Cuarta semana de Cuaresma
MIÉRCOLES
Si acogemos a Jesús pasamos de la muerte a la vida
Juan 5, 17-30
“Porque como el padre tiene vida en sí mismo,
así también le ha dado al Hijo el tener vida en sí mismo”
Juan continúa revelándonos el misterio del Hijo, para que escuchando su Palabra y
adhiriéndonos a Él, tengamos la vida (3,16).
El Evangelio de hoy parte de la persecución que los judíos desencadenan contra
Jesús, porque Jesús hacía estas cosas en sábado (5,16; ver el final del relato
de ayer).
1. ¿Por qué los judíos persiguen a Jesús?
El texto de hoy nos deja expone los motivos por los cuales los judíos persiguen a
Jesús. La violación de la normativa establecida para los días sábados parece
haberse vuelto habitual en Jesús: hacía estas cosas ” (5,16) . A esto se le agrega
un argumento aún más grave: Y el llamar a Dios su Padre , haciéndose igual a
Él ” (5,18).
Esta actitud es intolerable para los judíos hasta el punto de querer eliminarlo: “ Por
eso trataban con mayor empeño de matarle ” (5,18).
2. Jesús responde con una gratuita y amorosa revelación de su misterio
La primera respuesta de Jesús es: “ Mi Padre trabaja siempre y yo también
trabajo (5,17).
Con esta expresión Jesús, orienta la discusión sobre la ley hacia un nivel más
profundo, su relación íntima con el Padre, su identificación con Él. “Mi Padre
trabaja y yo también trabajo” es una doble afirmación: (1) de la filiación divina
de Jesús y (2) de que el Padre es quien actúa a través Él. Con estas palabras Jesús
está revelando su dependencia absoluta del Padre.
Jesús se coloca al lado de Dios, junto con Él y se atribuye a sí mismo el obrar del
Padre reconociendo en Él la única fuente de su ser y de su obrar.
La reacción de Jesús ante la hostilidad de los judíos será siempre la misma. Jesús
no enfrenta, sino que le da mayor profundidad al asunto; no se defiende, sino que
se coloca al nivel de ellos, “se abaja” y trata de explicar calmadamente,
revelándoles la relación íntima que vive con el Padre (ver 5,19-23).
De la profunda relación de Jesús con el Padre se deriva que:
(1) “ No puede hacer nada por su cuenta ” (5,19ª)
(2) No hace otra cosa “ sino lo que le ve hacer al Padre ” (5,19b).
(3) El Padre se deja conocer plenamente por su Hijo: “ El Padre quiere al Hijo y le
muestra todo lo que Él hace ” (5,20ª).
Por tanto la obra de Jesús en sábado no es más que el reflejo del incansable
compromiso de Dios con su creación. Jesús es espejo del amor fiel del Padre.
3. Quien acoge a Jesús tiene la Vida
Ahora bien, ¿Cuáles son las obras propias del Padre, que Jesús refleja en su
ministerio? El evangelio las sintetiza en dos:
Resucitar los muertos, o sea, dar vida en plenitud (ver 5,21.25-26.28-29)
Ejercer el juicio, o mejor, hacer justicia en el mundo (5,22.27.29)
El Padre ha dado a Jesús sus mismos poderes, lo que Él mismo hace. Jesús es Dios
comunicándonos su vida.
(1) La misma vida del Padre
Y llegamos así al núcleo de nuestro texto donde Jesús, con la autoridad que le viene
de su identidad con el Padre, declara abiertamente que quien lo acoge y cree en Él,
acoge al Padre y pasa de la muerte a la vida: “En verdad, en verdad le digo: el
que escucha mi Palabra y cree en el que me ha enviado tiene vida eterna”
(5,24).
Quien escucha y se adhiere a Jesús tiene la vida, la misma vida del Padre que es
vida eterna, divina. Cuando escuchamos la Palabra de Jesús y acogemos su
misterio, aún reconociendo que éste nos sobrepasa, somos admitidos en la
comunión con Dios y “ pasamos de la muerte a la vida ”.
(2) El juicio lo damos nosotros
El juicio de Jesús es el mismo juicio del Padre, que en el fondo es también nuestro
juicio, porque el juicio lo generamos nosotros mismos acogiendo o rechazando a
Jesús (5,26-29).
En 5,24, “ En verdad, en verdad les digo, quien escucha mi Palabra y cree
en el que me ha enviado tiene vida eterna y no incurre en juicio ”, se nos
dice que la condición para vivir plenamente es la acogida existencial que le damos a
la Palabra de Jesús, Palabra eterna en quien el Padre se nos da plenamente (3,16)
para que tengamos la vida de hijos, su misma vida (1 Juan 3,1).
De esta manera, Juan nos está introduciendo en el camino Pascual: pasar de la
muerte a la vida, acogiendo con todo nuestro ser la Palabra de Jesús, el misterio,
de su Persona, y todo lo que para nosotros implica entrar en Él.
Caminamos hacia la Pascua abriendo todo nuestro ser para recibir la abundancia de
la Vida.
Cultivemos la semilla de la Palabra en lo profundo del corazón
1. ¿En qué puntos concretos se nota en el ministerio de Jesús que lo que hace es
reflejo del Padre?
2. La escucha de la Palabra y la comunión de vida con Jesús nos hace pasar de la
muerte a la vida. ¿Qué efectos pascuales ha tenido ya la escucha de la Palabra y la
comunión con Jesús en estos días intensos de la Cuaresma?
3. ¿La relación estrecha entre el Padre y el Hijo se queda entre ellos solos? ¿Qué
me ofrece Jesús en esta Pascua? ¿Cómo alcanzar sus dones?
Padre Fidel Oñoro CJM