VII Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo A
el amor es el núcleo del cristianismo, hasta vivir el amor a los enemigos que
Jesús nos pide, para ser con Él hijos de Dios.
“En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos: -Sabéis que está
mandado: «Ojo por ojo, diente por diente.» Pues yo os digo: No
hagáis frente al que os agravia. Al contrario, si uno te abofetea en la
mejilla derecha, preséntale la otra; al que quiera ponerte pleito para
quitarte la túnica, dale también la capa; a quien te requiera para
caminar una milla, acompáñale dos; a quien te pide, dale, y al que te
pide prestado, no lo rehúyas.
Habéis oído que se dijo: -Amarás a tu prójimo y aborrecerás a
tu enemigo. Yo, en cambio, os digo: Amad a vuestros enemigos,
haced el bien a los que os aborrecen y rezad por los que os
persiguen y calumnian. Así seréis hijos de vuestro Padre que está
en el cielo, que hace salir su sol sobre malos y buenos y manda la
lluvia a justos e injustos. Porque si amáis a los que os aman, ¿qué
premio tendréis? ¿No hacen lo mismo también los publicanos? Y si
saludáis sólo a vuestros hermanos, ¿qué hacéis de extraordinario?
¿No hacen lo mismo también los paganos? Por tanto, sed perfectos
como vuestro Padre celestial es perfecto” (Mateo 5,38-48).
1. Continúa Jesús la enumeración de ejemplos concretos, iniciado el
domingo pasado, sobre la Ley de Moisés que el lleva a cumplimiento por la
ley del amor. “ Sabéis que se dijo... Pero yo os digo ”...
Ante la ley del talión (limitar la venganza al daño sufrido) Jesús nos
dice que no hay que hacer frente al agresor, es decir, nos habla de no
recurrir a la violencia. “ Al que te pone pleito para quitarte la túnica,
dale también la capa ”. La túnica era la prenda interior de vestir, la capa,
la exterior. Alguien te lleva a juicio por la ropa interior que llevas, pues cree
que se la has robado. Jesús te dice: dale también la ropa exterior. La
propuesta es de las de dejar a uno atónito, pues equivale a decir que te
quedes desnudo.
A quien te requiera para caminar una milla, acompáñale dos” .
Los romanos, siguiendo una práctica persa, requisaban personas y animales
para la realización de servicios públicos. El caso contemplado por Jesús es el
del invasor romano obligando al judío a llevar una carga por espacio de un
kilómetro. La propuesta de Jesús es, de nuevo, para dejar atónitos: dobla la
distancia que te exige el invasor.
Amarás a tu prójimo y aborrecerás a tu enemigo ”, decía la ley.
Además, para ellos los no judíos no eran prójimo. Jesús propone la
superación del concepto de enemigo en base a la actuación de Dios Padre,
quien desconoce por completo este concepto. A esta razón añade Jesús otra
de tipo amistoso-práctico: el discípulo suyo debe ser diferente de los
demás, para concluir con la invitación a ser perfectos. Perfecto en el sentido
de completo, abarcador.
“¿Hay que poner siempre la otra mejilla?” No en el sentido “de
obligatoriedad”, sino en cuanto a que percute la conciencia y hace pensar
según Dios, y capaz de amar como Dios Padre. Amar dice relación, no
perfección, es establecer un tipo de relación donde el amor supera todo
límite y todas las previsiones de respuesta. Sed perfectos (en griego, llevar
a plenitud, a fin) como vuestro Padre celestial es perfecto. No es una
llamada obligatoria, no es una norma ni un consejo. Es una confesión
admirada y sorprendente. Es un descubrimiento. Es, también una invitación.
Porque perfectos no podemos ser ni merece la pena luchar por la
inasequible meta de una fría perfección moral al estilo estoico (J. Alegre).
Así como Dios derrama su gracia sobre buenos y malos, pero no se
ven sus planes amorosos, así como Dios es vulnerable, y permite que se le
maldiga; así si amamos nos hacemos dios, hijos de Dios, semejantes a Él.
