“VOCACIONES, TESTIMONIO DE LA VERDAD”
Homilía monseñor Juan Rubén Martínez, obispo de Posadas
para el 4º domingo de Pascua el año
(11 de mayo 2014)
Cada a￱o en este cuarto domingo de Pascua rezamos por las vocaciones. “Vocaci￳n” quiere decir
llamado y en la vida de cada varón y mujer hay un llamado a estar en comunión de amor con Dios. En
este domingo celebramos la “Jornada mundial por las Vocaciones” y oramos especialmente por las
vocaciones sacerdotales y consagradas. Anualmente el Papa nos envía una carta que este año se
denomina: “Vocaciones, testimonio de la Verdad”.
El texto del Evangelio de este domingo (Jn 10, 1-10), nos ayuda a comprender la importancia de orar
por las vocaciones sacerdotales y consagradas, y a hondar en esta imagen de Jesús, como Buen Pastor:
“Yo soy la Puerta, El que entra por mi se salvará; podrá entrar y salir y encontrará su alimento. El ladr￳n
no viene sino para robar, matar y destruir. Pero yo he venido para que las ovejas tengan vida, y la tengan
en abundancia” (Jn 10, 9-10).
El mismo Señor eligió a los Apóstoles de entre los discípulos para que sean sus sacerdotes y apacienten
sus ovejas. En este sentido es bueno recordar el diálogo entre Jesús y Pedro:”Sim￳n, hijo de Juan ¿me
amas?, Señor tú lo sabes todo, tu sabes que te quiero. Entonces Jesús le dijo, apacienta mis ovejas” (Jn
21,17).
Hoy también seguimos necesitando que haya jóvenes que quieran donar sus vidas a Dios y a sus
hermanos, respondiendo al llamado que Dios les hace a la vida sacerdotal o consagrada.
Si bien estas vocaciones específicas como el sacerdocio o la vida consagrada siempre han revelado más
intensamente la presencia de Dios, hoy son especialmente necesarias. Son un signo orientador para una
“sociedad” excesivamente materialista y pragmática. En definitiva la solución a un tiempo marcado por
distintas crisis, no pasa por el solo aumento de “tecnología de avanzada” o la “credibilidad de los
mercados”, sino en la multiplicaci￳n de gente “creíble” que quiera vivir una mayor comuni￳n con Dios
y considere a cada hombre su hermano, generando una cultura más solidaria.
El Papa Francisco en el mensaje que nos envía para esta jornada mundial de oración por las vocaciones
nos dice : “Muchas veces hemos rezado con las palabras del salmista: «Él nos hizo y somos suyos, su
pueblo y ovejas de su rebaño» (Sal 100,3); o también: «El Señor se escogió a Jacob, a Israel en
posesión suya» (Sal 135,4). Pues bien, nosotros somos «propiedad» de Dios no en el sentido de la
posesión que hace esclavos, sino de un vínculo fuerte que nos une a Dios y entre nosotros, según un
pacto de alianza que permanece eternamente «porque su amor es para siempre» (cf. Sal 136). En el
relato de la vocación del profeta Jeremías, por ejemplo, Dios recuerda que él vela continuamente sobre
cada uno para que se cumpla su Palabra en nosotros. La imagen elegida es la rama de almendro, el
primero en florecer, anunciando el renacer de la vida en primavera (cf. Jr 1,11-12). Todo procede de él
y es don suyo: el mundo, la vida, la muerte, el presente, el futuro, pero asegura el Apóstol «vosotros
sois de Cristo y Cristo de Dios» (1 Co 3,23). He aquí explicado el modo de pertenecer a Dios: a través
de la relación única y personal con Jesús, que nos confirió el Bautismo desde el inicio de nuestro
nacimiento a la vida nueva. Es Cristo, por lo tanto, quien continuamente nos interpela con su Palabra
para que confiemos en él, amándole «con todo el corazón, con todo el entendimiento y con todo el ser»
(Mc 12,33). Por eso, toda vocación, no obstante la pluralidad de los caminos, requiere siempre un
éxodo de sí mismos para centrar la propia existencia en Cristo y en su Evangelio. Tanto en la vida
conyugal, como en las formas de consagración religiosa y en la vida sacerdotal, es necesario superar
los modos de pensar y de actuar no concordes con la voluntad de Dios. Es un «éxodo que nos conduce a
un camino de adoración al Señor y de servicio a él en los hermanos y hermanas» ( Discurso a la Unión
internacional de superioras generales , 8 de mayo de 2013). Por eso, todos estamos llamados a adorar a
Cristo en nuestro corazón (cf. 1 P 3,15) para dejarnos alcanzar por el impulso de la gracia que anida
en la semilla de la Palabra, que debe crecer en nosotros y transformarse en servicio concreto al
prójimo. No debemos tener miedo: Dios sigue con pasión y maestría la obra fruto de sus manos en cada
etapa de la vida. Jamás nos abandona. Le interesa que se cumpla su proyecto en nosotros, pero quiere
conseguirlo con nuestro asentimiento y nuestra colaboración”.
Este domingo vocacional es una oportunidad para que cada uno de los sacerdotes y consagrados, demos
gracias a Dios por nuestro llamado. Desde ya que ninguno somos dignos de este maravilloso “don” de
Dios. Don que es fruto de Su Amor.
Como toda vocación cruces no faltan, pero Dios es providente y nos acompaña con predilección, para
que nuestra vida esté cargada de sentido.
Al finalizar esta reflexión en la Jornada por las Vocaciones, quiero pedir a todas las comunidades que
intensifiquen la oración por las vocaciones, y a los jóvenes y a las jóvenes que vivan a fondo su
“vocaci￳n cristiana”, y si Dios los llama al sacerdocio o a la vida consagrada, no se achiquen que Dios
no abandona.
Un saludo cercano y hasta el próximo domingo.
Mons. Juan R. Martínez, obispo de Posadas