Comentario al evangelio del lunes, 21 de abril de 2014
Queridos amigos y amigas:
¡Felicidades! Estamos en la Semana Grande de los cristianos. Jesucristo ha resucitado. Y la ola de Vida
que ha provocado, atravesando los tiempos y lugares, quiere llegar hoy también a la orilla de tu vida,
de tu gente, de nuestra Iglesia y de nuestro mundo. Para que todo se transforme en una fiesta: el Padre
está por la vida, la muerte no tiene la última palabra y todos/as tenemos hogar y tarea.
El Evangelio de hoy desborda de alegría. El Resucitado dice: “Alegraos”. Las mujeres se van alegres,
a contárselo a los discípulos. ¡Ya es Primavera… en el mundo!
Pedro, como buen pregonero, la mañana de Pentecostés toma la palabra y pregona la Buena Noticia:
“Os hablo de Jesús de Nazaret… vosotros lo matasteis… Dios lo resucitó”. Hoy es fiesta, fiesta grande.
Esto es la Pascua: el mundo al revés… o mejor, el mundo como Dios lo soñó. El Crucificado es ahora
exaltado junto al Padre. Los discípulos decaídos se transforman en anunciadores de un nombre y de
una esperanza. La injusticia se quedó muda. La muerte trajo nueva vida. La creación ha sido re-creada
y se nos ha dado el Espíritu prometido. ¿Qué más queremos?
“Dios resucitó a Jesús, de lo cual todos nosotros somos testigos”. Esa es nuestra tarea: ser testigos de
Jesús y de su Reino. Porque la ola de la Pascua encuentra resistencias en la historia, en los egoísmos,
en los corazones… empezando muchas veces por el nuestro. Por eso, aunque ya ha sido la Pascua,
todavía no han llegado sus efectos a todo y a todos.
Te invito a que, durante esta semana, te dejes envolver en la alegría de la Pascua… ofreciéndote
humildemente al Señor de la Vida para que siga haciendo de ti un testigo de lo que has recibido.
Señor Resucitado,
anima con tu Espíritu
nuestra vida y la vida de nuestro mundo.
Y hazme testigo de tu Pascua
allí donde tú quieras.
Vuestro hermano en la fe:
Luis Manuel Suárez, claretiano
Luis Manuel Suarez, cmf