¿HACEMOS BALANCE? ¿LO INTENTAMOS?
Padre Javier Leoz
Comenzamos hoy este tiempo que, con los soportes de la oración, la
limosna o el ayuno, nos trasladará a la alegría de la Pascua. Conscientes de
que en muchas ocasiones vivimos alejados de Dios, (somos como el polvo
que se derrama hoy en nuestras cabezas; volátil y a veces invisibles)
queremos recuperar la fuerza de nuestro creer y, sobre todo, asentar
nuestra existencia en Cristo y con Cristo.
1.- Desgraciadamente la cuaresma en la vida de muchos católicos ha perdido el
“oremus”. Mucha fuerza en el carnaval y tal vez ninguna ruptura o contraste al día
siguiente. ¿Seremos capaces de romper con el ruido que nos aturde? ¿Daremos el
paso del disfraz de la mentira o de la incoherencia al traje de la verdad y de la
sinceridad? ¿Ofreceremos algún tipo de sacrificio (vigilia solidaria, abstinencia o
caridad) por aquellos más desfavorecidos de nuestra sociedad?
La Cuaresma es esa escalera que nos posibilita llegar con aires nuevos a la Pascua.
Es esa herramienta que nos convierte en amigos más auténticos de Jesús. Es ese
tiempo donde la Palabra de Dios ha de sonar con especial intensidad, diariamente y
como pauta de nuestra conducta. ¿Somos cristianos de Palabra o sólo hombres de
palabrería? ¿Atentos a la voluntad de Dios o pendientes del cuchicheo mundano?
2.´Toda empresa, al final de año, hace un balance de su movimiento económico.
También nosotros, como seguidores de Jesús, en este tiempo cuaresmal tenemos
una gran oportunidad de controlar nuestro pulso espiritual. De revisar nuestra
pertenencia a la Iglesia. De mirarnos hacia dentro y sacar conclusiones prácticas:
-Aunque me parezca estar en el camino de Dios, puede que sólo me encuentre en
el mío.
-Aunque me sienta seguro de mí mismo, puede que esté más débil que nunca
-Aunque crea que es imposible mudar de ciertos aspectos que no me gustan de
mi persona, con la ayuda de Dios y mirando a la cruz, puedo conseguirlo
-Aunque crea que comparto algo o mucho de lo que tengo, alguien reclama mi
ayuda, mi atención, mi mano para seguir adelante. Nunca es suficiente.
-Aunque aparentemente parezca buen cristiano , el Evangelio, me recuerda
que existe mucha distancia entre lo que oigo y hago
3.- Reafirmemos en estos 40 días nuestra confianza en Dios. No nos dejemos
seducir ni engañar por cantos de sirena. Ni la Iglesia es tan mediocre como algunos
la venden o la presentan, ni tan santa como Cristo y nosotros mismos quisiéramos.
Que sea un tiempo que nos empuje y nos lance, sin temor ni temblor, a conocer
más todavía a ese Cristo que en la cruz fue exponente en tono mayor del inmenso
amor que Dios nos tiene. Que sea un paso adelante en la vivencia y conocimiento
de nuestra fe. Recientemente el Papa Francisco nos recordaba que “aquí nadie se
salva sólo; Cristo no ha venido para enseñarnos buenos modales sino para
salvarnos.” Que eso, la salvación que Cristo nos propone, sea precisamente el fruto
de esta Santa Cuaresma. ¿Siente necesidad el mundo que nos rodea de la
salvación? ¿No vivimos mejor –según algunos- perdidos en un horizonte incierto,
sin valores, sin Dios y sin más referencia que el propio hombre?
4.- Vivamos la Santa Cuaresma. Agarremos cada uno de nosotros nuestra propia
cruz y, en uno de sus maderos, vayamos escribiendo nuestras conquistas
personales (menos televisión, menos internet, menos vida fácil, menos vicio….) y
en el otro que sea Dios quien con su Palabra, la Eucaristía de cada día, la limosna,
la oración y la contemplación nos recuerde que, nuestra vida, está llamada a ser
rescatada por su presencia radical y cruenta en la cruz. ¡Adelante! ¡La Pascua nos
aguarda!
5.- QUE TE SIGA SIEMPRE, SEÑOR
Inclinando la cabeza por aquel momento
divino y humano, leal y radical
en que tú la inclinarás por mí desde la cruz.
Que recuerde que, sin Ti, nada soy
y que, contigo, puedo ser rescatado
de tantos infiernos que queman mis entrañas
consumen mis anhelos más divinos
o acaban con mis proyectos de perfección
QUE TE SIGA SIEMPRE, SEÑOR
Cargando con mi cruz, y con la de los demás
Soportando el peso de la que me agrada
y llevando adelante aquella que se me resiste
Echando una mano a la del vecino
y no cortando trozo a la que va conmigo
QUE TE SIGA SIEMPRE, SEÑOR
Y consciente de mis debilidades
sepa que, antes que nada, soy polvo y pequeñez
Para que sólo así, sabedor de mis limitaciones,
pueda entender que el camino hacia la Pascua
exige mi conversión y mi entereza,
mi disposición y mi apertura,
mi oración y mi caridad sin tregua
mi contemplación y mi silencio para tu Palabra
QUE TE SIGA SIEMPRE, SEÑOR
Que lo haga por esta vereda de la Cuaresma
que, antes que nada, es apartado de penitencia
oasis de sobriedad y de serenidad
monte desde el que se ve la silueta de tu cruz
desierto que me arranca la cizaña de mi alma
vida que se enfrenta a la muerte que me ronda
fe que reclama mi coherencia y mi firmeza
Contigo, Señor, hacia la Pascua