VI Domingo de Pascua, Ciclo A.
Padre Dr. Juan Pablo Esquivel
S
Cuando la Ascensión del Señor se celebra el domingo siguiente, en este domingo VI
de Pascua pueden leerse la segunda lectura y el evangelio asignados al séptimo
domingo, p. 158.
PRIMERA LECTURA
Les imponían las manos y recibían el Espíritu Santo
Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles 8, 5-8. 14-17
En aquellos días, Felipe bajó a la ciudad de Samaria y predicaba allí a Cristo. El
gentío escuchaba con aprobación lo que decía Felipe, porque habían oído hablar de
los signos que hacía, y los estaban viendo: de muchos poseídos salían los espíritus
inmundos lanzando gritos, y muchos paralíticos y lisiados se curaban. La ciudad se
llenó de alegría.
Cuando los apóstoles, que estaban en Jerusalén, se enteraron de que Samaria
había recibido la palabra de Dios, enviaron a Pedro y a Juan; ellos bajaron hasta allí
y oraron por los fieles, para que recibieran el Espíritu Santo; aún no había bajado
sobre ninguno, estaban sólo bautizados en el nombre del Señor Jesús. Entonces les
imponían las manos y recibían el Espíritu Santo.
Palabra de Dios.
Salmo responsorial
Sal 65, 1-3a. 4-5. 6-7a. 16 y 20 (R.: 1)
R. Aclamad al Señor, tierra entera.
0 bien: Aleluya.
Aclamad al Señor, tierra entera; tocad en honor de su nombre, cantad himnos a su
gloria. Decid a Dios: «¡Qué temibles son tus obras!» R.
Que se postre ante ti la tierra entera, que toquen en tu honor, que toquen para tu
nombre. Venid a ver las obras de Dios, sus temibles proezas en favor de los
hombres. R.
Transformó el mar en tierra firme, a pie atravesaron el río. Alegrémonos con Dios,
que con su poder gobierna eternamente. R.
Fieles de Dios, venid a escuchar, os contaré lo que ha hecho conmigo. Bendito sea
Dios, que no rechazó mi súplica ni me retiró su favor. R.
SEGUNDA LECTURA
Como era hombre, lo mataron; pero, como poseía el Espíritu, fue devuelto a la vida
Lectura de la primera carta del apóstol san Pedro 3, 15-18
Queridos hermanos:
Glorificad en vuestros corazones a Cristo Señor y estad siempre prontos para dar
razón de vuestra esperanza a todo el que os la pidiere; pero con mansedumbre y
respeto y en buena conciencia, para que en aquello mismo en que sois calumniados
queden confundidos los que denigran vuestra buena conducta en Cristo; que mejor
es padecer haciendo el bien, si tal es la voluntad de Dios, que padecer haciendo el
mal.
Porque también Cristo murió por los pecados una vez para siempre: el inocente por
los culpables, para conducirnos a Dios. Como era hombre, lo mataron; pero, como
poseía el Espíritu, fue devuelto a la vida.
Palabra de Dios.
Aleluya Jn 14, 23
El que me ama guardara mi palabra -dice el Señor-, y mi Padre lo amará, y
vendremos a él.
Yo le pediré al Padre que os dé otro defensor
EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según san Juan 14, 15-21
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
-«Si me amáis, guardaréis mis mandamientos. Yo le pediré al Padre que os dé otro
defensor, que esté siempre con vosotros, el Espíritu de la verdad. El mundo no
puede recibirlo, porque no lo ve ni lo conoce; vosotros, en cambio, lo conocéis,
porque vive con vosotros y está con vosotros.
No os dejaré huérfanos, volveré. Dentro de poco el mundo no me verá, pero
vosotros me veréis y viviréis, porque yo sigo viviendo. Entonces sabréis que yo
estoy con mi Padre, y vosotros conmigo y yo con vosotros. El que acepta mis
mandamientos y los guarda, ése me ama; al que me ama lo amará mi Padre, y yo
también lo amaré y me revelaré a él. »
Palabra del Señor
Este texto está ubicado en el capítulo 14 del Ev. de San Juan, en ese
largo discurso en que el Señor anuncia a sus discípulos que su regreso al Padre (de
donde salió para salvarnos) es inminente .
J ESÚS NO SE VA (VI D OMINGO DE P ASCUA “A”)
Los discípulos experimentan tristeza por esto, pero Jesús los invita a la
alegría: porque su regreso al Padre significa su definitiva glorificación..., y el
comienzo de la nuestra: el Señor está preparándonos un lugar (conf. Ev. de la
semana pasada) .
