IV Domingo de Pascua, Ciclo A.
Padre Dr. Juan Pablo Esquivel
S
PRIMERA LECTURA
Dios lo ha constituido Señor y Mesías
Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles 2, l4a. 36-41
El día de Pentecostés, Pedro, de pie con los Once, pidió atención y les
dirigió la palabra:
-«Todo Israel esté cierto de que al mismo Jesús, a quien vosotros
crucificasteis, Dios lo ha constituido Señor y Mesías.»
Estas palabras les traspasaron el corazón, y preguntaron a Pedro y a los
demás apóstoles:
-«¿Qué tenemos que hacer, hermanos?»
Pedro les contestó:
-«Convertíos y bautizaos todos en nombre de Jesucristo para que se os
perdonen los pecados, y recibiréis el don del Espíritu Santo. Porque la
promesa vale para vosotros y para vuestros hijos y, además, para todos los
que llame el Señor, Dios nuestro, aunque estén lejos.»
Con estas y otras muchas razones les urgía, y los exhortaba diciendo:
-«Escapad de esta generación perversa.»
Los que aceptaron sus palabras se bautizaron, y aquel día se les agregaron
unos tres mil.
Palabra de Dios.
Salmo responsorial
Sal 22, 1-3a. 3b-4. 5. 6 (R.: 1)
R. El Señor es mi pastor, nada me falta.
El Señor es mi pastor, nada me falta: en verdes praderas me hace recostar,
me conduce hacia fuentes tranquilas y repara mis fuerzas. R.
Me guía por el sendero justo, por el honor de su nombre. Aunque camine
por cañadas oscuras, nada temo, porque tú vas conmigo: tu vara y tu
cayado me sosiegan. R.
Preparas una mesa ante mí, enfrente de mis enemigos; me unges la cabeza
con perfume, y mi copa rebosa. R.
Tu bondad y tu misericordia me acompañan todos los días de mi vida, y
habitaré en la casa del Señor por años sin término. R.
SEGUNDA LECTURA
Habéis vuelto al pastor de vuestras vidas
Lectura de la primera carta del apóstol san Pedro 2, 20b-25
Queridos hermanos:
Si, obrando el bien, soportáis el sufrimiento, hacéis una cosa hermosa ante
Dios. Pues para esto habéis sido llamados, ya que también Cristo padeció
su pasión por vosotros, dejándoos un ejemplo para que sigáis sus huellas.
Él no cometió pecado ni encontraron engaño en su boca; cuando lo
insultaban, no devolvía el insulto; en su pasión no profería amenazas; al
contrario, se ponía en manos del que juzga justamente. Cargado con
nuestros pecados subió al leño, para que, muertos al pecado, vivamos para
la justicia.
Sus heridas os han curado.
Andábais descarriados como ovejas, pero ahora habéis vuelto al pastor y
guardián de vuestras vidas.
Palabra de Dios.
Aleluya Jn 10, 14
Yo soy el buen Pastor -dice el Señor-, conozco a mis ovejas, y las mías me
conocen.
EVANGELIO
Yo soy la puerta de las ovejas
+ Lectura del santo evangelio según san Juan 10, 1-10
En aquel tiempo, dijo Jesús:
-«Os aseguro que el que no entra por la puerta en el aprisco de las ovejas,
sino que salta por otra parte, ése es ladrón y bandido; pero el que entra
por la puerta es pastor de las ovejas. A éste le abre el guarda, y las ovejas
atienden a su voz, y él va llamando por el nombre a sus ovejas y las saca
fuera. Cuando ha sacado todas las suyas, camina delante de ellas, y las
ovejas lo siguen, porque conocen su voz; a un extraño no lo seguirán, sino
que huirán de él, porque no conocen la voz de los extraños.»
Jesús les puso esta comparación, pero ellos no entendieron de qué les
hablaba. Por eso añadió Jesús:
-«Os aseguro que yo soy la puerta de las ovejas. Todos los que han venido
antes de mí son ladrones y bandidos; pero las ovejas no los escucharon.
Yo soy la puerta: quien entre por mí se salvará y podrá entrar y, salir, Y
encontrará pastos.
El ladrón no entra sino para robar y matar y hacer estrago; yo he venido
para que tengan vida y la tengan abundante.»
Palabra de Dios
E L B UEN P ASTOR
(Homilía
del IV Domingo de Pascua, ciclo “A”)
Queridos Hermanos:
Estamos celebrando el IV Domingo de Pascua, Domingo del Buen
Pastor y Jornada Mundial de oración por las vocaciones . En el marco de esta
celebración, queremos redescubrir la imagen de Cristo Buen Pastor , que da la
vida por sus ovejas y continúa hoy vivo en medio de nosotros.
En el Evangelio de hoy Cristo nos dice que el que entra por la puerta es el
Pastor de las ovejas; de modo que hay una sola forma de ser Pastor en su
Iglesia y es entrado a través del mismo Jesús.
