III Domingo de Pascua, Ciclo A.
Donde encontramos al Resucitado
La Palabra: “Andando por el camino, mientras conversaban y discutían, Jesús en
persona se acercó y se puso a caminar con ellos”. Pero estaban cegados y no
podían reconocerlo (evangelio).
Las primeras comunidades cristianas pronto sufrieron la persecución. Los judíos
consideraban a los cristianos una secta dentro del judaísmo, muy peligrosa
especialmente para aquellos que se servían de la religión oficial para mantener sus
posiciones privilegiadas y discriminaban a los pobres. Ellos condenaban a Jesús y
perseguían a sus discípulos. La persecución de los cristianos tenía lugar en el
Imperio romano, porque los cristianos no adoraban a dioses falsos ni al emperador
romano. Ante la persecución, los primeros cristianos se preguntaban: ¿dónde está
el Resucitado ahora que necesitamos su presencia y su apoyo?
2. A esta situación trata de responder el evangelista Lucas con el relato sobre los
discípulos de Emaús: “Nosotros esperábamos la liberación; pero Jesús acabó en el
fracaso de la cruz, y nosotros ahora andamos perdidos”. Y mientras van de camino,
hablando de lo que ocurre, desencantados y sin esperanza, el Resucitado se
presenta como caminante que les acompaña, les da esperanza y les recuerda lo que
dice la Biblia: el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob es dueño de la vida y no
abandona a sus fieles. Jesús de Nazaret vivió y murió por amor siendo testigo de
ese Dios de la vida que tampoco le abandonó en la muerte.
3. También a nosotros el Resucitado nos sale al encuentro mientras caminamos por
la vida. En personas de buen corazón, en cristianos que viven esperanzados, en los
excluidos, su clamor impacta y altera. También está presente en el Evangelio, la
Palabra vivida en las primeras comunidades cristianas. La Biblia y los Evangelios es
la Palabra que tenemos todos; en ella nos habla el Resucitado. Sobre todo nos
encontramos con el Resucitado en la eucaristía. Cuando comulgamos participamos
en la vida de Jesús, el hombre a quien confesamos Palabra de Dios, que vivió
siendo siempre para los demás. Y su forma de relacionarse con los demás quedó
plasmada en su gesto durante aquella cena de despedida. Siendo señor y maestro
se arrodilló ante sus discípulos para lavarles los pies. Comulgamos la vida de
Jesucristo resucitado tratando de re-crear en nuestra conducta la conducta de
Jesús.
Fray Jesús Espeja, OP
Con permiso de Palabranueva.net