Aunque cuando un hombre rechaza seriamente el amor de Dios, no es Dios
el que le condena sino que es el propio hombre el que se condena a sí
mismo, porque no quiere conocer y practicar lo que Dios es: el amor.
Aunque la justicia de Dios está abierta a esa ignorancia humana, por su
misericordia: no es la del "ojo por ojo y diente por diente"; más bien hay
que decir que cuando el hombre no supera la justicia penal de este mundo
(que es necesaria), ni comprende a Dios ni quiere estar a su lado, Dios no
le deja tampoco a su suerte; pues Dios nunca ama parcialmente, sino
totalmente.
Jesucristo es el exacto intérprete de Dios, pues es Dios. Jesús es el
Hijo único de Dios que nos revela «lo que ha visto y oído» junto al Padre (Jn
3,32): que Dios no ama parcialmente, ni es justo sólo a medias, ni
responde a la agresión de los pecadores privándoles de su amor. El
manifiesta esto humanamente no respondiendo a la violencia con más
violencia, sino ofreciendo, en la pasión, la otra mejilla, caminando dos
millas con los pecadores, e incluso todo el camino. Se deja quitar por los
soldados no sólo el manto, sino también la túnica. Contra él se desencadena
toda la violencia del pecado precisamente «porque pretendía ser Hijo de
Dios» (Jn 19,7). Pero su no-violencia tiene mayor proyección que toda la
violencia del mundo. Sería un error querer convertir la actitud de Jesús en
un programa político, porque está claro (incluso para él) que el orden
público no puede renunciar al poder penal (Jesús habla incluso de este
poder en sus parábolas, por ejemplo: Mt 12,29; Lc 14,31; Mt 22,7.13, etc.).
Cristo representa, en este mundo de violencia, una forma divina de no-
violencia que él ha declarado bienaventurada para sus seguidores (Mt 5,5) y
a la práctica de la cual les invita encarecidamente aquí.
La alianza nueva supera todo lo del Antiguo Testamento, que conocía
el amor primariamente para los miembros de la propia tribu (como vemos
en la primera lectura de hoy): ellos eran entonces «el prójimo». Pero para
Cristo todo hombre por el que él ha vivido y sufrido se convierte en
«prójimo». Por eso los cristianos, a ejemplo de Cristo, tienen que superar
también la solidaridad humana limitada y amar a los «publicanos» y a los
«paganos». Pablo muestra (en la segunda lectura) la forma de la catolicidad
de la alianza. La sabiduría cristiana comprende que no debe ser parcial ni
partidista, porque, en virtud de la catolicidad de la redención, toda la
humanidad, incluso el mundo entero, pertenece al cristiano, pero en la
medida en que éste ha hecho suya la catolicidad de Cristo, que revela a su
vez la del Padre (Hans Urs von Balthasar).
2. “ Dijo el Señor a Moisés: -Habla a la asamblea de los hijos de
Israel y diles: Seréis santos, porque yo, el Señor vuestro Dios, soy
santo. No odiarás de corazón a tu hermano. Reprenderás a tu
pariente para que no cargues tú con su pecado. No te vengarás ni
guardarás rencor a tus parientes, sino que amarás a tu prójimo
como a ti mismo. Yo soy el Señor”. Vemos hoy día buscar un cierto
provecho en la amistad: “¿qué saco yo de esa relación?” Se legitima la
existencia de lo útil o lo provechoso. Las cosas gratuitas se identifican a las
que no tienen sentido, a lo absurdo. Y sentido tiene hoy lo que sirve para mi
mejora material. Pero las cosas importantes como el amor son
gratuitas. Otra característica que tiene el amor es la de ser impagable. Se
espera y se desea que al amor se responda con amor.
