Viernes 25 de Abril de 2014
Santoral: Marcos
Hechos 4,1-12 Ningún otro puede salvar
Salmo responsorial: 117 La piedra que desecharon los arquitectos es ahora la
piedra angular.
Juan 21,1-14 Jesús se acerca, toma el pan y se lo da, y lo mismo el pescado
En aquel tiempo, Jesús se apareció otra vez a los discípulos junto al lago de Tiberíades. Y
se apareció de esta manera: Estaban juntos Simón Pedro, Tomás apodado el Mellizo,
Natanael el de Caná de Galilea, los Zebedeos y otros dos discípulos suyos. Simón Pedro les
dice: Me voy a pescar. Ellos contestan: Vamos también nosotros contigo. Salieron y se
embarcaron; y aquella noche no cogieron nada. Estaba ya amaneciendo, cuando Jesús se
presentó en la orilla; pero los discípulos no sabían que era Jesús.
Jesús les dice: Muchachos, ¿tenéis pescado? Ellos contestaron: No. Él les dice: Echad la
red a la derecha de la barca y encontraréis. La echaron, y no tenían fuerzas para sacarla, por
la multitud de peces. Y aquel discípulo que Jesús tanto quería le dice a Pedro: "Es el Señor.
Al oír que era el Señor, Simón Pedro, que estaba desnudo, se ató la túnica y se echó al agua.
Los demás discípulos se acercaron en la barca, porque no distaban de tierra más que unos
cien metros, remolcando la red con los peces.
Al saltar a tierra, ven unas brasas con un pescado puesto encima y pan. Jesús les dice:
Traed de los peces que acabáis de coger. Simón Pedro subió a la barca y arrastró hasta la
orilla la red repleta de peces grandes: ciento cincuenta y tres. Y aunque eran tantos, no se
rompió la red. Jesús les dice: Vamos, almorzad. Ninguno de los discípulos se atrevía a
preguntarle quién era, porque sabían bien que era el Señor. Jesús se acerca, toma el pan y
se lo da, y lo mismo el pescado. Esta fue la tercera vez que Jesús se apareció a los
discípulos, después de resucitar de entre los muertos.
Cristo ha resucitado. Verdaderamente ha resucitado
Pensemos…
Vuelve el Señor a aparecérseles a los discípulos, ahora en la faena del trabajo. Ya
habían abandonado el lugar donde estaban metidos por miedo. De seguro les dio hambre y
tenían necesidad de pescar.
Entonces…
Estamos siempre ocupados, distraídos y no nos damos cuenta que Jesús está entre
nosotros. En la mañana que despunta como regalo de su misericordia; en el aire que
respiramos; en la comida que es don del esfuerzo; de las personas hermanos y miembros
de la comunidad; en los sacramentos instrumentos de salvación…
Tan ocupados que nos desquiciamos por el trabajo al punto que nos esclaviza y nos
somete sin darle tiempo a la familia y a Dios. Cuántos domingos sin alabar o bendecir a Dios
en ese tercer mandamiento de santificar las fiestas. Hoy en el evangelio encontramos a
Jesús entre sus discípulos y ellos tan ocupados que en ese no pescar nada y la forma
íntima que dialoga con Pedro.
El Señor se manifiesta en lo duro de cada día. En la faena del trabajo y lo hace para
animarnos, para acompañarnos. Pero tan ocupados que no comprendemos, ni entendemos
su presencia. Tenemos que aprender a recibir la luz de la resurrección en lo cotidiano de
nuestras vidas. Llega el amanecer y con las manos vacías nos alcanza el Señor y es ahí
donde tenemos que reconocerlo para tomar fuerzas. Es el Señor que nos habla para que
tomemos conciencia del momento. No es tanto la pobreza o el no tener para comer. Es
seguir en el esfuerzo cotidiano para lograr y alcanzar lo que nos hace falta. “Echen las redes
a la derecha de la barca y encontrarán”
La fe no consiste en hacer las cosas fáciles, sino que convierte lo imposible en
posible. Por eso, los espera en tierra firme y en la comida, otra vez, lo reconocen. Le habla a
Pedro, el más viejo de la partida y éste siente miedo y se arroja al mar. A ese mar que
representa las dificultades de la vida que tendrá que enfrentar Pedro y los demás discípulos
a lo largo de sus ministerios.
Qué bueno es tener en esa barca a Jesús como timonel. Como capitán que conoce
de mares y nos llevará a puerto seguro.
Padre Marcelo
@padrerivas