Palabra de Dios
para alimentar tu día
Fr. Nelson Medina F., O.P
Tiempo Ordinario, Año Par,
Semana No. 7, Jueves
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Lecturas de la S. Biblia
Temas de las lecturas: El jornal defraudado a los obreros está clamando contra
vosotros, y su clamor ha llegado hasta el oído del Señor * Dichosos los pobres en el
espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos. * Más te vale entrar manco en la
vida, que ir con las dos manos al infierno
Textos para este día:
Santiago 5,1-6:
Ahora, vosotros, los ricos, llorad y lamentaos por las desgracias que os han tocado.
Vuestra riqueza está corrompida y vuestros vestidos están apolillados. Vuestro oro
y vuestra plata están herrumbrados, y esa herrumbre será un testimonio contra
vosotros y devorará vuestra carne como el fuego. ¡Habéis amontonado riqueza,
precisamente ahora, en el tiempo final!
El jornal defraudado a los obreros que han cosechado vuestros campos está
clamando contra vosotros; y los gritos de los segadores han llegado hasta el oído
del Señor de los ejércitos. Habéis vivido en este mundo con lujo y entregados al
placer. Os habéis cebado para el día de la matanza. Condenasteis y matasteis al
justo; él no os resiste.
Salmo 48:
Éste es el camino de los confiados, / el destino de los hombres satisfechos: / son un
rebaño para el abismo, / la muerte es su pastor. R.
Y bajan derechos a la tumba; / se desvanece su figura, / y el abismo es su casa. /
Pero a mí, Dios me salva, / me saca de las garras del abismo / y me lleva consigo.
R.
No te preocupes si se enriquece un hombre / y aumenta el fasto de su casa: /
cuando muera, no se llevará nada, / su fasto no bajará con él. R.
Aunque en vida se felicitaba: / "Ponderan lo bien que lo pasas", / irá a reunirse con
sus antepasados, / que no verán nunca la luz. R.
Marcos 9,41-50:
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: "El que os dé a beber un vaso de
agua, porque seguís al Mesías, os aseguro que no se quedará sin recompensa. El
que escandalice a uno de estos pequeñuelos que creen, más le valdría que le
encajasen en el cuello una piedra de molino y lo echasen al mar. Si tu mano te
hace caer, córtatela: más te vale entrar manco en la vida, que ir con las dos manos
al infierno, al fuego que no se apaga. Y, si tu pie te hace caer, córtatelo: más te
vale entrar cojo en la vida, que ser echado con los dos pies al infierno. Y, si tu ojo
te hace caer, sácatelo: más te vale entrar tuerto en el reino de Dios, que ser
echado con los dos ojos al infierno, donde el gusano no muere y el fuego no se
apaga.
Todos serán salados a fuego. Buena es la sal; pero si la sal se vuelve sosa, ¿con
qué la sazonaréis? Que no falte entre vosotros la sal, y vivid en paz unos con
otros."
Homilía
Temas de las lecturas: El jornal defraudado a los obreros está clamando contra
vosotros, y su clamor ha llegado hasta el oído del Señor * Dichosos los pobres en el
espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos. * Más te vale entrar manco en la
vida, que ir con las dos manos al infierno
1. Como los antiguos profetas...
1.1 La "Nueva Guía para la Asamblea Cristiana" propone una interesante reflexión
para la primera lectura de hoy.
1.2 Con una inspiración semejante a la de los antiguos profetas cuando atacaban la
injusticia de los ricos, Santiago se vuelve ahora contra aquellos que se aferran de
un modo culpable a sus bienes (vv. 2-3) hasta el extremo de no pagar debidamente
a sus obreros (v. 4) y de oprimir, por añadidura, a las personas menos afortunadas
que ellos. Santiago adopta contra estos ricos el estilo de las invectivas empleado
por los profetas.
1.3 Comienza invitándoles a llorar a gritos: tan enormes son las desgracias que les
amenazan (v. 1). Sin duda se vale de este género de amenazas para tratar de
mover a unos corazones tan endurecidos (cf. Am 8, 3).
1.4 Por lo demás, el castigo es inminente. Santiago lo describe valiéndose de
verbos en perfecto: el mal ha comenzado ya y solo quedan los ricos para que no
haya lugar a dudas de que el castigo se cierne sobre ellos. El oro comido por el orín
y la podredumbre de las riquezas llegarán a sus detentadores como un fuego
devorador.
1.5 El pecado de esos ricos consiste en no pagar a sus obreros (v. 4), a pesar de
los insistentes reproches de la ley (Lev 19, 13; Dt 24, 15) y de los profetas (Mal 3,
5; Eclo 31, 4; 34, 21-27). Este procedimiento era, en aquella época, uno de los
medios más rápidos de enriquecimiento, y los procesos (v. 6) permitían las más de
las veces, gracias al procedimiento judicial y a la venalidad de los jueces, desposeer
al justo y al inocente en provecho de los grandes terratenientes (cf. la viña de
Nabot, 1 Re 21). Santiago no teme lanzar sus duras invectivas contra los ricos.
1.6 Esta misma disposición de espíritu podemos encontrarla en el tercer evangelio
(Lc 6, 24; 12, 16-21; 16, 19-31). Como los ricos de nuestro tiempo no han
cambiado sustancialmente su actitud y las riquezas se edifican, ahora como
siempre, sobre las espaldas de los pobres, las invectivas de Santiago conservan
todavía su razón de ser. Pero ¿quién se preocupa, sin temer las consecuencias, de
proclamarlas? ¿Es que, acaso, no hay ricos en el pueblo de Dios para que la audacia
profética de Santiago no encuentre en él un lugar absolutamente necesario?
2. Amor radical
2.1 El evangelio de hoy nos invita a una actitud resuelta, incluso radical, expresada
con imágenes casi agresivas por nuestro Señor: "Si tu mano te es ocasión de
pecado, córtatela" (Mc 9,43). Si hemos visto, en efecto, que la negligencia aplaza la
conversión y posterga una y otra vez las decisiones que habría que tomar, la
solución no puede ser otra que aquello que nos dice Jesucristo: actúa ya.
2.2 Este evangelio se puede leer en paralelo con aquel otro pasaje, de lenguaje
menos duro pero con igual sentido, en que el Señor nos enseña: "Todo sarmiento
que en mí no da fruto, mi Padre lo quita; y todo el que da fruto, lo poda para que
dé más fruto. (Jn 15,2). Esa "poda", de la que habla Juan, es lo mismo que nos
enseña Marcos hoy: hay que quitarse cosas, soltarse de apegos, desembarazarse
de complicaciones, alejarse de algunas relaciones y personas.
2.3 Detrás de esta poda, hecha por Dios o iniciada por nosotros mismos, hay una
doble y noble motivación: necesitas ser libre, necesitas tener un solo Señor,
necesitas estar liviano. El camino es largo y los enviados por Cristo han de gozar de
agilidad y holgura para evadir obstáculos, reconocer los dardos enemigos y
conquistar para Dios la victoria imperecedera.