II DOMINGO DE PASCUA O DE LA DIVINA MISERICORDIA, CICLO A
Hechos 2, 42-47; Salmo 117; I Pedro 1, 3-9; Juan 2
Al atardecer de aquel día, el primero de la semana, estando cerradas, por miedo
a los judíos, las puertas del lugar donde se encontraban los discípulos, se
present￳ Jesús en medio de ellos y les dijo: “La paz con vosotros”. Dicho esto,
les mostró las manos y el costado. Los discípulos se alegraron de ver al Señor.
Jesús les dijo otra vez: “La paz con vosotros. Como el Padre me envi￳, también
yo os envío”. Dicho esto, sopl￳ y les dijo: “Recibid el Espíritu Santo. A quienes
perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se lo retengáis, les
quedan retenidos”. Tomás, uno de los doce, llamado el mellizo, no estaba con
ellos cuando vino Jesús. Los otros discípulos le decían: “Hemos visto al Se￱or”.
Pero él les contest￳: “Si no veo en sus manos la se￱al de los clavos y no meto
mi dedo en el agujero de los clavos y no meto mi mano en su costado, no creeré
“. Ocho días después, estaban otra vez sus discípulos dentro y Tomás con ellos.
Se present￳ Jesús en medio estando las puertas cerradas, y dijo: “La paz con
vosotros”. Luego dice a Tomás: “Acerca aquí tu dedo y mira mis manos; trae tu
mano y métela en mi costado, y no seas incrédulo, sino creyente”. Tomás le
contest￳: “Se￱or mío y Dios mío”. Dícele Jesús: “Porque me has visto has creído.
Dichosos los que no han visto y han creído”. Jesús realiz￳ en presencia de los
discípulos otros muchos signos que no están escritos en este libro. Éstos han
sido escritos para que creáis que Jesús es el Cristo, el hijo de Dios, y para que
creyendo tengáis vida en su nombre.
Luego que hemos celebrado el Misterio de Pascua de Nuestro Señor Jesucristo,
vivimos la octava de Pascua, tiempo que explicado de manera sencilla podemos
decir es un domingo que termina a la entrada de este domingo y, se celebra
como si fuera una única celebración en el arco de 7 días; llamados también
“Semana de Pascua”. Al respecto, en el tiempo que se abre de cincuenta días de
fiesta hasta Pentecostés, la Iglesia nos invita a vivir el Memorial del Señor
Resucitado, no como un recuerdo sino en el espíritu y en el sentido como Cristo,
lo ha vivido, es decir llevando a cumplimiento la voluntad del Padre. De esta
manera, nosotros seremos beneficiarios de la obra del Padre realizada y
cumplida en su Hijo. Al respecto el Papa Francisco nos dice: ᆱ…Esta es la
culminación del Evangelio, es la Buena Noticia por excelencia: Jesús, el
crucificado, ha resucitado. Este acontecimiento es la base de nuestra fe y de
nuestra esperanza: si Cristo no hubiera resucitado, el cristianismo perdería su
valor; toda la misión de la lesia se quedaría sin brío, pues desde aquí a
comen ado desde aquí reemprende siempre de nue o. El mensaje que los
cristianos lle an al mundo es este: es s, el Amor encarnado, muri en la cru
por nuestros pecados, pero ios Padre lo resucit lo ha constituido Señor de la
vida y de la muerte. En Jesús, el Amor ha vencido al odio, la misericordia al
pecado, el bien al mal, la erdad a la mentira, la ida a la muerte…ᄏ (Francisco,
Bendición Urbi et Orbi en el Domingo de Pascua, 20 de abril de 2014).
Hoy la Iglesia nos renueva el llamado a vivir la fe dejando que Dios Padre, en
Cristo, obre en nuestra vida, es decir abandonados a su voluntad y al diseño que
Él tiene pensado para nosotros; pues tantas veces pensamos que ser creyentes
significa esperar que Dios lleve adelante y haga realidad nuestros planes,
debemos pedir a Dios que nuestra vida se conforme a su diseño; y por eso no
podemos tener miedo de que Cristo entre en nuestras vidas; el miedo surge
porque pensamos que si Él entra cambiará nuestros planes y nos llevará por
donde no queremos; entonces permanecer en este miedo nos llevaría a dejar a
Dios de lado en nuestra vida, y en consecuencia, ser sólo creyentes en
apariencia. Por eso la carta a los Hebreos dice en el capítulo 5: «... Señor me
has dado un cuerpo para hacer tu voluntad...».
