Cuarta semana de Cuaresma
SÁBADO
La Palabra de Dios desconcierta y debilita los poderes humanos
Juan 7, 40-53
“Jamás un hombre ha hablado como habla ese hombre”
Al presentarnos las discusiones sobre el origen y la identidad de Jesús, el
evangelista Juan nos sigue invitando a tomar partido por Él, a verificar la
radicalidad de nuestra opción por Él, a entrar decididamente en su misterio que se
desvela plenamente en su Pasión y en su muerte gloriosa.
En Evangelio de hoy, vemos como Jesús, después de prometer el agua viva (ver
7,37-38), sus palabras generan nuevamente discusión y división entre sus oyentes.
1. Quién dice la gente que es Jesús
Algunos piensan que Jesús es realmente el profeta semejante a Moisés (7,40; ver
Deuteronomio 18,15.18; Juan 6,14). Otros afirman francamente que Jesús es el
Cristo (7,41). Pero otros se oponen a estas afirmaciones partiendo de otras
premisas: el Mesías no podía venir de Galilea, sino de Belén (7,42; ver Miqueas
5,1).
En el fondo se trata del reto que la personalidad y el misterio de Jesús le coloca a
todas las personas de todos los tiempos.
Ciertamente, Jesús es una persona de “contraste”, las personas que lo escuchan se
sienten atraídas por Él, pero al mismo tiempo se escandalizan de Él. Hasta los
guardias se sienten incapaces de arrestarlo: “ pero nadie le echó mano ” (7,44).
Cuando los guardias vuelven donde los sumos sacerdotes sin llevar a Jesús, reciben
un reproche, pero ellos responden: “Jamás un hombre ha hablado como habla
ese hombre” (46). ¡La Palabra de Jesús les ha impactado fuertemente!
Esta afirmación de los guardias nos sorprende porque generalmente un policía no
suele opinar sobre la culpa de la persona que tiene el deber de arrestar. Pero ellos
no se han atrevido a prender a Jesús por la fuerza que han sentido en su Palabra.
El poder que ellos tenían para arrestarlo había sido más débil que la fuerza de la
Palabra de Jesús.
2. La fuerza desconcertante de la Palabra Jesús
Desde los primeros versículos de nuestro texto vemos como la Palabra de Jesús
tiene una importancia especial (7,40). Después de unos versículos vuelve a hacerse
referencia a ella, cuando Nicodemo recuerda a los fariseos que, según la ley, no
pueden condenar a Jesús “ sin antes haberlo oído y saber lo que hace ” (7,51).
Cuando Nicodemo, sale en defensa de Jesús haciendo referencia a la ley para
convencer a los fariseos, los invita a oír a Jesús. Este oír no es para Juan un simple
ejercicio físico, sino que Nicodemo está exhortándolos a escuchar la Palabra de
Jesús , esa escucha que puede facilitarles la comprensión y la acogida (ver 10,16).
Los fariseos deberían primero escuchar a Jesús y saber bien lo que Él hace, es decir
deben “conocer su obra”, los signos que realiza en nombre de Dios.
Solamente escuchando la Palabra de Jesús, es decir, acogiéndola, podrían
pronunciar un juicio correcto sobre Él. Quizás sea este un reflejo de la experiencia
personal que Nicodemo había tenido con Jesús (ver 3,1-11).
Por otra parte, los fariseos, que sólo creen en la fuerza de la ley (7,45), en lugar de
abrirse con fe ante Jesús, insultan a los guardias (7,49) y tratan con ironía a
Nicodemo (7,52).
El texto concluye dejando muy en claro lo que suscita la polémica por la Palabra de
Jesús: “ Y se volvieron cada uno a su casa ” (7,53).
Escuchar a fondo la Palabra de Jesús, colocarse radicalmente de su parte y seguir
su camino hasta la muerte, es un reto que los discípulos de Jesús tienen
diariamente, porque Jesús sigue siendo un Maestro de contraste: su Palabra, su
cruz, su pasión y su muerte escandalizan y hasta pueden crear división entre sus
oyentes. La Cuaresma es tiempo propicio para decisiones radicales.
Cultivemos la semilla de la Palabra en lo profundo del corazón
1. ¿Por qué podemos afirmar que la Palabra de Dios tiene una fuerza
desconcertante?
2. ¿En la vida personal y en la de nuestra familia o comunidad, qué experiencia
hemos tenido de la fuerza y el poder de la Palabra de Jesús?
3. Dedicaremos un espacio de tiempo para profundizar en familia un pasaje de la
Palabra de Dios.
Padre Fidel Oñoro CJM