Es así como el mismo Jesús constituye a Pedro y a los demás Apóstoles,
como primer Papa y primeros Obispos de la Iglesia, y ellos a su vez constituyeron a
sus sucesores que en línea ininterrumpida llegan hasta hoy a nosotros en la
persona del Papa, los Obispos, los Presbíteros y los Diáconos.
Todo aquel que pretende ser pastor sin estar constituido de este modo, es
comparado por Cristo con un ladrón y un asaltante, que viene para robar y
a destruir.
Por eso los verdaderos Pastores, nos dice Cristo que se los reconoce por
la voz, es decir, por su modo de hablar. Los verdaderos Pastores quieren
hablar como Jesús , transmitiéndonos, no enseñanzas propias ni doctrinas
llamativas y extrañas, sino sólo las enseñanzas de Jesús, el Buen Pastor.
El sentido de la fe de ustedes, pueblo de Dios, es lo suficientemente
bueno, como para captar la diferencia que hay entre quienes son enviados de Cristo
y aquellos que no son enviados por nadie, sino que se traen a sí mismos, y por eso
mismo no son sino “entrometidos”. Así, tantas sectas distintas, que golpean las
puertas de nuestros hogares y pretenden confundirnos y desviarnos del rebaño de
Cristo, no merecen que les dediquemos nuestra paciencia y nuestro tiempo, ¡son
ladrones y asaltantes, que quieren robarnos nuestra fe y hacer estragos en la
Iglesia de Cristo!.
El respeto por los hermanos que no comparten nuestra religión y no
piensan como nosotros, no debe quitar nada a la firmeza para defender y
resguardar nuestra fe.
Los Pastores que entran por la puerta tratan a las ovejas como el
verdadero Pastor, con su dedicación total y exclusiva; éste es incluso uno de los
sentidos del celibato del Sacerdote, ¡una muestra sublime del amor de los
Pastores!.
Por el celibato hay hombres que renuncian a sus familias para cuidar de
la familia toda de Dios; y en su presencia constante junto a los cristianos,
reconocemos la presencia de Jesús, que se hace presente como siempre, para
salvar. Por eso nadie puede silenciar esa presencia desinteresada, como es el
verdadero amor paternal , en todos los momentos de la vida, cuando el
Sacerdote hace renacer a los hijos de Dios, en las aguas del Bautismo; cuando nos
Confirma y fortalece en la fe, en la Palabra de Dios que se predica; cuando
necesitamos comprensión, consejo, consuelo, ayuda, alegría; cuando estamos
tristes y desanimados, doloridos y golpeados por la vida, vamos a la casa de Dios y
allí encontramos a ese hombre pobre, insignificante en sí mismo y con grandes
limitaciones. Pero ante todo y por sobre todo, hombre de Dios, que nos ayuda a
superar las dificultades, nos anima, nos fortalece, nos empuja a lo grande, a Dios;
nos recuerda nuestro destino de grandeza, “la santidad”, y nos estimula a no ceder
en el esfuerzo por hacer presente en el mundo el Reino de Dios.
Aun en los últimos momentos de nuestra vida, en nuestra última
enfermedad, es el Sacerdote quien nos reanima y fortalece para que nos
dispongamos bien el encuentro con Dios y es él quien nos despide en el cementerio,
confortando a los que quedan y bendiciendo nuestra tumba, el lugar donde
esperamos la resurrección final.
Pero de modo muy especial, hay dos poderes que Jesús confió a los
Apóstoles, los primeros Sacerdotes del Nuevo Testamento: consagrar el pan y el
vino para transformarlos en Cuerpo y Sangre, alimento de Vida Eterna para todos
los hombres, y perdonar todos los pecados. Éstos son en verdad los milagros más
grandes del mundo, que Dios obra ininterrumpida y paradójicamente a través de
hombres pequeños, pecadores como los demás, pero a través de los cuales quiere
seguir amando a su Iglesia.
Poderes realmente inauditos, que no ha concedido Dios a Virgen
Santísima, ni a los Arcángeles, ni a Miguel, ni a Gabriel, ni a Rafael, ni a ninguno de
los Ángeles sino al Sacerdote.
¡Qué pena inmensa siente el hombre de campo cuando ve que la cosecha
está a punto, pero puede perderse porque no hay manos para levantarla!! Es
precisamente por eso que hoy le pedimos con todas nuestras fuerzas al divino
Dueño del campo, que mande más vocaciones a su Iglesia, todas las vocaciones,
pero especialmente las sacerdotales. Necesitamos más sacerdotes, mejores que los
que ya estamos. Necesitamos el Pan de cada día, el perdón del Señor, la
predicación de Su Palabra... y quien no dé efectivamente todo esto!
Por todas estas cosas, queremos hoy rezar por las vocaciones, pidiendo
al Señor que mande muchos y santos pastores a su Iglesia que reproduzcan la
imagen de Cristo, que vivan de tal manera que hagan sentir a todos los cristianos la
presencia de Jesús en medio de ellos.
Y queremos agradecer también a Dios, por las vocaciones que ya están.
Por la vocación del Papa, por la vocación del Obispo, por la vocación de nuestros
Sacerdotes más allegados o los Religiosos o Religiosas, que ya conocemos.