En la primera lectura se nos presenta a la primera comunidad cristiana, que
tenía todo en común, pero como dicen los primeros Padres Apostólicos: «... a
diferencia de los paganos, los cristianos sólo tienen una sola mujer, y no la
tienen en común...». Pero un aspecto a destacar es el de la oración, dice el
texto: «... subían al templo a orar...», porque la comunión y el amor entre los
cristianos están centrados en la experiencia salvífica de Cristo Resucitado; y en
esta experiencia se dan los lazos de hermandad.
En el evangelio de este día, vemos a uno de los discípulos, Tomás, que ha visto
de cerca al Maestro; ha vivido, ha comido y compartido con Él, pero pone en
duda el hecho de la resurrección. Al respecto, este hecho es providencial para
nosotros que no hemos estado cerca al Maestro, ni comido, ni bebido con Él. Es
importante remarcar el nombre, pues el diálogo, las crisis, el amor: es
experiencia personal.
En la primera parte el evangelio nos dice que Cristo insufló sobre los presentes
el Espíritu. Este gesto lo encontramos también en el libro del Génesis: «... Dios
hizo al hombre de barro e insufló sobre él, el hálito de vida,...». Entonces el Acto
de Dios Creador, es el mismo Acto de Dios Redentor; pues sólo Dios mismo
podía recrear su obra, porque Él no se ha arrepentido de su obra. El hecho de
que Tomás no haya creído en Cristo Resucitado, es porque este acontecimiento
de la resurrección excedía a sus posibilidades y a su capacidad humana, porque
la Fe es un don, y el evangelio nos dice que Tomás no estaba presente con los
otros discípulos, cuando aparece resucitado la primera vez.
Nosotros estamos llamados a ser de estos Bienaventurados que, sin ver hemos
creído, porque hemos recibido y participamos por el Espíritu Santo de la Vida
Nueva, que se nos ha dado por la victoria de Cristo sobre la muerte.
Participaci n por la racia del bautismo recibido. Por eso Cristo dice: “...
dic osos los que creen sin aber isto,...”, esto Cristo lo a dic o por todos
nosotros, y por todo aquel que abraza la Fe; porque la Fe en el Dios Redentor,
en Dios Creador, no nace de la carne ni de la sangre, como Jesús le dice a
Pedro: «...mi Padre del cielo te lo ha revelado...».
Estos cincuenta días de Fiesta Pascual, la Madre Iglesia nos invita a unirnos al
canto del Aleluya, y que el Señor Resucitado nos conceda vivir de los frutos de la
Vida del ombre redimido. Como nos lo dice el Papa Francisco: ᆱ… ejemos que
el estupor gozoso del Domingo de Pascua se irradie en los pensamientos,
miradas, actitudes, gestos y palabras... Ojalá seamos tan luminosos. ¡Pero esto
no es un maquillaje! Viene desde dentro, de un corazón sumergido en la fuente
de esta alegría, como el de María Magdalena, que lloró por la pérdida de su
Señor y no creía a sus ojos viéndolo resucitado. Quien realiza esta experiencia
se convierte en un testigo de la resurrección, porque en cierto sentido ha
resucitado él mismo, ha resucitado ella misma. Entonces es capaz de llevar un
"rayo" de la luz del Resucitado en las diferentes situaciones: en las felices,
haciéndolas más bellas y preservándolas del egoísmo; en las dolorosas, llevando
serenidad esperan a…ᄏ (Francisco, Oraci n del Re ina Coeli, 21 de abril de
2014).
Estimado hermano que el Espíritu del Resucitado, cure las heridas de nuestras
incredulidades, para que como Tomás podamos reconocerlo, como Nuestro
Señor y Pastor.
Cristo Ha Resucitado, Verdaderamente ha Resucitado.
Pbro. Oscar Balcázar Balcázar