II Domingo de Pascua, Ciclo A.
Padre Dr. Juan Pablo Esquivel
S
PRIMERA LECTURA
Los creyentes vivían todos unidos y lo tenían todo en común
Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles 2, 42-47
Los hermanos eran constantes en escuchar la enseñanza de los apóstoles,
en la vida común, en la fracción del pan y en las oraciones.
Todo el mundo estaba impresionado por los muchos prodigios y signos que
los apóstoles hacían en Jerusalén. Los creyentes vivían todos unidos y lo
tenían todo en común; vendían posesiones y bienes, y lo repartían entre
todos, según la necesidad de cada uno.
A diario acudían al templo todos unidos, celebraban la fracción del pan en
las casas y comían juntos, alabando a Dios con alegría y de todo corazón;
eran bien vistos de todo el pueblo, y día tras día el Señor iba agregando al
grupo los que se iban salvando.
Palabra de Dios.
Salmo responsorial
Sal 117, 2-4. 13-15. 22-24(R.: 1)
R. Dad gracias al Señor porque es bueno, porque es eterna su misericordia.
Diga la casa de Israel: eterna es su misericordia. Diga la casa de Aarón:
eterna es su misericordia. Digan los fieles del Señor: eterna es su
misericordia. R.
Empujaban y empujaban para derribarme, pero el Señor me ayudó; el
Señor es mi fuerza y mi energía, él es mi salvación. Escuchad: hay cantos
de victoria en las tiendas de los justos.- R.
La piedra que desecharon los arquitectos es ahora la piedra angular. Es el
Señor quien lo ha hecho, ha sido un milagro patente. Éste es el día en que
actuó el Señor: sea nuestra alegría y nuestro gozo. R.
SEGUNDA LECTURA
Por la resurrección de Jesucristo de entre los muertos, nos ha hecho nacer
de nuevo para una esperanza viva
Lectura de la primera carta del apóstol san Pedro 1, 3-9
Bendito sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, que en su gran
misericordia, por la resurrección de Jesucristo de entre los muertos, nos ha
hecho nacer de nuevo para una esperanza viva, para una herencia
incorruptible, pura, imperecedera, que os está reservada en el cielo. La
fuerza de Dios os custodia en la fe para la salvación que aguarda a
manifestarse en el momento final. Alegraos de ello, aunque de momento
tengáis que sufrir un poco, en pruebas diversas: así la comprobación de
vuestra fe -de más precio que el oro, que, aunque perecedero, lo aquilatan
a fuego- llegará a ser alabanza y gloria y honor cuando se manifieste
Jesucristo.
No habéis visto a Jesucristo, y lo amáis; no lo veis, y creéis en él; y os
alegráis con un gozo inefable y transfigurado, alcanzando así la meta de
vuestra fe: vuestra propia salvación.
Palabra de Dios.
Aleluya Jn 20, 29
Porque me has visto, Tomás, has creído -dice el Señor-.
Dichosos los que crean sin haber visto.
EVANGELIO
A los ocho días, llegó Jesús
+ Lectura del santo evangelio según san Juan 20, 19-31
Al anochecer de aquel día, el primero de la semana, estaban los discípulos
en una casa, con las puertas cerradas por miedo a los judíos. Y en esto
entró Jesús, se puso en medio y les dijo:
-«Paz a vosotros.»
Y, diciendo esto, les enseñó las manos y el costado. Y los discípulos se
llenaron de alegría al ver al Señor. Jesús repitió:
-«Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo. »
Y, dicho esto, exhaló su aliento sobre ellos y les dijo:
-«Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados, les
quedan perdonados; a quienes se los retengais, les quedan retenidos. »
Tomás, uno de los Doce, llamado el Mellizo, no estaba con ellos cuando
vino Jesús. Y los otros discípulos le decían:
-«Hemos visto al Señor.»
Pero él les contestó:
-«Si no veo en sus manos la señal de los clavos, si no meto el dedo en el
agujero de los clavos y no meto la mano en su costado, no lo creo.»
