Viernes 14 de Marzo de 2014
Santoral: Matilde
Ezequiel 18,21-28 ¿Acaso quiero yo la muerte del malvado, y no que se
convierta de su conducta y que viva?
Salmo responsorial: 129 Si llevas cuenta de los delitos, Señor, ¿quién
podrá resistir?
Mateo 5,20-26 Vete primero a reconciliarte con tu hermano
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: Si no sois mejores que los escribas y
fariseos, no entraréis en el reino de los cielos. Habéis oído que se dijo a los
antiguos: No matarás, y el que mate será procesado. Pero yo os digo: Todo el que
esté peleado con su hermano será procesado. Y si uno llama a su hermano imbécil,
tendrá que comparecer ante el Sanedrín, y si lo llama "renegado", merece la
condena del fuego.
Por tanto, si cuando vas a poner tu ofrenda sobre el altar, te acuerdas allí mismo de
que tu hermano tiene quejas contra ti, deja allí tu ofrenda ante el altar y vete primero
a reconciliarte con tu hermano, y entonces vuelve a presentar tu ofrenda. Con el
que te pone pleito, procura arreglarte en seguida, mientras vais todavía de camino,
no sea que te entregue al juez, y el juez al alguacil, y te metan en la cárcel. Te
aseguro que no saldrás de allí hasta que hayas pagado el último cuarto.
Pensemos…
Día duros y muy tristes los que estamos pasando en esta Venezuela de
sueños, ilusiones y crecimiento. La tragedia del enfrentamiento, del pase de factura,
del terror de una casi guerra civil donde se nos olvida que somos venezolanos,
hermanos. Todo porque nos dejamos dividir entre rojos y no rojos. Entre
marginados y no marginados. Para hoy ya van 29 muertos y la situación sigue sin
que encontremos salidas “posibles” a la paz y la reconciliación.
Entonces…
Dios no quiere la muerte y los Obispos de la Conferencia Episcopal llaman
constantemente al diálogo y a la reconciliación. Las lecturas de este día nos invitan
a la vida, a la fraternidad. Ezequiel 18,21-28 ¿Acaso quiero yo la muerte del
malvado, y no que se convierta de su conducta y que viva? Es un Dios que nos toca
para que escojamos la vida y así habitemos en esta tierra, regalo de su amor.
Llamados a que nos apartemos de todo lo que nos mata.
Lo que nos hace mucho daño es el pecado. Un pecado que tiene nombre y
apellido: odios, revanchismos, resentimientos…
Nadie es mejor que otro u otro es superior a los demás. Todos iguales ante
Dios. Todos con capacidades, con cualidades y con oportunidades. Todos
necesitamos de la conversión. En el evangelio observamos a unos “fariseos”
(Separados) que se creían justos con prácticas externas para exhibir y una
interioridad malvada e incriminadora. Legalistas, aferrados a una ley que esclaviza
y no da libertad de acción.
Necesitamos darle a cada persona su verdadero puesto. Su dignidad.
Respetarle sus derechos y hacerle que cumpla sus deberes. Pues no es el mero
hacer nuestro deber, sino respetar al otro en todo. No podemos apartar a Dios de
nuestros actos o hacer una cosa hoy y mañana otra en perjuicio de mi hermano. No
podemos dividir vida y fe.
Jesús no quería simples sacrificios. Deseaba y exigía quiero espíritu y vida.
Nada de ritos que se pierden por el camino de los conflictos. Es la fe en un Dios que
tiene la misericordia, la hermandad y el perdón en líneas de primer orden. Nada de
enfrentamientos.
Padre Marcelo
@padrerivas