VII Semana del Tiempo Ordinario (Año Par)
Jueves
a.- St. 5, 1-6: El clamor de los pobres llega hasta Dios.
b.- Mc. 9, 41-50: Más te vale entrar manco en la vida que ir con las dos
manos al abismo.
Este evangelio, es una colección de sentencias de Jesús respecto a las disposiciones
interiores para entrar en el Reino de Dios. Humildad y sencillez, caridad con el
prójimo, evitar los escándalos y hace un serio examen de lo que hay que quitar o
mortificar de nuestra vida lo que impide el seguimiento de Cristo (vv. 45-49). A la
recompensa acerca de dar un vaso de agua a los pequeños de Cristo sigue una
terrible amenaza a quien escandalicen a estos pequeños (v.41). Se trata de poner
en peligro la salvación de otros, una sacudida de su fe, de ahí que al autor atrae el
castigo del juicio divino, de ahí la imagen de lanzar al mar. Estas palabras de Jesús
seguramente venían de haber observado como algunos hombres, persuadían a los
pequeños a no unirse a su causa. Más les valdría morir, antes que robarle la fe a
estos pequeños; esta fe de los sencillos no puede ser robada sacrílegamente (cfr.
Mc.14, 21). Lo que le interesa a Jesús, es resaltar la importancia absoluta del Reino
de Dios, ante lo cual nada puede impedir ingresar en él, de ahí la importancia de
quitar todo cuanto estorba para mantenerse en él, de ahí la repetición del vocablo
“entrar” y “ser arrojado” (vv.43.45.47). Toda esa renuncia es válida antes de ser
arrojado al abismo, es decir, el infierno (cfr. Is. 66, 24). La referencia a la sal y al
fuego, elementos considerados de purificación, viene a significar, la fortaleza para
conservar la fe y fidelidad a Dios frente a las persecuciones que las comunidades
han comenzado a sufrir. Las pruebas, como la sal y el fuego, purifican y confirman
la fe y la fidelidad al evangelio; sin sal la identidad cristiana se diluye en la nada,
recordemos que Jesús dijo que sus discípulos son la sal de la tierra. No entrar en la
vida, es no entrar en reino futuro de Dios, es la mayor pérdida que el hombre
puede sufrir. No tuvo sentido su vida terrena, por ello cae en el absurdo de la
muerte eterna, aniquilación de una existencia destinada a la vida eterna. La mano,
el pie y el ojo pueden ser ocasiones de pecado, porque también en el hombre que
busca el bien nacen tentaciones que lo pueden llevar a pecar. Advertencia para no
presumir de las propias fuerzas y una amonestación para resistir los ataques del
mal (cfr. Mc.7,21s).
S. Teresa de Jesús, enseña que en el camino de la oración, siempre existe el peligro
de volver atrás, debido a que el Señor va mostrando lo que realmente somos y
debemos con humildad alcanzar. “La puerta para entrar en este castillo es la
oración; pues pensar que hemos de entrar en el cielo y no entrar en nosotros
conociéndonos y considerando nuestra miseria y lo que debemos a Dios y
pidiéndole muchas veces misericordia, es desatino… Pues, si nunca le miramos ni
consideramos lo que le debemos y la muerte que pasó por nosotros, no sé cómo le
podemos conocer ni hacer obras en su servicio, porque la fe sin ellas y sin ir
llegadas al valor de los merecimientos de Jesucristo, bien nuestro, ¿qué valor puede
tener ni quién nos despertará a amar a este Señor?” (2M 1,11).
Padre Julio Gonzalez Carretti OCD