I Semana de Cuaresma
Lunes
Lecturas bíblicas:
a.- Lv. 19,1-2.11-18: Seréis santos porque yo, el Señor vuestro Dios, soy
santo.
La primera lectura nos habla de la santidad de Dios que configura el
comportamiento de su pueblo Israel. Lo plantea como fundamento y exigencia para
ser lo que es, y lo que está llamado a ser: pueblo de Dios. Esta ley de santidad (cfr.
Lev. 17-26), es proclamada para enseñarle la vía de acceso a la santidad de Dios y
a la plena realización de su condición de pueblo escogido, amado, por Dios. Los
preceptos de esta ley de santidad se realizan en el servicio al prójimo, como forma
concreta para ser santo, ante la presencia del Dios de Israel. El prójimo es llamado
pariente, hermano, conciudadanos; es el hombre que vive en comunidad en la cual
todos son objetos de derechos y deberes. El sano cumplimiento de los deberes hace
que el prójimo obtenga todos sus derechos; Dios exige este cumplimiento. En este
códice no hay sólo preceptos sino actitudes y sentimientos de los cuales florecen
las obras. De evitar el odio, el rencor y la venganza; para vivir la santidad se
necesita la corrección fraterna con amor. Las actitudes negativas destruyen a quien
las sostiene, en cambio, la corrección de quien busca el bien y la justicia salva al
prójimo y a sí mismo. El amor al prójimo es criterio y medida en la relación con el
prójimo: amar al otro como a sí mismo; es un gran desafío en la relación el otro.
Este precepto compromete al hombre en su relación con Dios, principio de santidad
para él y con el conjunto de actitudes y obras que realice. Jesús reconoce en este
precepto lo esencial de la ley y la pone como centro de su mensaje evangélico (cfr.
Mc. 12,31).
b.- Mt. 25,31-46: Venid benditos de mi Padre; heredad el reino preparado
para vosotros.
El evangelio nos sitúa en el día del Juicio final y cómo todos seremos examinados
en el amor al prójimo, manifestación del acercamiento del amor y santidad de Dios
Padre al hombre necesitado. El centro de este Juicio son las actitudes que hayamos
tenido para con ÉL en esta vida. El marco del relato recurre a la apocalíptica judía y
como el cumplimento de las promesas del AT. (cfr. Za. 14, 5). Esta epifanía nos
presenta a Jesús como rey y juez, ante el cual se presentan todos los pueblos,
supone la resurrección de los muertos, unos a la derecha, otros a la izquierda. Esta
disposición hace pensar que el Juicio ya está hecho, el juez debe leer la sentencia y
las razones que la motivan. Los de la derecha entran a heredar el reino preparado
para ellos desde el inicio del mundo; ingresan porque han hecho del amor al
prójimo y a Dios, una ley de para sus vidas, no porque estén predestinados a ello.
Las razones para entrar en el reino del Hijo son obras de caridad a favor de los
hermanos más pequeños de Jesús (cfr. Mt. 25, 40). Estas obras son ya exigidas por
el AT (cfr. Is. 58, 7; Job 22, 6-7; 31, 17. 19. 21), son lo esencial de la piedad hacia
el prójimo y hacia Dios. Jesús pone en énfasis, en estas obras, que sean fruto del
precepto del amor y no simplemente filantropía. Estas obras de caridad, en la
predicación de Jesús, se harán sólo porque el cristiano ve en el necesitado, al
propio Jesús necesitado, enfermo, encarcelado, hambriento, etc. La sentencia de
Jesús, y los motivos de la misma, causan admiración y maravilla en ambos grupos
y se dirigen a ÉL: “cuando te vimos…” (Mt. 25, 37.44), las obras hechas por amor
al prójimo escapan a la casuística del valor; se premian las obras hechas al prójimo
necesitado. La sentencia a los que están a la izquierda indica que no entran en su
reino y quedan separados de Jesús para siempre sin que esto suponga estar
predestinados a la condenación. La condena es por la falta de amor en sus vidas y
en sus obras, por eso la pena eterna. Jesús ama también hoy en sus discípulos
porque los acerca a Dios.
San Juan de la Cruz, nos invita a descubrir como hoy más que nunca se ama, virtud
teologal de la caridad o se es egoísta; se es solidario o no; no hay términos medios.
La esperanza teologal de la vida eterna y el dolor de los necesitados deben
hacernos caminar en el compromiso de amor al hermano necesitado haciendo de
Jesucristo; la fe teologal, hace descubrir la presencia y visita no formal de Dios. El
santo escribe: “A la tarde te examinarán en el amor; aprende a amar como Dios
quiere ser amado y deja tu condición” (D 59).
Padre Julio Gonzalez Carretti OCD