Segunda semana de Cuaresma
VIERNES
Parábola de los viñadores homicidas
Mateo 21,33-43.45-46
La piedra que los constructores desecharon, en piedra angular se ha
convertido
La parábola tiene como punto central el rechazo de Jesús por parte de Israel y la
necesidad de que los discípulos de Jesús sean responsables con sus frutos. Al final
de la parábola se anuncia la paradoja pascual: el hijo rechazado se convierte en la
piedra angular de una edificación. Esta construcción es imagen de la comunión que
se construye en el Cristo Pascual, piedra viva de la cual nos aferramos.
En primer lugar se observan los cuidados que el propietario le prodiga a su viña: la
deja completa y hermosa. Luego la arrienda y se ausenta (21,333).
Viene luego una serie de tres envíos por parte del propietario para recibir los frutos
que le corresponden. Se va notando una progresión tanto en número (el segundo
grupo de siervos es mayor que el primero) como en calidad (el último enviado es su
hijo). Llega así el momento trágico del asesinato del hijo. Los labradores
reflexionan: “ Vamos, matémosle y quedémonos con su herencia ” (v.38).
Hasta aquí la parábola está releyendo la historia de la muerte de Jesús. Dios, el
propietario, envía a siervos que, como Juan Bautista, no son oídos. Cuando el
propietario manda a su propio hijo el trato al principio es similar, incluso peor. Los
labradores representan a aquellos que no tienen interés en entregar sus frutos de
conversión (ver Mt 3,8) y prefieren quitar de en medio, de manera definitiva, la voz
perturbadora que pide responsabilidad (ver los vv.45-46). Estas son las actitudes
que terminan llevando a Jesús hasta la muerte.
Pero la irresponsabilidad se revierte contra los agresores: darán cuenta de sus
actos y perderán sus privilegios, incluso la vida. La viña entonces será entregada a
otros labradores que sí entregarán los frutos (v.41).
Esta parábola que leemos en el hoy de la Iglesia vuelve a cuestionar si a quien
finalmente se le traspasó la viña está siendo responsable con su tarea. Podemos
caer en la presunción de considerarnos pueblo elegido y dormirnos en nuestras
responsabilidades. No cuenta tanto la belleza del discurso ni las grandes obras que
se hagan sino la conversión al mensaje profético de Jesús: “ Por sus frutos los
conoceréis ” (Mt 7,15).
La frase del v.43, “ para dárselo a un pueblo que rinda sus frutos ”, está
precedida por el anuncio de una piedra angular que al darle cohesión a todo el
edificio supone superadas las fragilidades que llevaron a los primeros labradores a
cometer su error. Por lo tanto la responsabilidad es mayor.
Repitamos hoy la oración de la primitiva Iglesia: “Te damos gracias, Padre nuestro,
por la santa viña de David, tu siervo, que nos has revelado por medio de Jesús, tu
siervo” (Didajé 9,3).
Para cultivar la semilla de la Palabra en la vida:
1. ¿Cuáles son las enseñanzas más importantes de esta parábola?
2. ¿Qué frutos de conversión cuaresmal espera el Señor que le presente en la
Pascua?
3. ¿Qué me ofrece el Señor para que esos frutos sean posibles?
Padre Fidel Oñoro CJM