Palabra de Dios
para alimentar tu día
Fr. Nelson Medina F., O.P
Cuaresma,
Semana No. 5, Martes
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Lecturas de la S. Biblia
Temas de las lecturas: Los mordidos de serpientes quedarán sanos al mirar a la
serpiente de bronce * Señor, escucha mi oración, que mi grito llegue hasta ti. *
Cuando levantéis al Hijo del hombre, sabréis que yo soy
Textos para este día:
Números 21,4-9:
En aquellos días, desde el monte Hor se encaminaron los hebreos hacia el mar
Rojo, rodeando el territorio de Edom. El pueblo estaba extenuado del camino, y
habló contra Dios y contra Moisés: "¿Por qué nos has sacado de Egipto para morir
en el desierto? No tenemos ni pan ni agua, y nos da náusea ese pan sin cuerpo." El
Señor envió contra el pueblo serpientes venenosas, que los mordían, y murieron
muchos israelitas. Entonces el pueblo acudió a Moisés, diciendo: "Hemos pecado
hablando contra el Señor y contra ti; reza al Señor para que aparte de nosotros las
serpientes." Moisés rezó al Señor por el pueblo, y el Señor le respondió: "Haz una
serpiente venenosa y colócala en un estandarte: los mordidos de serpientes
quedarán sanos al mirarla." Moisés hizo una serpiente de bronce y la colocó en un
estandarte. Cuando una serpiente mordía a uno, él miraba a la serpiente de bronce
y quedaba curado.
Salmo 101:
Señor, escucha mi oración, / que mi grito llegue hasta ti; / no me escondas tu
rostro / el día de la desgracia. / Inclina tu oído hacia mí; / cuando te invoco,
escúchame en seguida. R.
Los gentiles temerán tu nombre, / los reyes del mundo, tu gloria. / Cuando el Señor
reconstruya Sión / y aparezca en su gloria, / y se vuelva a las súplicas de los
indefensos, / y no desprecie sus peticiones. R.
Quede esto escrito para la generación futura, / y el pueblo que será creado alabará
al Señor. / Que el Señor ha mirado desde su excelso santuario, / desde el cielo se
ha fijado en la tierra, / para escuchar los gemidos de los cautivos / y librar a los
condenados a muerte. R.
Juan 8,21-30:
En aquel tiempo, dijo Jesús a los fariseos: "Yo me voy y me buscaréis, y moriréis
por vuestro pecado. Donde yo voy no podéis venir vosotros." Y los judíos
comentaban: "¿Será que va a suicidarse, y por eso dice: "Donde yo voy no podéis
venir vosotros"?" Y él continuaba: "Vosotros sois de aquí abajo, yo soy de allá
arriba: vosotros sois de este mundo, yo no soy de este mundo. Con razón os he
dicho que moriréis por vuestros pecados: pues, si no creéis que yo soy, moriréis
por vuestros pecados."
Ellos le decían: "¿Quién eres tú?" Jesús les contestó: "Ante todo, eso mismo que os
estoy diciendo. Podría decir y condenar muchas cosas en vosotros; pero el que me
envió es veraz, y yo comunico al mundo lo que he aprendido de él." Ellos no
comprendieron que les hablaba del Padre. Y entonces dijo Jesús: "Cuando levantéis
al Hijo del hombre, sabréis que yo soy, y que no hago nada por mi cuenta, sino que
hablo como el Padre me ha enseñado. El que me envió está conmigo, no me ha
dejado solo; porque yo hago siempre lo que le agrada." Cuando les exponía esto,
muchos creyeron en él.
Homilía
Temas de las lecturas: Los mordidos de serpientes quedarán sanos al mirar a la
serpiente de bronce * Señor, escucha mi oración, que mi grito llegue hasta ti. *
Cuando levantéis al Hijo del hombre, sabréis que yo soy
1. Quítale poder al que se esconde
1.1 El mal se oculta, porque mal y tinieblas se hermanan bien. Por eso suele
suceder que la primera victoria sobre el mal es sacarlo a luz, sea mediante la
denuncia de su perversidad, sea mediante la obra misma de abrir otros caminos,
pues el mal gusta de presentarse como "inevitable".
1.2 Algo así fue lo que sucedió en el relato que nos trae la primera lectura de hoy.
Si hay un animal astuto es la serpiente. Su modo de esconderse es su gran fuerza
al momento de atacar. Pues bien, la serpiente de bronce, indefensa y exhibida en
derrota, es la imagen misma del mal desenmascarado, denunciado, maniatado.
1.3 Es interesante aplicar este principio a nuestra vida. Los males ocultos
corresponden a varias cosas. Por ejemplo: las mentiras que nos gusta creer.
Pensamos que somos buenos pero detestamos que se nos exija serlo. Simplemente
queremos creer que sí somos buenos, sin examen, sin confrontación, sin exigencia.
Como un modo de acariciarnos en secreto. De pronto llega esa confrontación.
Alguien nos pide algo que nos cuesta. Nos sentimos "incómodos". ¿Por qué? Porque
una verdad está a punto de revelarse: no éramos lo que parecíamos ser.
1.4 Otros males reposan en una penumbra que el psicoanálisis llama el
"inconsciente". Muchos recuerdos terribles y heridas espantosas están sepultados
bajo la presión de "mecanismos de defensa" con los que nos sentimos aliviados,
aunque sólo sea falsamente aliviados. Una buena terapia, ojalá psicológica y
espiritual, va sacando a luz mucho de esa basura, con lo que ciertamente
alcanzamos libertad. El mal desenmascarado pierde poder.
2. La frase enigmática por excelencia
2.1 El evangelio de hoy nos ofrece la gran pregunta y el gran enigma. La gran
pregunta está en labios de los enemigos de Cristo: "¿Tú quién eres?". Lo inquieren,
sin duda, para atraparle, para acusarle, para juzgarle. Pero, en fin, ahí queda
enunciada su cuestión. Y es una cuestión hondísima: ¿Quién es Jesús?
2.2 El gran enigma es la respuesta del Señor. La traducción que acompaña estas
palabras se lee así: "Precisamente es lo que les estoy diciendo desde el principio".
Otras traducciones dicen: "El que al principio también os he dicho" (Reina Valera);
"Exactamente lo que acabo de decirles" (Edición Latinoamérica); "Desde el
principio, lo que os estoy diciendo" (Biblia de Jerusalén). Es una frase
extremadamente difícil de traducir. Es la frase enigmática por excelencia.
2.3 Guiados por algunas explicaciones de la Biblia de Jerusalén, algo podemos
entender, sin embargo: la unión que hay entre el ser de Cristo y su propia palabra.
Su ser y su hablar se esclarecen mutuamente, casi como si dijera: "soy mi palabra;
siempre lo he sido", es decir: "desde el principio no soy distinto de lo que escuchan,
no soy diferente de lo que ven". Por otra parte, esta expresión, que nos parece
asaz oscura, sería, paradójicamente, la manifestación misma de la transparencia de
Cristo: "soy lo que manifiesto ser". ¡Adorable, Señor, tus misterios nos fascinan y
desbordan a la vez!