Palabra de Dios
para alimentar tu día
Fr. Nelson Medina F., O.P
Tiempo Ordinario, Año Par,
Semana No. 6, Viernes
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Lecturas de la S. Biblia
Temas de las lecturas: Lo mismo que un cuerpo sin espíritu es un cadáver,
también la fe sin obras * Dichoso quien ama de corazón los mandatos del Señor. *
Tomar la cruz y seguir a Jesús
Textos para este día:
Santiago 2,14-24.26:
¿De qué le sirve a uno, hermanos míos, decir que tiene fe, si no tiene obras? ¿Es
que esa fe lo podrá salvar? Supongamos que un hermano o una hermana andan sin
ropa y faltos del alimento diario, y que uno de vosotros les dice: "Dios os ampare;
abrigaos y llenaos es estómago", y no les dais lo necesario para el cuerpo; ¿de qué
sirve? Esto pasa con la fe: si no tiene obras, por sí sola está muerta. Alguno dirá:
"Tú tienes fe, y yo tengo obras. Enséñame tu fe sin obras, y yo, por las obras, te
probaré mi fe."
Tú crees que hay un solo Dios; muy bien, pero eso lo creen también los demonios,
y los hace temblar. ¿Quieres enterarte, tonto, de que la fe sin obras es inútil? ¿No
quedó justificado Abrahán, nuestro padre, por sus obras, por ofrecer a su hijo Isaac
en el altar? Ya ves que la fe actuaba en sus obras, y que por las obras la fe llegó a
su madurez. Así se cumplió lo que dice aquel pasaje de la Escritura: "Abrahán creyó
a Dios, y esto le valió la justificación." Y en otro pasaje se le llama "amigo de Dios".
Veis que el hombre queda justificado por las obras, y no por la fe sólo. Por lo tanto,
lo mismo que un cuerpo sin espíritu es un cadáver, también la fe sin obras es un
cadáver.
Salmo 111:
Dichoso quien teme al Señor / y ama de corazón sus mandatos. / Su linaje será
poderoso en la tierra, / la descendencia del justo será bendita. R.
En su casa habrá riquezas y abundancia, / su caridad es constante, sin falta. / En
las tinieblas brilla como una luz / el que es justo, clemente y compasivo. R.
Dichoso el que se apiada y presta, / y administra rectamente sus asuntos. / El justo
jamás vacilará, / su recuerdo será perpetuo. R.
Marcos 8,34-9,1:
«Y llamando a la gente a que se reuniera con sus discípulos, les dijo: El que quiera
venirse conmigo, que reniegue de sí mismo, que cargue con su cruz y entonces me
siga. Porque si uno quiere salvar su vida, la perderá; en cambio, el que pierda su
vida por mí y por la buena noticia, la salvará. Y luego, ¿de qué le sirve a uno ganar
el mundo entero, si le falta la vida? Pues ¿qué podrá dar para recobrarla? Además,
si uno se avergüenza de mí y de mis palabras entre la gente ésa, idólatra y
pecadora, también el Hijo del hombre se avergonzará de él cuando venga con la
gloria de su Padre.»
Homilía
Temas de las lecturas: Lo mismo que un cuerpo sin espíritu es un cadáver,
también la fe sin obras * Dichoso quien ama de corazón los mandatos del Señor. *
Tomar la cruz y seguir a Jesús
1. La Fe sin Obras Está Muerta
1.1 El pasaje de la primera lectura de hoy es uno de los más famosos y comentados
de la Carta de Santiago. En un sitio muy completo de Internet, www.mercaba.org,
que ya hemos recomendado en otras ocasiones, tomamos este comentario.
