COMPARTIENDO EL EVANGELIO
Reflexiones de Monseñor Rubén Oscar Frassia
(Emitidas por radios de Capital y Gran Buenos Aires – ciclo
2014)
Domingo 11 de mayo de 2014 – cuarto domingo de Pascua –
Domingo del Buen Pastor
Evangelio según San Juan 10,1-10 (ciclo A)
Jesús dijo a los fariseos: "Les aseguro que el que no entra por la
puerta en el corral de las ovejas, sino por otro lado, es un ladrón y
un asaltante. El que entra por la puerta es el pastor de las ovejas. El
guardián le abre y las ovejas escuchan su voz. El llama a cada una
por su nombre y las hace salir. Cuando las ha sacado a todas, va
delante de ellas y las ovejas lo siguen, porque conocen su voz.
Nunca seguirán a un extraño, sino que huirán de él, porque no
conocen su voz". Jesús les hizo esta comparación, pero ellos no
comprendieron lo que les quería decir. Entonces Jesús prosiguió:
"Les aseguro que yo soy la puerta de las ovejas. Todos aquellos que
han venido antes de mí son ladrones y asaltantes, pero las ovejas
no los han escuchado. Yo soy la puerta. El que entra por mí se
salvará; podrá entrar y salir, y encontrará su alimento. El ladrón no
viene sino para robar, matar y destruir. Pero yo he venido para que
las ovejas tengan Vida, y la tengan en abundancia."
EL BUEN PASTOR DA LA VIDA POR SUS OVEJAS
Jesucristo es el Buen Pastor que se identifica con el pueblo semita a través
de esta imagen, tan común y conocida porque se trata de un pueblo
pastoril. Es importante la identidad que tiene y la relación del Buen Pastor
que conoce a sus ovejas y ellas conocen su voz. Esto habla de vinculación,
de identidad, de referencia permanente, de cercanía, de respaldo y
autoridad. En su rol, el pastor tiene que guiar, conducir, acompañar, ir tanto
por delante como al medio o atrás para sostener a las más débiles.
Hoy debemos mirar a Jesucristo, el Buen Pastor, que dio la vida y tiene
autoridad por ello, que nos ama permanentemente, que nunca abandona a
sus ovejas. Porque ¿quiénes abandonan a sus ovejas? Aquellos que no
viven intensamente el amor, porque tienen otros intereses que no son
específicamente el cuidado y la protección, más bien son usurpar,
aprovecharse, ser interesados, mezquinos, injustos y no tienen en cuenta la
necesidad del otro.
De ellos dice Jesús que no son buenos pastores porque son ladrones y
asaltantes, vienen para robar, matar y destruir; en el fondo no aman. En
cambio, el que ama y da su vida es Jesús. Da su vida para que nosotros
tengamos “vida en abundancia”. Es así que Dios se hace responsable de
nosotros y nosotros tenemos que ser responsables de los demás. Dios da la
vida por nosotros y nosotros tenemos que dar la vida por los demás.
En una sociedad que no se compromete, que es individualista, intimista,
que sólo se interesa por sus cosas, que no quiere ver las necesidades
reales, que no se quiere complicar la vida, no quiere estar atento a las
necesidades de los otros porque “eso le quita tiempo y espacio”, la
diferencia es el Buen Pastor que siempre está y no abandona. El mal pastor
en apariencia está pero en realidad siempre abandona.
Pidamos a Jesús que nos de la comprensión que tanto necesitamos en la
Iglesia, en el mundo, en la vida: ¡gente que esté y se comprometa!, ¡gente
que esté y se entregue!, ¡gente que esté y se dé hasta el final!, como la
vela encendida, hasta que se apague.
Que Jesús, el Buen Pastor, nos ayude a tener un corazón de pastor.
Les dejo mi bendición en el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén