Comentario al evangelio del Miércoles 09 de Abril del 2014
Queridos amigos y amigas:
El libro de Daniel contiene varias leyendas piadosas. La de los tres jóvenes es impactante, casi se
podría decir que es abiertamente contracultural. Si algo valoramos hoy es la tolerancia, el respeto a la
vida, incluso una actitud suavemente iconoclasta respecto de todo. La posmodernidad no resiste
grandes relatos sino sólo crónicas menores. No empuja a las fidelidades hasta la muerte sino
simplemente a consensos provisionales. Por eso no entiende que un joven musulmán se adhiera a la
cintura varias cargas de explosivos y se haga estallar en nombre de Alá. No entiende estos “martirios
absurdos”. Pero quizá lo más grave es que no entiende ningún tipo de martirio. Eso significa que ha
sacralizado de tal manera la propia seguridad e integridad que todo lo que la ponga en cuestión se
juzga antihumano cuando lo verdaderamente antihumano es haber hecho de la vida un colchón de
látex.
Sidrac, Misac y Abdénago son símbolos de una actitud fiel y contracultural. Yo no la llamaría fanática.
Demuestran fe: El Dios a quien damos culto puede librarnos del horno encendido . Poseen fortaleza y
audacia: Has de saber, rey, que no damos culto a tus dioses ni adoramos la estatua que has mandado
erigir .
¿No estamos llamados a vivir también hoy una fe más viva y una fortaleza más audaz? Si no, la vida
cristiana acaba convirtiéndose en una variante cultural del espíritu de nuestra época; es decir, en una
sal que ha perdido su sabor.
Ayer, los enemigos de Jesús insinuaban que podía tener inclinaciones al suicidio. Hoy añaden a la
larga lista de títulos deshonrosos uno más atrevido: lo llaman indirectamente “hijo de prostituta” al
afirmar: Nosotros no somos hijos de prostituta . Es probable que cuando se redacta el evangelio de Juan
una de las acusaciones judías contra el cristianismo fuera precisamente esta: la de presentar a Jesús
como hijo de una prostituta llamada María y de un padre desconocido (¿el famoso legionario
Pantera?). Jesús no entra en esta batalla. Más bien, desmonta los dos títulos (hijos de Abrahán e hijos
de Dios) que los judíos exhiben como timbres de gloria, pero de los que no extraen sus verdaderas
consecuencias. Jesús se lo dice abiertamente: Si fuerais hijos de Abrahán, haríais lo que hizo Abrahán .
Y más adelante: Si Dios fuera vuestro padre me amaríais porque yo salí de Dios y aquí estoy .
Enredado en esta controversia está el asunto de la libertad. ¿Qué nos queda por decir sobre esta palabra
talismán que prestigia cuanto toca? ¡Pues que estamos siempre pervirtiendo su sentido! El criterio de
Jesús no deja lugar a dudas: Os aseguro que quien comete pecado es esclavo. El esclavo no se queda
en la casa para siempre, el hijo se queda para siempre. Y si el Hijo os hace libres, seréis realmente
libres. Confieso que me gusta más esta expresión que la que citamos más a menudo: La verdad os hará
libres . Creo que ambas significan lo mismo, pero, fuera de su contexto joánico, la segunda frase se
presta a muchas interpretaciones interesadas. Quien nos hace libres no es la verdad, entendida como
valor abstracto, sino la verdad que es Jesús: Si el Hijo os hace libres, seréis realmente libres . No puedo
olvidar la célebre frase de Lutero “Domini sumus, ergo domini sumus”, que podríamos traducir
libremente así: “Si somos del Señor, entonces somos realmente señores, libres”.
C.R.