DOMINGO IV DE PASCUA (A)
Homilía del P. Valentí Tenas, monje de Montserrat
11 de mayo de 2014
Jn 10,1-10.
El recordado P. Raimon María Civil, monje de gran cultura y de inmensa humanidad,
prior durante muchos años de Sant Miquel de Cuixà y pastor del rebaño de ovejas de
aquel Monasterio del Conflent, disfrutaba en este domingo IV de Pascua, también
llamado del Buen Pastor, comentando el texto evangélico del capítulo décimo de San
Juan. Decía, precisando: "El pastor camina delante del rebaño cuando el camino es
difícil, escabroso o asfaltado con tráfico. Siempre es Él el primero, quien abre el paso
y, con voz alta, llama, repetidamente, para mantener la cohesión de todo el rebaño.
Las ovejas reconocen su voz y le siguen. El pastor camina detrás del rebaño si el
sendero es conocido y el paso es lento y tranquilo. El buen pastor conoce y escucha
cada una de sus ovejas y las califica según su propio carácter. Así, está: la mansa, la
quejosa, la terca, la gruñona, la enfermiza, la despistada y, como siempre, la corta.
Dejar el rebaño a salvo y buscar una oveja perdida es un hecho normal si el pastor
tiene un buen perro pastor para mantener el ganado quieto en un lugar concreto. Al
llegar al prado de pastar, el Mayoral y Rabadán se colocan en un punto visible para
mantener el rebaño controlad, y las ovejas con un vistazo, o de reojo, vigilan así a los
pastores. Pastor tranquilo, ganado en calma. Pastor nervioso, ovejas nerviosas. Es un
vínculo, un intercambio de amor y de seguridad. Dentro del redil o el corral, el rebaño
de ovejas conoce de lejos la voz y el olor del pastor. Y si se trata de un ladrón o de un
extraño huyen, porque no conocen su voz. Así, el corral, lejos de convertirse en
imagen de encierro, lo es de libertad y de seguridad.
Hermanos y hermanas, Jesús es el Buen Pastor, que conduce a sus ovejas. Y la
Iglesia es el rebaño que Él guía. En las Catacumbas Romanas, la imagen del Buen
Pastor pintada finamente en la pared blanca, llevando un pequeño cordero en sus
hombros, era y es un símbolo del amor total de Cristo por su Iglesia. El evangelista
Juan se explaya con tres metáforas muy plásticas que escenifican la comunión total
con Jesús. La Puerta, el Buen Pastor y la Voz. Jesucristo es la Puerta de Salvación:
La única Puerta verdadera y el umbral de la libertad. Todo el mundo puede entrar y
salir libremente porque en Él está la vida en abundancia. Él es el paso para nuestra
salvación, nuestra pascua, el pasaje a la vida eterna. El Cordero de Dios que lleva
sobre sí los pecados de todos nosotros. La puerta estrecha que conduce a la vida en
abundancia.
Jesucristo es el Buen Pastor que ha resucitado y ha dado la vida por sus ovejas, y se
ha dignado morir por su rebaño. Israel fue en épocas remotas un pueblo nómada y,
por tanto, de pastores. David, el gran Rey constructor, ungido por el profeta Samuel,
era un pastor. Cristo es el ungido de Dios que ha ocupado el trono de David. Él es el
Mayoral, el portador del nuevo reino de Dios por todos nosotros. Será Él, el Buen
Pastor Jesús, quien encomendó personalmente a San Pedro que tomara la dirección y
el pastoreo de toda la Iglesia. El báculo de los obispos recuerda el palo largo de los
pastores, y llamamos Pastoral a su actividad.
Jesucristo es la Voz: Hacer llegar su Voz a toda la Humanidad, a todos los que no lo
reconocen, es la misión de toda la Iglesia. Jesús es la Voz que Llama al rebaño a
seguirle, pueblo escogido, pueblo de bautizados. Los pastores de Belén oyeron la voz
del ángel y acto seguido respondieron a su llamada. Si vosotros hoy oís su voz no
endurezcáis vuestros corazones. Sobre todo hoy, en esta jornada mundial de oración
por las vocaciones.
Hermanos y Hermanas: La parábola del Buen Pastor es una invitación a superar
nuestro individualismo, para alcanzar un sentido más profundo de comunidad cristiana,
viva y activa, variada y diversa, pero con un solo Pastor, Puerta y Voz, que nos conoce
personalmente y que nos llama siempre por el propio nombre. Que la debilidad del
rebaño llegue allí donde ha llegado la fortaleza de su Pastor, Jesucristo.