III Semana de Pascua
Introducción a las lecturas
El domingo que abre esta semana pascual viene llamándose ‘el de las
apariciones’, pues en los tres ciclos la página evangélica nos muestra al Señor
resucitado con los suyos, y en una comida compartida; no es de extrañar que las
comunidades cristianas vean una alusión a la mesa abierta que es la eucaristía,
‘donde comemos y bebemos el pan y el vino de la vida’ como reza un himno de
la Liturgia de las Horas.
Las lecturas de este tercer domingo pascual pivotan entre el valiente discurso de
Pedro a la gente, aunque recortado en cuatro versículos, apretado resumen del
contenido de la predicación apostólica, y un fragmento de la primera Carta de
Juan donde pone en evidencia la contradicción entre afirmar que se conoce a
Dios y no se guarda su Palabra. Buena oferta de ánimo para perder el miedo a
vivir lo que decimos creer.
Las primeras lecturas de los tres días de la semana nos presentan a Esteban,
mártir en el sentido más pleno de la expresión, que nos deja el admirable
encargo de creer en el Dios que ha enviado a Cristo Jesús. En los restantes días,
asistimos a episodios tan señeros como el de Felipe o el impresionante relato de
la conversión de quien otrora se ensañaba con la Iglesia, Saulo de Tarso.
Los fragmentos evangélicos tienen el hilo conductor del profundo discurso del
Pan de la Vida, que en el relato de Juan se apoya en la multiplicación de los
panes y los peces. Ocasión para acoger en nuestro corazón a quien se nos da
como alimento y mejor razón de vivir.
Con permiso de dominicos.org