EL PODER Y EL AMOR DE DIOS ES TAL, QUE SACA BIEN DEL MAL
DOMINGO DE RAMOS 2014 A
¿De qué tienen miedo los hombres? ¿Cuáles son los miedos que agobian al hombre
de hoy? ¿Quién puede meter miedo en el corazón de los hombres? Pensemos que
hay miedos inducidos, por ejemplo al voto, cuando se pretende imponer a ciertos
candidatos, al trabajador para que acepte condiciones indignas e injustas de
trabajo, bajos sueldos, sin seguro, sin prestaciones, sin horas extras; se le
amenaza para que acepte romper la solidaridad con otros compañeros de trabajo;
al estudiante se le agobia con el miedo a no pasar el examen que es tan importante
para su carrera; a la mujer, la novia, la esposa, la compañera de trabajo, a la que
se extorsiona para que acceda a las proposiciones del novio, del compañero, del
patrón, so pena de quedarse de patitas en la calle; los niños son amenazados
también, quien lo dijera con el miedo a la oscuridad y a la soledad; al rico o al que
pretende serlo, la amenaza sería el quedarse en la miseria y en la calle; a los que
están dispuestos a conseguir un mundo mejor y más justo, la amenaza y sobre
todo en los sistemas opresores, es la amenaza de la muerte, la única desgracia
verdaderamente irreparable.
Sería largo enumerar los miedos del hombre de hoy, pero la idea no es hablar del
miedo, del temor y de la muerte, precisamente en una semana que nos habla de
vida, de alegría, de triunfo, de gozo, en una palabra de Resurrección, que a muchos
les parecerá algo hueco, sin sentido, no entra en los planes de muchos hombres,
pero cuando el hombre se abre a la verdad y mira sin temor a quien se ha acercado
a los hombres después de haber triunfa do sobre la muerte y vive para siempre
entre nosotros, no podrá menos que aceptar a Cristo, su compromiso de solidaridad
con los hombres y la nueva visión que les ofrece, un panorama de vida, de alegría,
de luz, un panorama radiante, donde la muerte ya no existe, porque ha sido
vencida y lo que ofrece será no un apéndice, una prórroga de lo que tendrá que
llegar, como lo fue la vida de Lázaro después de la intervención de Cristo, sino una
vida que se extiende más allá de lo que los sentidos pueden decirnos, una vida sin
fin, sin límites, y una vida pasada en compañía de los que amamos, de los que
convivieron con nosotros, los compañeros del camino, los que estuvieron a nuestro
lado, incluso los que nos hicieron la vida imposible, los que atentaron contra la vida
misma, pero sobre todo, y esta es la gran promesa de Cristo, él que volvió de la
otra vida, el poder pasar en compañía de Cristo que siempre nos amó dado que por
nosotros entregó su propia vida, además de la presencia del Buen Padre Dios que
presidirá la fiesta, la alegría, el banquete de los que se mostraron dignos de la
nueva vida conquistada por Cristo a costa de su propia muerte.
Este es el gran festejo de esta semana que ojalá nunca dejáramos de considerar
como la GRAN SEMANA SANTA, pues en ella nuestro Salvador se mostró dueño de
la propia vida, hasta entregarla por nosotros y por nuestra salvación y contra todos
los que le sugerían prudencia: “Maestro, hace pocos días que los judíos querían
apedrearte ¿y tú vas a volver a Jerusalén?”, Jesús determin￳ que nada le haría
desistir de entregar su vida, lo más noble de que disponía, en bien de todos los
hombres. Por eso hoy le acompañaremos en su entrada triunfal, aunque modesta, a
Jerusalén, pero luego asistiremos al momento en que entrega su propia vida
simbolizada en el pan y el vino que entrega a los suyos para que lo hagan presente
entre los hombres todos los días de la vida. Acompañaremos al Salvador en lo alto
de la cruz, para mitigar su sed con nuestra compa￱ía: “Tengo sed”. Ciertamente lo
veremos morir y desgarrarse el velo del templo en un afán de decirnos que ya no
se necesitan corderos para el sacrificio y que el templo que era vital en la vida de
los hebreos, dejará de serlo porque él será el templo en el que podremos adorar al
Dios de los cielos. Y de esa forma, también nos alegraremos con la Pascua del
Señor, con su triunfo de la muerte, del pecado, de la oscuridad y las tinieblas. Ya
no hay temor a la muerte, Cristo Jesús ha resucitado. Vivamos plenamente nuestra
gran Semana Santa.
El Padre Alberto Ramírez Mozqueda espera sus comentarios en
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