El Espíritu de Jesús nos llama, no sólo a emplear ningún tipo de
violencia contra el hermano, sino a perdonarlo e, incluso, a no defendernos
violentamente ante su injustificado ataque y, lo que es más, a amar a los
enemigos. La justicia humana queda así superada al introducirse en uno de
los platillos de la balanza que la significa el peso del amor. Y el motivo
creyente de todo ello no es la utilidad personal o social que esta actitud
pueda reportar o lo que pueda tener de táctica para, finalmente, vencer al
otro. Lo decisivo es una experiencia de Dios en la que se le contempla como
el ser gratuito, el que se da sin pedir nada a cambio. Así nace el sol sobre
buenos y malos y el Hijo de Dios muere por sus enemigos descartando
castigos y represalias. El emblema de la Inquisición decía: "Levántate,
Señor, y defiende tu causa". No fuimos capaces de entender que "su causa"
es la causa de los pobres. Los cruzados gritaban sin fundamento: "¡Dios lo
quiere!". En guerras bien modernas hemos oído lo de "Dios está de nuestra
parte". Pero Dios siempre estará de parte del hombre y no contra él.
Pretender lo contrario es negar su palabra.
Un breve poema de Lichtwew es ilustrativo en este tema. Un rey
tenía tres hijos y, entre todas sus posesiones, lo más valioso era un
brillante sin par. Perplejo a la hora de repartir sus bienes, reservó el
diamante para aquel que cumpliera la hazaña más valerosa. El mayor dio
muerte al dragón más peligroso y célebre del país. El segundo mató a diez
hombres con una minúscula daga. El tercero partió una noche y, al
amanecer, volvió y habló así a su padre: He encontrado a mi mayor
enemigo durmiendo al borde del acantilado y lo he dejado seguir
durmiendo. Y el rey entregó el diamante a su hijo menor. No te dejes
vencer por el mal; antes bien, vence al mal con el bien (Rm 12,21)
(“Eucaristía 1990”). En un film apareció este aviso en la última secuencia.
"A trescientos metros de distancia el enemigo es un blanco. A tres metros
es un hombre". Nosotros podemos completarlo de esta manera: cerca de la
cruz, el enemigo es un hermano de sangre (la sangre de Cristo) (Alessandro
Pronzato).
Dios no está en la familia, ni en la raza, ni en la nación; está
únicamente en el acto de amar (Mt 5,48; Lc 6,36). Es lo que dice el
evangelio hablando de "imitación de Dios" en el mismo acto de amar, por
encima de las comunidades naturales y sagradas en las que vivimos. Es el
mismo acto de amar el que se constituye en acceso y camino para Dios y no
la calidad sagrada del objeto amado (Maertens-Frisque).
Bendice, alma mía, al Señor, y todo mi ser a su santo nombre.
Bendice, alma mía, al Señor y no olvides sus beneficios. El perdona
todas tus culpas y cura todas tus enfermedades; él rescata tu vida
de la fosa y te colma de gracia y de ternura”. ¡Es un himno al amor de
Dios! El Dios de la Alianza. El salmo se llena de la palabra "amor" (Hessed),
y la palabra "¡ternura!" ¡Ese es Dios! ¡Dios es bueno! ¡Dios es amor! ¡Dios
es Padre! “ El Señor es compasivo y misericordioso, lento a la ira y
rico en clemencia. No nos trata como merecen nuestros pecados, ni
nos paga según nuestras culpas ”.
La alegría estalla en este canto: “ Como dista el oriente del ocaso,
así aleja de nosotros nuestros delitos; como un padre siente ternura
por sus hijos, siente el Señor ternura por sus fieles ”. Jesús no hará
otra cosa que tomar las palabras de este salmo: "con la ternura de un padre
con sus hijos"...
3. “ ¿No sabéis que sois templos de Dios y que el Espíritu de
Dios habita en vosotros? Si alguno destruye el templo de Dios, Dios
lo destruirá a él; porque el templo de Dios es santo: ese templo sois
vosotros”. Templos de Dios: el Señor está en nosotros y con nosotros.
Esta sabiduría enraíza en la humildad: “ Si alguno de vosotros se cree
sabio en este mundo, que se haga necio para llegar a ser sabio.
Porque, la sabiduría de este mundo es necedad ante Dios (…) que
nadie se gloríe en los hombres, pues todo es vuestro (…) Todo es
vuestro, vosotros de Cristo y Cristo de Dios”. Pedimos a nuestra Madre
santa María: haz que entendamos que “no hay más que una raza en la
tierra: la raza de los hijos de Dios” (san Josemaría).
Llucià Pou Sabaté.