Viernes después del Miércoles Ceniza
a.- Is. 58, 1-9: El ayuno que Dios quiere.
A las quejas del pueblo acerca de su observancia de la ley y del ayuno, que al
parecer no sirve de nada ante Yahvé, porque no oye ni entiende nada, se
contrapone la voz del profeta, que denuncia la hipocresía de las clases dirigentes. Si
era tan importante el día de ayuno, ese día como un acto social, debían privarse el
rico y el pobre, para ofrecer su ayuno, sentirse iguales. ¿Qué les reprocha el
profeta? El día de ayuno, los ricos hacen sus buenos negocios, cuando vienen los
peregrinos a Jerusalén los engañaban. Ese no es el ayuno que agrada al Señor. Él
quiere que se respeten los deberes morales y derechos humanos con el prójimo,
desde lo más básico, como la comida, casa, romper las cadenas y los yugos, etc.
Son las obras de misericordia, de las que hablará Jesús en su discurso escatológico,
de las que dependerá la entrada en la vida eterna, el día del Juicio final (cfr. Mt. 25,
31-46). Se trata de la verdadera religión, la que brota de lo interior, la que
exigieron todos los profetas después del exilio. Ellos vigilaron que se cumplieran
todas las exigencias éticas del AT. En esta lectura, se busca que el hombre razone,
y se convierta al Señor de verdad. A pesar de la palabra profética, el legalismo llegó
hasta los tiempos de Jesús, y también hoy muchos conservan ese espíritu hasta los
nuestros.
b.- Mt. 9, 14-15: Discusión sobre el ayuno.
Este evangelio nos habla de las reacciones que provoca la persona de Jesús entre
los suyos: alegría, asombro, hostilidad y escándalo en otros entre los que se
consideraban justos. Son los discípulos de Juan Bautistas quienes le preguntan
por el comportamiento anómalo de sus discípulos, pues ellos ayunaban más de lo
establecido para adelantar la llegada del Reino de Dios (vv.14-15). La ley de
Moisés mandaba ayunar el día de la Expiación, privándose de alimento hasta el
atardecer. Los fariseos y los discípulos de Juan ayunaban dos días a la semana,
lunes y jueves, ayunos que se relacionaban con apurar la venida del Mesías. En
cambio, los discípulos de Jesús parece que no ayunaban y Jesús les da la razón:
¿Pueden guardar luto los amigos del novio mientras está con ellos? La imagen del
banquete de bodas le sirve a Jesús para expresar su estadía entre los hombres.
Los discípulos no ayunan, porque tienen al Mesías en medio de ellos. La alegría por
la llegada del reino de Dios y los tiempos del Mesías no se compadece con la
tristeza aflictiva del ayuno. La alusión a Juan Bautista viene es porque se declaró
como el amigo del Esposo (cfr. Jn.3, 28-30). Los amigos del Esposo viven desde la
amistad y la libertad, la relación con Dios y no desde la ley. Se revela desde ahora,
que la salvación que Jesús trae consigo, está irremediablemente unida a una
perspectiva trágica, que lo arrancará violentamente de los suyos; velado anuncio
de la pasión (v. 15; cfr. Is.53,8). Lo más importante para Jesús, es que han llegado
los tiempos mesiánicos, tiempos en que se cumplirán todas las promesas del AT.,
tiempo del Reino de Dios en medio de la vida de los hombres. Jesús es el Mesías
esperado, el Esposo de las bodas que están por celebrarse: bodas de Dios con la
humanidad redimida. La celebración de las bodas, es tiempo de gozo y salud,
tiempo de salvación. Cristo se presenta como el novio, el Esposo, el portador de los
bienes prometidos, bienes que traen la salvación. La Biblia, usa la imagen del
matrimonio, en otras ocasiones, la novedad está en que Jesús se presenta como el
novio, es decir, asume el contenido del símbolo utilizado por Dios, para plastificar
su relación de amor con su pueblo (cfr. Os. 2, 18-20; Is. 54, 5-6). ¿No sabían los
judíos que algún día Yahvé se iba a presentar a Israel, como el esposo fiel, como
un verdadero marido para su pueblo? La respuesta es afirmativa, y ahora se ha
cumplido. La segunda cosa importante, es entrar en el círculo de los amigos del
novio para alegrarse con ÉL. Es la misma alegría que experimentó Juan Bautista,
cuando confirmó que había llegado el tiempo de bodas de Jesucristo con la
humanidad. Es tiempo de alegría, porque se es parte de la familia de Jesús, porque
se hace su voluntad en la propia vida y porque invitados a su boda, participa quien
lo acepta y reconoce como enviado del Padre y Mesías. La vida teologal,
acompañada de una vida sacramental, y de oración ferviente mantiene ese clima
espiritual de alegría por estar siempre cerca de Jesús, Esposo del alma cristiana.
Cada Pascua de Resurrección, el bautizado renueva su alianza bautismal con
Jesucristo Resucitado, alianza siempre nueva para quien cree en el Dios de la vida
verdadera.
Santa Teresa de Jesús en su condición de esposa de Cristo, supo responder desde
su condición de mujer contemplativa a esta realidad, abriendo con su experiencia
dolorosa y festiva, caminos para el alma femenina en este aspecto de la vida
religiosa. Toda esta experiencia, nace de su condición de orante, que se sabe
amada por Jesucristo, llamada a velar por su honra en la Iglesia y en la sociedad.
Quiere acompa￱ar a su Esposo hasta el Calvario y la Resurrecci￳n: “O somos
esposas de tan gran Rey, o no. Si lo somos ¿qué mujer honrada hay que no
participe de las deshonras que a su esposo se hacen?” (CV 13,2).
Padre Julio Gonzalez Carretti OCD