VI Semana del Tiempo Ordinario (Año Par)
Sabado
la transfiguración es anuncio de la pasión, que es es camino a la gloria.
Hemos de aprender a educar la lengua, para adelantar en ser imagen de
Dios
«Seis días después, tomó Jesús consigo a Pedro, a Santiago y a
Juan, y los llevó a ellos solos aparte a un monte alto, y se
transfiguró ante ellos. Sus vestidos se volvieron resplandecientes y
muy blancos. Y se les aparecieron Elías y Moisés, y conversaban con
Jesús. Tomando Pedro la palabra, dice a Jesús: Maestro, qué bien
estamos aquí; hagamos tres tiendas, una para ti, otra para Moisés, y
otra para Elías. Pues no sabía lo que decía, porque estaban llenos de
temor Entonces se formó una nube que los cubrió, y se oyó una voz
desde la nube que decía: Este es mi hijo, el Amado, escuchadle a él.
Y luego, mirando a su alrededor; ya no vieron a nadie, sino sólo a
Jesús con ellos» (Marcos 9,2-10).
1. La escena de la Transfiguración pone un contrapunto a la página
anterior del evangelio, cuando Jesús tuvo que reñir a Pedro porque no
entendía, e invitaba a sus seguidores a cargar con la cruz. A los tres
apóstoles predilectos, los mismos que estarán presentes más tarde en la
crisis del huerto de los Olivos, Jesús les hace experimentar la misteriosa
escena de su epifanía o manifestación divina: acompañado por Moisés y
Elías (Jesús es la recapitulación del Antiguo Testamento, de la ley y los
profetas), oye la voz de Dios: « Éste es mi Hijo amado ». Aparece envuelto
en la nube divina, con un blanco deslumbrante, como anticipando el destino
de victoria que seguirá después de la cruz, tanto para el Mesías como para
sus seguidores. La voz de Dios invita a los discípulos a aceptar a Cristo
como el maestro auténtico: « Escuchadlo ». El protagonismo de Pedro
también aparece resaltado en esta escena. No es muy feliz su petición,
después de la negativa anterior a aceptar la cruz: ahora que está en
momentos de gloria, quiere hacer tres tiendas. Marcos comenta la no muy
brillante intervención de Pedro diciendo que « no sabía lo que decía ».
Nosotros escuchamos este episodio ya desde la perspectiva de la
Pascua. Creemos en Jesús Resucitado, el que a través de la cruz y la
muerte ha llegado a su nueva existencia glorificada y nos ha incorporado
también a nosotros a ese mismo movimiento pascual, que incluye las dos
cosas: la cruz y la gloria. Sabemos muy bien que, como dice el prefacio de
la Transfiguración (el 6 de agosto), «la pasión es el camino de la
resurrección». El misterio de la gloria ilumina el sentido último de la cruz.
Pero el misterio de la cruz ilumina el camino de la gloria. Es de esperar que
nuestra reacción ante este hecho no sea como la de Pedro, espabilado él,
que aquí sí que quiere construir tres tiendas y quedarse para siempre. Le
gusta el Tabor, con la gloria. No quiere oír hablar del Calvario, con la cruz.
Acepta lo fácil. Rehúye lo exigente. De nuevo aparece el mandato de que no
propalen todavía su mesianismo. « Hasta que resucite de entre los
muertos », porque no veía todavía preparada a la gente. Por cierto que
después de la resurrección de Jesús, Marcos nos dirá que las mujeres,
temblando de miedo, se callaron y no dijeron nada a nadie de su encuentro
con el ángel.
Además, también recibimos la gran consigna de Dios: « Éste es mi
Hijo amado: escuchadle ». ¿Escuchamos de veras a Jesús como al
Maestro, como a la Palabra viviente de Dios?, ¿le prestamos nuestra
atención y nuestra obediencia?, ¿comulgamos con Cristo Palabra antes de
acudir a comulgar con Cristo Pan?
Hay una diferencia en la teofanía de ahora: en el bautismo, esta voz
se dirige a Jesús solo... ahora se dirige a los discípulos con ese detalle
suplementario " ¡escuchadle! ". La Palabra del Padre viene a autentificar las
enseñanzas de Jesús. Cuando Él os dice que va a sufrir, y morir y resucitar
¡es verdad! Hay que escucharle. Jesús de Nazaret, con Dios, es como un
Hijo con su Padre. San Juan explicitará más este misterio de relación.
-“ Bajando del monte, les prohibió contar a nadie lo que habían
visto hasta que el Hijo del hombre resucitase de entre los muertos ”.
Decididamente, nos sentimos turbados por ese secreto constantemente
solicitado. La divinidad de Jesús es un misterio muy grande. Jesús nos pone
en guardia: si decimos muy a prisa "Jesús es Dios", no decimos nada. Hay
que esperar y llenar las palabras de su contenido real. No es una afirmación
fácil. Muchos cristianos de hoy se imaginan que, si hubiesen sido
contemporáneos de Jesús le hubieran "reconocido". Ahora bien, Jesús era
de tal modo hombre que no podía verse que era Dios, desde el primer
momento. Dios está "escondido". Dios es un "incógnito". Dios es misterio.
Sí, Señor, lo decimos demasiado maquinalmente en el "credo": "Verdadero
Dios y verdadero hombre". Leyendo a Marcos, descubrimos el misterio:
hubo un hombre ¡que era también Dios! "Dios se hizo hombre", ¡esto
significa cosas mucho más inmensas que todo lo que de ellas pueda decirse!
