Sábado 15 de Marzo de 2014
Santoral: Luisa de Marillac
Deuteronomio 26,16-19 Serás el pueblo santo del Señor
Salmo responsorial: 118 Dichoso el que camina en la voluntad del Señor.
Mateo 5,43-48 Sed perfectos como vuestro Padre celestial
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: Habéis oído que se dijo: Amarás a tu
prójimo y aborrecerás a tu enemigo. Yo, en cambio, os digo: Amad a vuestros
enemigos, y rezad por los que os persiguen. Así seréis hijos de vuestro Padre que
está en el cielo, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y manda la lluvia a
justos e injustos. Porque, si amáis a los que os aman, ¿qué premio tendréis? ¿No
hacen lo mismo también los publicanos? Y si saludáis sólo a vuestros hermanos,
¿qué hacéis de extraordinario? ¿No hacen lo mismo también los gentiles? Por
tanto, sed perfectos, como vuestro Padre celestial es perfecto.
Pensemos…
Sigue la barbarie y el enfrentamiento. Unos “colocando orden” militares
represivos y abusadores saltando a la torera la constitución. Otros agrupados en
barricadas-trincheras para obstaculizar vías y protestar contra toda una situación
de orden económico y social. Todo es un caos donde muertos, heridos y detenidos
son las consecuencias de todo esto. Dios sabrá cuándo terminará esto.
Entonces…
Dios no se aleja. Dios no se esconde. Dios quiere seguir siendo nuestro Dios.
Pero hay una decisión que no se corresponde con lo que quiere Dios: no queremos
ser el pueblo santo de Dios. (Deuteronomio 26,16-19) Es Dios quien en este
momento sale al encuentro de cada uno de nosotros. Desea renovar esa alianza
Dios quiere ser tu Dios.
Desde esta humilde parroquia San Antonio de Padua, queremos seguir
mirando al crucificado y de allí aceptar la necesidad de la conversión. Mirando al
que murió por ti, por mí y por todos. En esa mirada se descubre lo frágil y llenos de
barro que somos. Tan llenos de pecados que necesitamos de su salvación. Por eso
el motivo de los sacramentos (7)
Esos sacramentos no son imposiciones, sino que son los medios para
recibir las caricias de un Dios que se actualiza, se hace nuevo y se entrega por
nuestra salvación. Ellos son para nuestro bien. Debemos recordar, con claridad,
Dios no necesita de nosotros. Es su amor lo que produce que le hagamos falta y
que nos tome en cuenta.
Si lo anterior es verdad. Para que todo eso se realice necesitamos amarnos
entre nosotros. Incluso con el enemigo. Pue son amarlo es caer en su propio
terreno de odio y venganza. Amor con amor se paga dice el refranero popular. No
perdonarlo. No amarlo es cerrarnos al pecado.
Perdonar en la línea del amar es una necesidad primera para el bien propio,
nada de pensar que estamos justificando los hechos. No. Es darle paz a la
interioridad que está afectada por lo sucedido y que necesita suministrar paz para
vivir y vivir tranquilamente. En el odio perdemos todos y todos nos desconocemos.
Padre Marcelo
@padrerivas