VI Semana de Pascua
Miércoles
Lecturas bíblicas:
a.- Hch. 17, 15. 22-34; 18,1: Discurso de Pablo en Atenas.
Es en Atenas donde Pablo estrena un nuevo modo de presentar el evangelio a los
griegos: templos, dioses, hombres y mujeres cultas, escuelas de filosofía, maestros
insignes, el Aerópago y los discursos socráticos, pero también una sociedad muy
religiosa. Pablo comienza con un recurso técnico como es la “captatio
benevolentiae”, captar la atenci￳n de los oyentes, pero con suavidad y maestría
critica su idolatría y superstición paganas. Pero a su religiosidad, la ciudad de
Atenas, era un magnifico templo filosófico, difícil de distinguirla de la carga
teológica que todas las manifestaciones religiosas tenían y que guiaba la vida de
griegos y romanos. La filosofía del momento era la estoica. A ellos dirige Pablo su
discurso acogiendo la manifestación que Dios ha tenido con ellos, aunque sabemos
que los judíos la encontraban en la Escritura, pero filósofos y poetas griegos,
alcanzaron cierto grado de comunión con Dios con su reflexión. Pablo apunta a la
naturaleza espiritual de la divinidad como punto de convocación para judíos y
griegos. Por eso, habla de Dios como Creador del mundo, punto central de la fe
judía, pero también, dice que Dios no necesita nada ni nadie, ni templos ni
sacrificios, principio de la filosofía estoica, tema común con la fe hebrea (cfr.
Gn.1,1; Is. 42,5). Con este discurso Pablo quiere llevar a sus oyentes a conocer al
“Dios desconocido” (v. 23), pero lo importante es destacar que sin conocer al Dios
verdadero, sin embargo, lo adoran. Esta es la plataforma que permite a Pablo
hablar del Dios verdadero a paganos confundidos por la ignorancia, pero al mismo
conocedores de este Dios verdadero. Entre este mundo de la filosofía y la fe hay
puentes de comunión, pero será la resurrección la barra difícil de saltar a la fe
cristiana, es más, para los oyentes se convierte en piedra de escándalo. Se puede
afirmar, que si bien Dios se ha manifestado a Israel, también a los paganos, por lo
cual, nadie puede hablar de ignorancia en lo cultural, moral y en el juicio final. Pero
Dios en su sabiduría ha preparado un camino de felicidad para cada hombre si
convierte a este Dios desconocido hasta el momento para ellos, pero que la palabra
de Pablo, les presenta. Es necesaria la conversión, desde el juicio que llevará a
cabo Aquel, el hombre aprobado por Dios mediante su resurrección (v. 31),
Jesucristo el Señor.
b.- Jn. 16, 12-15: El Espíritu Santo os guiará hasta la verdad plena.
El evangelio nos va desentrañando la obra del Espíritu, además de juzgar, es la de
ense￱ar, introducirnos en el misterio de Cristo Jesús. “Mucho tengo todavía que
deciros, pero ahora no podéis con ello. Cuando venga él, el Espíritu de la verdad, os
guiará hasta la verdad completa; pues no hablará por su cuenta, sino que hablará
lo que oiga, y os anunciará lo que ha de venir” (vv. 12-13). La verdad plena
consiste en introducir a los hombres de fe en el misterio de Cristo en forma
personal, por la que la tarea del Espíritu es continua con cada creyente. El no
revelará nada que Jesucristo no nos haya enseñado; reveló todo cuanto el Padre le
confío y nos lo comunicó (cfr. Jn. 15,15). La labor del Espíritu es recordarnos su
Palabra y ayudarnos a asumirla en la existencia cristiana de cada día. Profundizar la
Palabra y doctrina del Maestro es tarea del discípulo, comprenderla significa la
voluntad no sólo de guardarla sino que también de observarla con amor. Guiados
por el Espíritu, el creyente alcanza la verdad plena y completa en cuanto alcanza a
ir comprendiendo el misterio de Cristo, de su Evangelio, de la Iglesia, etc. La
calidad de esa comprensión es fundamental, para explicar la relación personal con
ese misterio, a nivel de crecimiento espiritual y como discípulo. No se puede quedar
el creyente en la categoría de admirador o fans de Jesucristo, sin descubrir como
ese misterio de fe alcanza o cubre su vida entera de hombre de fe. La tarea del
Espíritu consistirá en acompañar y dar los elementos necesarios al creyente, según
el estado en que esté de su itinerario, para avanzar, progresar si quiere llegar a la
verdad, que es Jesús para su vida. La labor de la comunidad eclesial, además de la
liturgia, es reconocer que posee los elementos para evangelizar y guiar a los
cristianos a comprender el significado profundo del misterio de Cristo, y del propio
ser humano en la visión cristiana de la realidad concentrando todo este significado
en el misterio pascual. La liturgia despliega a lo largo de todo el año el misterio de
Jesucristo, de ahí la importancia de asistir dominicalmente a la Iglesia y escuchar la
Palabra de Dios, ofrecer la vida precisamente para se vaya incorporando con mayor
calidad e intensidad en el misterio que se celebra. Es el Espíritu Santo quien
comunica a la Iglesia todo lo que recibe de Jesucristo así como ÉL nos entregó lo
que recibió del Padre.
En Cántico Espiritual, Juan de la Cruz, deja establecido cómo el hombre desea que
se le revelen los misterios que cree por la fe plenamente, como si ya estuviera en la
eternidad. Pedagogía divina que baña el alma de gloria cada vez que el hombre
vislumbra en calidad su avance en el misterio de Cristo, porque él se va
asemejando a su divino Maestro en el pensar y obrar. Es la configuración con
Cristo, punto de arranque y meta de la vida cristiana. “¡Oh si esas verdades que
informe y oscuramente me enseñas encubiertas en tus artículos de fe, acabases ya
de dármelas clara y formadamente descubiertas en ellos, como lo pide mi deseo!”
(CB 12,5).
Padre Julio Gonzalez Carretti OCD