Comentario al evangelio del Martes 04 de Marzo del 2014
Queridos amigos:
¿Habéis deseado alguna vez ser santos? ¡Hay que ver cómo va cambiando nuestra idea de santidad
cuando nos dejamos educar por la Palabra de Dios! Cuando era niño pensaba que ser santo era ser
perfecto, no tener ningún defecto. Ahora, esa idea de la santidad, aparte de irreal, me parece casi
repugnante. Quien no tiene pecado no puede ser perdonado. Y a quien no se le perdona no aprende a
amar. Por eso ahora me gusta la definición de santo que dio el teólogo Paul Tillich: "Santo es un ser
humano de quien Dios tiene misericordia". La invitación a la santidad que se nos hace hoy en la carta
de Pedro me parece que es una invitación a dejarnos curar por la misericordia de Dios. ¿Qué pasa,
entonces, con nuestras conductas? No pasa nada. Siguen siendo algo incoherentes -lo serán siempre-
pero bastante más humildes y agradecidas.
Sé por experiencia que resulta más fácil dejar "casa, hermanos y hermanas, o madre o padre" que dejar
el control sobre nosotros mismos y las ataduras a una imagen redonda y perfecta. Desde aquí entiendo
un poco más las palabras de Jesús que cierran el evangelio de hoy: "Muchos primeros serán últimos y
muchos últimos serán primeros".
"Señor, no dejes que por querer ser santo acabe siendo un monstruo de orgullo y narcisismo. Aúpa mi
pobre humanidad sobre los hombros de tu perdón y transforma tú todo lo que hay en mí que no se
parece a ti".
Vuestro amigo.
Fernando González
Fernando González