A los ocho días, estaban otra vez dentro los discípulos y Tomás con ellos.
Llegó Jesús, estando cerradas las puertas, se puso en medio y dijo:
-«Paz a vosotros.»
Luego dijo a Tomás:
-«Trae tu dedo, aquí tienes mis manos; trae tu mano y métela en mi
costado; y no seas incrédulo, sino creyente.»
Contestó Tomás:
-¡Señor Mío y Dios mío!
Jesús le dijo:
-¿Porque me has visto has creído? Dichosos los que crean sin haber visto.
Muchos otros signos, que no están escritos en este libro, hizo Jesús a la
vista de los discípulos. Estos se han escrito para que creás que Jesús es el
Mesías, el Hijo de Dios, y para que, creyendo, tengáis vida en su nombre.
Palabra de Dios
“D ICHOSOS LOS QUE NO VEN Y CREEN I I domingo de Pascua
(A,B,C)
La Cruz de Jesucristo , fue un verdadero “escándalo” para los discípulos; la
Cruz no tenía nada de glorioso, al contrario: un tormento en el cual el Señor sufrió
una pasión dolorosísima , una muerte humillante ... y la sepultura pareció ser un
verdadero fin a todo esto...
Tomás , el apóstol, no estaba cuando Jesús se apareció por primera vez y los
apóstoles le anuncian la feliz noticia; hemos visto al Señor ; pero Tomás duda de
sus condiscípulos y del mismo Señor y se empecina en esta postura tan común
entre nosotros: “si no veo, no creo”.
No miremos a Tomás como un “extra￱o”: muchas actitudes nuestras nos
hacen parecidos a él : nuestras incredulidades, desconfianzas, temores, dudas,
nuestros “peros” ante Dios... ya que somos muchas veces cristianos con peros
(“soy cristiano pero... y el pero introduce una cláusula incompatible con una fe
auténtica: con lo cual, en el fondo es como si se dijese “creo, pero no mucho”...); o
tenemos miedo al testimonio , pensando que el error y/o la mentira tienen
derechos, cuando en realidad la mentira no tiene derechos ... aunque cada uno
tenga derecho a expresar su propia opinión, ni la mentira ni el error, de por sí,
tienen derechos...); estas actitudes entre otras que podríamos resumir como
nuestras negativas frente a ciertas exigencias de la fe , le quitan a la misma
pureza, fuerza y alegría; inmersos en muchos problemas, más de una vez
corremos el riesgo de pensar que viendo a Jesús como lo vieron sus
contemporáneos sería más fácil para nosotros creer, tener fe ; nuestras actitudes
en los momentos de prueba “destapan” muchas veces nuestra falta de fe; exigimos
de Dios respuesta inmediata y solución a nuestros problemas: y le preguntamos y
lo acosamos: ¿porqué el hambre? ¿por qué la guerra, la violencia, el aborto, la
injusticia, el negociado? ¿ por qué al malo parece que todo le va bien y al que quiere
hacer las cosas bien parece que todo se le hace más difícil ? ¿por qué a veces las
cosas parecen complicarse sin remedio, por qué aparece el cáncer, la enfermedad,
el dolor, la tristeza, la soledad, la muerte, POR QUÉ ?
¿Es posible vivir esto, y seguir creyendo que Cristo resucitó ?...
¿Que la muerte está vencida? Que hay Vida Nueva, un Nueva Creación?
Las acusaciones son duras, son crueles, con la dureza de la afirmación de
Tomás, Si no veo ...” y la invitación de Jesús recuerda el tono de dureza de
Tomás “Trae tu dedo; ¡aquí están mis manos! ¡Trae tu mano! ¡Aquí está mi
costado!... Tomás se humilla, y Jesús proclama la Bienaventuranza Dichosos los
que creen sin ver...”
