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HOMILÍA
7° DOMINGO TIEMPO ORDINARIO CICLO A
Lecturas Bíblicas:
Lev. 19, 1-2.17-18
1° carta de san Pablo a los cristianos de Corinto 3, 16-23
Evangelio según san Mateo 5, 38-48
BIENAVENTURADOS LOS QUE AMAN A SUS ENEMIGOS
Los párrafos del evangelista san Mateo que se incluyen para la liturgia de
este domingo también forman parte del llamado sermón de la montaña o
discurso de las bienaventuranzas. En ese contexto, el de las bienaventuranzas
predicadas por Jesús, hay que entenderlos, en el contexto de la Ley de las
bienaventuranzas evangélicas, del perfil del discípulo de Jesús que heredará
el Reino de los Cielos, del programa de vida que Jesús nos propone.
Jesús establece que para entrar en el Reino de los Cielos, como requisito de
ingreso, sus discípulos deben poseer una justicia superior a la de los escribas
y fariseos. Y a continuación, en seis puntos , cuatro de los cuales se incluyeron
en la lectura litúrgica del domingo pasado, mediante el recurso literario de la
antítesis (Mt. 5, 21-48), se explica en qué consiste esa justicia superior pedida
por Jesús a sus discípulos como condición para entrar en el Reino de los
Cielos.
Sin dudas no se trata de la justicia en el sentido específico y restringido en
que hoy la entendemos, como la del que da a cada uno lo suyo. El justo sería,
más bien, en sentido general, el que cumple toda la Ley , el que cumple
siempre la Voluntad de Dios . La justicia superior reclama un cumplimiento
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que vaya más allá de lo exterior, que sea sincero, auténtico, y que brote del
interior de la persona, en definitiva del amor . E incluye hasta el amor a los
enemigos.
“Sean perfectos como el Padre que está en el cielo”, concluye Jesús. Sean
perfectos. No se queden a mitad de camino, no se instalen en la mediocridad.
Lo que asombra, y quizás asusta un poco, es el modelo que Jesús nos
propone para espejarnos y seguir: es el mismo Dios. Es un espejo divino que
se retrata humanamente en un modelo más cercano, Jesús, el primero que
realiza las bienaventuranzas para mostrarnos el camino a seguir.
Podríamos quizás preguntarnos en qué modelos de vida se mida, inspira y
espejan nuestras sociedades y nosotros mismos hoy. ¿No nos pretendemos
muchas veces justificar diciéndonos: “el otro peca, al menos yo peco menos
gravemente, lo de él es peor” o “la mayoría lo hace, yo también”? “Sean
perfectos como el Padre que está en el cielo”.
Con palabras similares, era la misma exhortación de Dios a través de Moisés
al Pueblo de la primera alianza, según proclamamos también hoy en la
primera lectura (Levítico): “Ustedes sean santos, porque Yo, el Señor su Dios,
soy santo”.
Con un sentido religioso de la trascendencia y santidad de Dios que está
ausente hoy y del que tenemos nostalgia en nuestros tiempos, este texto
afirma rotundamente lo que siempre debería ser prioritario y absoluto para
la vida y la moral de los hombres, y que no pasa de moda: Dios. Es el Dios
todo Santo que puede contra las fuerzas del mal.
La misma idea es propuesta, de otra forma, por el apóstol san Pablo en la 1°
carta a los corintios (aunque en rigor no hay que buscar relación litúrgica
entre la 2° lectura y el evangelio del domingo): “¿No saben que Ustedes son
templo de Dios y que el Espíritu de Dios habita en Ustedes?”.
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La santidad de Dios, la perfección del Padre, habitan en nosotros, en la
comunidad eclesial y en cada persona, para que nosotros seamos perfectos y
santos según el programa de las bienaventuranzas. Es un programa que el
mismo Dios ejecuta y lleva a cabo desde adentro de nosotros, por más difícil
que pueda parecer.
Son seis las antítesis que desarrollan o explican las bienaventuranzas. Hoy
proclamamos la quinta y la sexta, esta última, la del amor a los enemigos,
parece la más importante. Así Jesús manifiesta en qué consiste esa justicia
superior, esa perfección que pide a sus discípulos.
En la quinta antítesis, Jesús afirma que frente a la ofensa de que somos
objeto, no basta guardar una proporción en la justicia de la respuesta (es lo
que la fórmula “ojo por ojo, diente por diente” expresa), Él pide más: no
enfrentemos al que nos hace mal, presentemos la otra mejilla, ante una
demanda judicial cedamos generosamente hasta lo que nos pertenece,
demos al que nos pide y no volvamos la espalda al que nos pide prestado.
Ésta, como la sexta antítesis, se refiere a la caridad fraterna. El texto de la
primera lectura (Levítico) relaciona la santidad que Dios pide a los israelitas
precisamente con preceptos de amor fraterno: no odiar al hermano,
reprenderlo oportunamente, no ser vengativos ni guardarle rencor. “Ama a
tu prójimo como a ti mismo”.
La última antítesis en boca de Jesús, la que suena más revolucionaria, toma
esta frase del Levítico: “Amarás a tu prójimo” y le da un alcance superior.
Amen no sólo a los amigos, también a sus enemigos; rueguen por sus
perseguidores. Aprendan del mismo Dios (sean perfectos como el Padre),
que hace salir el sol o caer la lluvia tanto sobre buenos como sobre malos.
Amar a los enemigos, rezar por los que nos hacen mal. Suenan en nuestros
oídos las palabras de las bienaventuranzas: “…Felices los pacientes…los
afligidos…los que tienen hambre y sed de justicia…los misericordiosos…los
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que trabajan por la paz…los que son perseguidos por practicar la
justicia…felices ustedes cuando sean insultados y perseguidos, y cuando se
los calumnie en toda forma a causa de mí…Uds. tendrán una gran
recompensa en el cielo…” (Mt. 5, 1-12).
Amar a los enemigos, perdonarles. ¿Hay lugar para esta palabra en nuestras
sociedades hoy: el perdón? A veces pareciera que la venganza, la
reivindicación y una pretendida justicia incompatible con la misericordia ha
sustituido en el diccionario y en el lenguaje mediático y hasta cotidiano esta
otra hermosa palabra: perdonar.
Pero, ¿Puede el odio ganar al amor, la división vencer al encuentro fraterno?
¿Advertimos la riqueza y el aporte inédito que el Evangelio está en
condiciones de dar a la humanidad hoy?
Pbro. Hernán Quijano Guesalaga
Iglesia parroquia del Sagrado Corazón de Jesús,
Capilla San Sebastián,
Iglesia parroquial N. S. de Fátima
Paraná, Argentina
Sábado 22 y Domingo 23 de febrero de 2014