VII Semana del Tiempo Ordinario (Año Par)
Martes
a.- St.4,1-10: Acercaos a Dios y Dios se acercará a vosotros.
b.- Mc. 9, 30-37: Quien quiera ser primero sea el último de todos.
En este evangelio, encontramos un segundo anuncio de la Pasión camino de
Jerusalén (vv.30-32), y una discusión entre los apóstoles sobre quién era el mayor
entre ellos (vv.33-37). Si bien no comprendían bien todo ese anuncio, temían
preguntarle sobre el tema de su muerte (v. 32). Este segundo anuncio, advierte
que el Hijo será entregado en manos de los hombres (v.31). Jesús ha tomado la
decisión de subir a Jerusalén a padecer esa entrega a los hombres que no se refiere
solo a enfrentarse con las autoridades, sino la violencia y que Dios permite y
quiere. En la primitiva teología para expresar la muerte expiatoria de Cristo, se
habla de esa entrega por nuestros pecados y de su resurrección que nos trae la
justificación (cfr.Rm.3,32; 4,25; Gál,2,20; Ef.5,2). En el trasfondo tenemos la
imagen del Siervo de Yahvé (cfr. Is.53,12). Se trata de la descarga de la maldad
humana sobre ÉL y la total impotencia del Hijo del Hombre eso viene a significar
esa entre a manos de los hombres. Los hombres matarán al Hijo, pero una vez
muerto, interviene Dios Padre: lo resucitará al tercer día. Los discípulos no
comprenden mucho de lo que les dice Jesús, no le contradicen ni preguntan nada.
Los invade el temor y el terror; palabras como muerte y resurrección los superan,
como el miedo que experimentaron cuando Jesús calmó el mar. La palabra de Jesús
se cumple, malicia de los hombres y poder de Dios, se reúnen en la muerte de
Cristo. (cfr. Mc.4,41; 14,72). En un segundo, tiempo tenemos la discusión de los
apóstoles acerca de quién era el mayor entre ellos; Jesús los invita a ser servidores
de sus hermanos, y quien quiera ser el primero, sea el último (vv. 33-37). A la
ambición política, Cristo contrapone el servicio a los hermanos en la comunidad, en
su círculo más cercano. Jesús es muy claro: en su comunidad, el que quiera ser el
primero en el grupo de los creyentes, debe hacerse el último y servir a todos.
Quien asume este compromiso, debe trabajar la abnegación, renuncia a los propios
intereses y poseer una gran dosis de madurez de vida espiritual. Muchos en nuestra
sociedad se presentan como servidores, pero en realidad, vienen a servirse y
beneficiarse, hasta llegar a los casos extremos, de robar y explotar a quien le han
elegido para servir. Jesucristo si exigió algo a los suyos, primero lo realizó en su
vida, para darnos ejemplo, y enseñar con el propio testimonio. Siendo el Hijo de
Dios, entiende y enseña su autoridad como humilde servicio a sus hermanos, ya
sean los propios apóstoles, o la gente que le escucha. En la noche antes de la
Pasión, en la Cena de despedida, asume el rol de esclavo y lava los pies a sus
discípulos (cfr. Jn. 13, 12-15). En la comunidad eclesial, el servicio comienza por
los Pastores que sirven a sus fieles con la predicación, los sacramentos y la caridad
con los más pobres. Los fieles sirven a su comunidad eclesial en la diversidad de
ministerios reconocidos por la Iglesia, desde la catequesis en todas sus
manifestaciones, servicios litúrgicos, las muchas pastorales, etc., en definitiva se
trata, que la Iglesia debe presentarse como servidora de la sociedad.
Teresa de Jesús en su Castillo Interior, deja bien en claro qué es ser perfectos
cristianos: “¿Qué pensáis, hijas, que es su voluntad? Que seamos del todo
perfectas, que para ser unos con él y con el Padre, como Su Majestad le pidió (Jn.
17,22), mirad ¡qué nos falta para llegar a esto!... La más cierta señal que, a mi
parecer, hay de si guardamos estas dos cosas, es guardando bien la del amor del
prójimo; porque si amamos a Dios no se puede saber, aunque hay indicios grandes
para entender que le amamos; mas el amor del prójimo, sí.” (5 M 3,7-9).
Padre Julio Gonzalez Carretti OCD