1.2 Con los actos es como hay que demostrar la fe. Este pasaje de Santiago nos
preserva de toda ilusión en la vida cristiana: ésta no consiste en conceptos, sino en
realizaciones concretas. Al leer el pasaje, caemos en la cuenta de que está hecho
más bien para ser proclamado; es incisivo, y su proclamación a nadie puede dejar
indiferente. El cristiano que lo oye, se siente inmediatamente invitado a considerar
cómo vive. No nos dice Santiago -que lo da por sabido- qué es la fe y cuál es su
objeto. En cuanto a la concreta actividad que ella supone, nos la describen estos
versículos orientados al cuidado del otro y de la caridad. Es un estilo pastoral muy
simple y un tema querido de Juan en sus cartas.
1.3 La fe conceptual no salva; tiene que pasar a lo concreto de la vida. Para
expresarlo mejor, Santiago recurre, como buen predicador, a un ejemplo. No le
falta humor en la elección de su parábola, de hecho, en ella encontramos a
nuestros buenos cristianos de siempre, fecundos en principios de vida, pero poco
inclinados a ponerlos en práctica. Decía san Agustín que no se evangeliza a vientres
vacíos. El verdadero testigo de la fe no se contenta con predicarla, sino que percibe
de hecho las necesidades y busca solucionarlas. Para Santiago, el cristiano de su
parábola sólo tiene una fe muerta... "Yo, por las obras, te probaré mi fe." Así pues,
la sola posesión del don de la fe no puede salvar, es preciso obrar.
1.4 Ninguna oposición en esto a san Pablo: aunque éste escribe que la fe sola salva
( Rm 3, 28), en él se trata de una manera de expresar teológicamente la iniciativa
del Señor que salva mediante el don de la fe; nuestras actividades nada pueden por
sí mismas. La fe es don de Dios (Rm 3, 27; 4, 2-5), y la salvación está
condicionada por la fe (Rm 3, 22-28). Sin embargo, san Pablo nos dice
insistentemente que es la actividad obediente de Cristo la que nos salva (Rm 5, 18-
19), en ese sentido, no son las obras de los hombres las que pueden salvarlos (Rm
3, 28); pero la colaboración del hombre que ha recibido la fe es necesaria para su
salvación: "... hechura suya somos: creados en Cristo Jesús, en orden a las buenas
obras que de antemano dispuso Dios que practicáramos" (Ef 2, 10).
2. Cargar con la Propia Cruz
2.1 Las palabras de Jesús tenían que oírse como el restallido de un latigazo en
quienes le escuchaban. La cruz era el emblema abominado y abominable tanto para
romanos como judíos. Para los unos era el símbolo mismo de la ignominia que sólo
podían merecer los esclavos rebeldes; para los otros, el espanto de una muerte
atroz y la señal de la garra implacable del águila imperial de Roma. Jesús toma ese
signo detestable, casi repugnante, y lo asocia con la vida de sus discípulos. ¿Por
qué?
2.2 Se trata de mostrar que el evangelio conlleva pérdidas y no de cualquier orden:
pérdidas radicales. Esto es algo que podía no ser obvio a quienes veían cómo este
profeta maravilloso, este Jesús de Nazareth sanaba toda clase de enfermedades y
expulsaba todo tipo de demonios. Nada parecía quedarle grande y nada parecía
costar demasiado trabajo. Todo parecía ganancia y no se veían las pérdidas. Pues
bien, este profeta portentoso en obras nos quiere bien despiertos con sus palabras.
Y nos advierte que no todo es ganancia; que hay un precio, y es tan alto como la
propia vida.
2.3 No se trata de que estemos "comprando" la salvación sino de que la condición
misma de salvados es algo dinámico, algo que ha de realizarse más de una vez, o
por mejor decir, de un modo continuo. La vida "salvada" es una vida de continuo
"ofrecida," y ello entraña una actitud de permanente gracia, gratuidad y gratitud. El
discípulo no es el que disfruta de una vida sin problemas sino el que puede hacer
de su vida y de sus problemas algo nuevo y fecundo, algo significativo y hermoso,
algo entrañable y cargado de amor y sentido.