Los religiosos y las religiosas dan entre nosotros un espléndido testimonio
de lo que significa esta otra magnífica vocación, la vocación religiosa. Porque la
vocación a la vida religiosa, de ninguna manera significa renunciar al amor, ni a ser
padre o madre. Las religiosas están esponsalmente unidas a Cristo, que es el Amor
de los amores; y ellas hacen las veces de madres dentro de la Iglesia, cuidando a
los demás, principalmente a los más pobres, a los enfermos, a los más necesitados,
como si fuesen propios y quizás muchas veces, aun mejor que si fuesen propios. Y
los religiosos animan al mundo con su testimonio de Cristo pobre, casto y obediente
al Padre.
Por todas las vocaciones queremos rezar hoy, aunque teniendo en
nuestros corazones de un modo especial, las vocaciones sacerdotales, y el lugar
donde se preparan las mismas, el Seminario, nuestro Seminario, el Seminario
Arquidiocesano de Paraná, donde se preparan los futuros pastores; lugar que
nosotros queremos apoyar afectivamente y efectivamente, con todos nuestros
bríos.
Queridos hermanos, la responsabilidad es de todos, para que en primer
lugar recemos porque la vocación es un don que viene de lo alto y que nadie puede
arrogarse si no es llamado por Dios; pero también para que todos seamos
promotores de vocaciones, para que creemos en nuestra sociedad actitudes
vocacionales de fondo, que originen una auténtica cultura vocacional , una
disposición a escuchar la voz del Señor que llama. La llamada del Señor no pasa
por el teléfono, sino por el consejo, la orientación, la palabra oportuna y el aliento
de los padres y los educadores en general, los maestros , los catequistas , los
animadores de los grupos eclesiales y los guías de asociaciones y movimientos
entre otros.
Finalmente, quiero dirigir una palabra a los jóvenes que me escuchan,
pidiéndoles con el Papa Juan Pablo, que abran el corazón a Cristo, que ofrece un
agua que sacia plenamente nuestra sed de verdad, de gozo, de felicidad, de infinito
y de eternidad. Esa sed que todos tenemos y que sabemos que sólo Dios puede
saciar. Descubran la belleza, la sublimidad y la grandeza de la vocación cristiana.
Háganse sensibles a las necesidades de la Iglesia. Sean dóciles a la voluntad de
Dios y generosos y solícitos a la llamada, que quizás, el Señor está haciendo.
Muchos se preguntan: ¿Por qué ser sacerdote o religiosa?, quizás, por lo menos
creo yo, que algunos jóvenes debieran preguntarse al revés , ¿Por qué no ser
sacerdote, o religioso o religiosa? si es el Señor quien llama!? Es el Señor
mismo el que nos invita a seguirlo de cerca...
Queridos jóvenes: también hoy el Señor sigue llamando... En Su
Nombre, invito a los valientes, y dejo a un lado a los cobardes ; llamo a los
generosos, y sigo de largo frente a los mezquinos; exhorto los que están dispuestos
a jugarse enteros, porque no hay lugar para los mediocres en una vida de total
consagración al amor de Dios y de servicio al prójimo... ¡Ojalá seamos generosos
en la respuesta!... Por eso son los jóvenes principalmente aquellos que deben
reflexionar en este tiempo. La juventud es una etapa, en la que se toman grandes
decisiones que afectan a toda la vida y la Iglesia opta por la juventud, no por
táctica sino por vocación , porque el joven es especialmente capaz de jugarse el
todo por el todo.
¡Ojalá entonces que seamos generosos en la respuesta!, como comunidad y
como personas.
Intentemos entre todos crear, una cultura que permita al hombre
moderno volverse a encontrar a sí mismo, recuperando valores superiores: amor,
amistad, oración y contemplación.
La vida es un don totalmente gratuito que recibimos de Dios, y si esto es
cierto, también es cierto que no existe otro modo de vivir digno del hombre, fuera
de la perspectiva del don de sí mismo.
Cristo Buen Pastor invita hoy a todo hombre a reconocerse en esta
verdad: la vocación nace del amor y lleva al amor, porque el hombre no puede vivir
sin amor.
No hay que tener miedo entonces a la radicalidad de las exigencias de
Jesús, porque el mismo que nos llama, Él es el primero que está dispuesto a darnos
todo lo que nos pide. Si nos pide mucho es porque sabe que podemos dar mucho.
Entonces tenemos que ayudar entre todos a la Iglesia para conservar
joven al mundo.
Tenemos que responder a la cultura de la muerte con la cultura de la vida.
Y sobre todo tenemos que contagiar al mundo de la alegría más
grande que puede tener un hombre en este mundo , la alegría de servir a Dios
y a los hermanos que todo cristiano debe realizar, cada uno en su vocación, pero
que en la vocación consagrada encuentra una particular intensidad.
Que María Santísima, la que supo ser fiel a su vocación, la Humilde Esclava del
Señor, y ahora Reina y Señora de todo lo creado, la Madre de todas la vocaciones,
nos estimule, nos anime y nos bendiga.
Amén