Decíamos que:
- A veces pensamos que a nuestra fe le falta algo ”: si pudiéramos ver a
Jesús como los hombres y mujeres que vivieron en su época, si tuviésemos alguna
visi￳n, alguna revelaci￳n especial, algún “milagrito”; pero Judas, Pilato, Barrabás y
muchos Judíos conocieron a Cristo... ¿Y?... Muchos vieron sus milagros, y ¿cómo
reaccionaron? No creyeron en Él ; incluso tuvieron que ver con su condenación, o
simplemente se lavaron las manos...
Para conocer a Jesús lo que hace falta es la fe y por la fe y los
sacramentos conocemos a Cristo de otra forma: el Espíritu Santo nos guía para
que seamos amigos de Dios; no es lo mismo estar en presencia de un desconocido
que estar en presencia de un amigo; por eso cuando estamos en plena amistad con
Dios no necesitamos verlo porque lo sabemos presente, lo experimentamos , lo
vivimos y lo celebramos cada día y en cada momento y de una manera
especialísima en la Misa; percibimos a Jesús mucho mejor que Judas, Pilato,
Barrabás y muchos Judíos, sabemos como nos fortalece, ilumina, conseja,... nos
hace partícipes de su vida.
La fe es entonces un conocimiento mucho más profundo que
sensible ; Jesús ha resucitado y vive entre nosotros, pero sólo la fe puede
percibirlo, y los que lo ven con la fe deben ser sus testigos en el mundo. Los
hombres y mujeres de hoy sólo creerán en Cristo si ven que los cristianos lo
testimonian con su vida ejemplar; viendo a los cristianos se convencerán y creerán
en Cristo... Una comunidad que vive unida dando ejemplo de alegría, de amor, de
solidaridad es la gran prueba de que Cristo ha resucitado , porque esa alegría,
solidaridad y amor no son las de simples hombres porque la fuerza y el heroísmo de
los Santos no es puramente humano; porque la fuerza, santidad, sabiduría y
luminosidad de la Iglesia que se levanta en medio de los pueblos como columna de
verdad no tiene otra explicación que el espíritu de Cristo Resucitado; los hombres
por su sola fuerza no pueden hacer esto.
La fe encuentra su flor más preciosa en la CONFIANZA ... Por eso hoy, II
Domingo de Pascua, día en que por gracia de Dios y por sabia disposición de Juan
Pablo II celebramos la fiesta de la DIVINA MISERICORDIA , con plena
convicción de que la humanidad no encontrará ni tranquilidad ni paz hasta que se
vuelva con plena confianza a la Divina Misericordia, quisiera poner una vez más,
delante de sus corazones, esta devoción tan hermosa, tan profunda, tan
sencillamente completa, a la que considero como una reposición de la del Sagrado
Corazón de Jesús, que el mismo Cristo hace para nuestro tiempo...
En la era de la imagen Jesús nos ha regalado una imagen de su Corazón
Misericordioso: Jesús amable y sonriente, con el brazo levantado no para amenazar
ni castigar, sino para bendecir y perdonar, con el perdón que brota de ese corazón
lleno de amor que su otra mano señala, Corazón del cual brotan la Sangre y el agua
que claman al Padre, para todo el mundo, piedad y compasión...
Y Cristo nos enseño una palabra, corta y llena de fe, para que sepamos cómo
invocarlo: “JESÚS, EN VOS CONFÍO” , síntesis maravillosa de Fe, Esperanza y
Amor, virtudes específicas del cristiano, que el Catecismo de la Iglesia Católica
coloca en directa relación con el primer mandamiento, fuente y síntesis de toda la
vida moral del cristiano...
¡Felices entonces los que por la misericordia que viven y testimonian se
transforman en la prueba viviente de Jesús viviente!; ¡Felices los que creen sin
exigir más prueba que la que nos dio el Padre, entregando a su Hijo único a la Cruz
por nosotros! ¡Felices los que tienen la mirada de la fe y confianza, que es mucho
más penetrante que la de Tomás, porque ya gozan de la presencia del Señor que
ahora vive entre nosotros renovando su victoria sobre la muerte y preparándonos
para la resurrección.
Amén