Los discípulos están tristes porque razonan de un modo
demasiado humano : si Jesús se va, ya no estará con ellos, piensan. Creen que de
Jesús sólo quedará el buen recuerdo y las enseñanzas (como muchos hombres de
hoy,... como muchos cristianos de hoy... que no terminan de comprender lo que
significa la Resurrección del Señor).
Jesús mismo es el que nos enseña que se va para estar mucho más
presente que antes, pero con una presencia distinta: no ya sujeta a los estrechos
límites del espacio y el tiempo. Esta nueva presencia sólo podrá ser percibida
por la fe y el amor , y no de palabra, sino cumpliendo sus mandamientos...
Y sus mandamientos se reducen a uno sólo: el del Amor .
Pero no como el del Antiguo Testamento: “Amarás al prójimo como a ti
mismo” sino, como dice Jesús, “Ámense unos a otros como Yo los he amado”.
En el primer caso, la medida es humana...pero en la palabra de Jesús, la medida es
divina ... es el mismo Jesús.
¿ Cómo es posible amar así?
Con la fuerza que nos da el mismo Jesús al darnos el Espíritu Santo,
que vendrá a habitar en los discípulos como en un templo espiritual
Ese Espíritu Santo, en el Evangelio de hoy es llamado “ Paráclito ” (esta
palabra aparece varias veces), nombre muy difícil de traducir en una sola palabra, y
que por eso es dejada en griego, lengua original del Nuevo Testamento. Pero que
podemos traducir como El - que - es – llamado – para – que – esté – al –
lado ”... y que viene a ayudar, para iluminar, para enseñar, para dar pruebas y
defender en un tribunal , (por esto se puede traducir por “ abogado ”, aunque es
evidente que su significado es más rico).
Y este “Paráclito” no vendrá sólo algunas veces, sólo en los momentos de
peligro... sino que permanecerá para siempre con los discípulos y en ellos .
De esta forma Cristo mismo asegura a los suyos la fuerza divina que los fortalecerá,
los instruirá, los convertirá en testigos de Jesús en medio del mundo incrédulo... y
de esta forma es Cristo mismo quien llena todo el universo con su presencia de
Resucitado, obrando a través de su Santo Espíritu.
Por esto mismo el Paráclito, junto a nosotros y en nosotros nos ayuda a ver
y entender que la Resurrección de Cristo no es un acontecimiento que le ha
sucedido a Él solo, y que nosotros podemos admirar como “desde fuera”... es algo
mucho más grandioso: Cristo está en nosotros y nosotros en Cristo ... Se ha
producido una unidad tan estrecha, tan fuerte, tan grande y tan real, que por ella
recibimos en nosotros la vida que Jesús glorificado tiene junto al Padre... Vivimos
para siempre en Jesús, y sabemos que el Padre, al amarlo a Jesús, también nos
ama a nosotros así como nos ama Jesús.
El Evangelio de hoy termina con una nota consoladora: “El que conserva
mis mandamientos y los cumple, ése es el que me ama; y el que me ama
será amado por mi Padre y Yo también lo amaré y manifestaré a él ... Se
trata entonces, de amar mucho, de amar con el amor infinito del Padre, que
entrega a su Hijo por nosotros, y del Hijo que se hace hombre y muere en la Cruz
por nosotros...
Vivimos en un mundo que parece desconocer ese amor... más aun, que
parece estar incapacitado para ese amor: todos los días vemos y escuchamos en
radio y T.V. cuáles son las cosas que están “a la orden del día”: el fanatismo, el
negociado, el soborno, la trampa, la mentira, la búsqueda de ventajas personales,
el odio, la crueldad, la violencia en toda forma, como también un amor humano
falso, propuesto muchas veces de modo degradante por los medios, y el manoseo
sucio y desleal de temas y cosas constantemente dichas con increíble
superficialidad y mala intención... lo peor de todo es que este espectáculo triste
parece ser aprobado e incluso aplaudido por muchos que se consideran
cristianos... frente a esto, es el Señor mismo quien nos da la norma, el
mandamiento del verdadero cristiano... y que no es un mandamiento exterior,
sino una fuerza espiritual que nos hace capaces de amar tanto como Él , y
de la misma forma que Él, y esta fuerza es el Espíritu Santo.
Pidamos hoy entonces al Señor que cada día nos hagamos más dóciles
a los impulsos de su Espíritu, para ser verdaderos discípulos en los que
habite la Gloria de Dios.