape es el amor que Jesús quiere que tengamos para nuestros enemigos.
Ágape busca ayudar al prójimo a mejorar su situación, aunque no nos lo agradezca.
Jesús pide que mostremos ágape hacia nuestros enemigos “ para que (seamos) hijos de
(nuestro) Padre que está en los cielos ” (v. 45), es decir, para así actuar como verdaderos hijos
e hijas de nuestro Padre Celestial, que también ama a sus enemigos.
Jesús pide que agrademos a nuestro Padre amando a nuestros enemigos.
Dios hace que su sol salga sobre malos y buenos, y que llueva sobre justos e
injustos ” (v. 45b). Ni el sol ni la lluvia respetan nuestras líneas de propiedad.
Algunas personas trabajadoras, honestas y bondadosas tienen mucho éxito, pero a
otros no les va nada bien. Hay canallas que se enriquecen, viven vidas largas y saludables, y
en sus funerales tienen a muchos que se lamentan (o que quizá solo observan). Podemos
creer que no hay justicia, pero Dios dispone de toda la eternidad para hacerla.
Porque si amaren a los que les aman, ¿qué recompensa tendrán? ¿No hacen
también lo mismo los publicanos ? Y si Vds. abrazan a sus hermanos solamente, ¿qué hacen
de más? ¿No hacen también así los Gentiles ?” (v. 46-47).
El saludo judío, shalom (paz), transmite una bendición de Dios, y es algo más que un
saludo superficial. ¡Qué bueno darlo a los desconocidos también, como en la Misa!
Dios espera que nosotros – sus hijos – hagamos más de lo que hace la gente común y
corriente. Dios espera que demos la bendición a nuestros enemigos.
¿Qué modelo nos pone Jesús?
Nada menos que su mismo Padre: “ Sean perfectos como es perfecto su Padre
celestial.” Aquí ‘perfecto’ se traduce como ‘maduro, entero’ es decir, “que ama sin
límites”… Jesús no pretende frustrar a sus oyentes con un ideal inalcanzable; en cambio, les
reta a crecer en obediencia a la voluntad de Dios – a hacerse más como Él.
Es la meta que Dios quiere que alcancemos. Igual que somos creados según la imagen
divina, así podemos imitar la sinceridad moral de Dios. Pero también es una promesa de que,
por la gracia de Dios, lo imposible será posible. En el nuevo mundo, Dios regenerará todas
las relaciones. El Jesús de Mateo instruye a los discípulos para que vivan en el presente,
sacando fuerzas del nuevo mundo que ya está en función.