A veces es mejor callarse.
-“ Guardaron aquella orden y se preguntaban qué era aquello
de: "cuando resucitase de entre los muertos" ”. Ellos, los tres que han
visto... no se hacen los listos. Continúan preguntándose. Son muy
modestos. San Pedro, san Jaime, san Juan, rogad por nosotros.
-“ Le preguntaron: ¿Cómo dicen los escribas que primero ha de
venir Elías?"” Y bien, responde Jesús, Elías ha venido, le han hecho sufrir
y llevado a la muerte: es Juan Bautista. Todos los verdaderos amigos de
Dios pasan por ello (Noel Quesson).
Santo Tomás de Aquino dice: «Con el fin de que una persona camine
rectamente por un camino es necesario que conozca antes, de alguna
manera, el lugar al cual se dirige». Jesús, has querido probar ese callejón
que se ve muchas veces como sin salida, has querido pasar por eso, para
darnos tu amor de comprensión.
Contemplar es seguir al Transfigurado: Cristo llama sin cesar nuevos
discípulos, hombres y mujeres para comunicarles, gracias a la efusión del
Espíritu Santo (cf Rm 5,5) el amor divino, el ágape, su manera de amar, y
para exhortarlos a servir a los prójimos en el humilde don de sí mismos,
lejos de todo cálculo interesado. Pedro que se extasía ante la luz de la
transfiguraci￳n exclama: “¡Se￱or, qué bien estamos aquí!” (Mt 17,4) es
invitado por Jesús a volver a los caminos de la vida, para continuar en el
servicio del Reino de Dios (Juan Pablo II).
“¡Pedro, baja! Tú querías descansar en la monta￱a; baja y proclama
la Palabra, amonesta a tiempo y a destiempo, reprocha, exhorta, anima con
gran bondad y con toda clase de doctrina. Trabaja, esfuérzate, soporta las
torturas para poseer lo que está significado en las vestiduras blancas del
Señor, también en la blancura y la belleza de tu recto obrar, inspirado por la
caridad.” (S. Agustín).
2. “ Hermanos, que no haya muchos entre ustedes que
pretendan ser maestros, sabiendo que los que enseñamos seremos
juzgados más severamente, porque todos faltamos de muchas
maneras ”. Santiago invita a la modestia. Desea que los cristianos no
reivindiquen demasiado las tareas doctrinales en la medida que esto podría
denotar una cierta suficiencia: «Yo poseo la verdad, vengo a enseñaros.»
En nuestra época de pluralismo hemos de vivir el mensaje evangélico de no
querer arrancar la cizaña pues nos llevaríamos el trigo también. Tiene que
haber las dos cosas y al final se verá, así nos aproximarnos a la verdad
respetando los demás en su evolución. No nos apresuremos, pues a acusar
a los que expresan su fe con palabras distintas a las nuestras.
-“ Todos caemos en muchas faltas. Si alguno no cae hablando,
es un hombre perfecto”. Si supiéramos reconocer esto, seríamos sin
duda menos intolerantes con los demás. Yo también me equivoco. Mi
lenguaje es aproximativo. Y sin embargo sé que tengo buena fe. Entonces,
¿por qué acusaría de mala fe a los demás?
-La importancia de la «lengua». Santiago la compara al freno del
caballo, al timón del navío... La lengua es un miembro pequeño y puede
gloriarse de grandes cosas. El lenguaje. La comunicación. La palabra.
Instrumento principal del diálogo entre dos personas.
Importancia de la palabra, ligada a la persona, expresión del alma,
medio de influencia. Invitación para mí a verificar la calidad de mis
conversaciones o de mis silencios. ¿Hablo demasiado? ¿Hablo poco? ¿Digo
la verdad? ¿Hablo por hablar?
-“ La lengua es también un fuego, un pequeño fuego que puede
abrasar todo un bosque”. ¿Somos suficientemente conscientes del daño
que podemos hacer a los demás simplemente con una palabra? Cuántos
matrimonios, familias, grupos de amigos... se han visto verdaderamente
envenenados por unas palabras o unos silencios inoportunos.
Y, desde un punto de vista más colectivo, la sociedad se ve a menudo
envenenada por la publicidad, la propaganda, las ideologías: temible poder
de la prensa, del cine, de los anuncios, de las revistas.
-“ Ningún hombre ha podido domar la lengua”. Nada es más
difícil de controlar.
-“ Con ella bendecimos al Señor, nuestro Padre, y con ella
maldecimos a los hombres, hechos a imagen de Dios”. «Bendición» y
«maldición» salen de la misma boca. Somos capaces de lo mejor y de lo
peor. Da, Señor, a mi palabra el tono y la dirección de la «bendición».
Ayúdame a ser fuente de diálogo, de consuelo, de gozo y de alegría.
Ayúdame a encontrar las palabras adecuadas (Noel Quesson).
3. " En la lengua está nuestra fuerza; nuestros labios no
defienden, ¿quién nos dominará ?". La lengua puede matar la fama, o
hacer el bien y aumentar la esperanza a nuestro alrededor. Según cómo la
usemos.
Y aunque muchos se portan mal -« desaparece la lealtad entre los
hombres, no hacen más que mentir a su prójimo, hablan con labios
embusteros »-, “ las promesas del Señor son sinceras como plata
purificada en el crisol, depurada siete veces”.
Llucià Pou Sabaté