DOMINGO V DE PASCUA. CICLO A
“YO SOY EL CAMINO, LA VERDAD Y LA VIDA”
EMILIO RODRIGUEZ ASCURRA / contactoconemilio@gmail.com /
Twitter;@emilioroz
La promesa del retorno mesiánico luego de la ascensión de Jesús a los
Cielos parece inminente, de hecho durante algún tiempo los discípulos
vivieron expectantes de la misma, sin embargo con el paso del tiempo
comenzaron a razonar que ésta no acaecería tan prontamente como ellos
los estimaban sino al final de los tiempos. En este anuncio anterior a su ida
al Reino Celestial es donde Jesús, el Cristo, se revela como “Camino, Verdad
y Vida”, haciendo uso de la f￳rmula reservada a Dios por el pueblo judío “Yo
soy” (Ex. 3,14), lo que los escandalizaba. De sí mismo dirá: “Yo soy…”: “el
pan de vida” (Jn 6,35); “la luz del mundo” (Jn 10,7); “la puerta por la que
deben entrar las ovejas” (Jn 10,7); “el Buen Pastor” (Jn 10,11); “la
resurrecci￳n y la vida” (Jn 11,25); “el camino, la verdad y la vida” (Jn
14,6); “la vid” (Jn 15,5).
Sin embargo todos éstos son modos de afirmar su esencia divina, su ser-
Dios, en el libro del Éxodo quien habla es Dios mismo, en el Nuevo
Testamento es Cristo quien encarna al Padre al tiempo que es Dios. Esto ha
causado grandes controversias a lo largo de los siglos, en especial en torno
a los primeros cuando debió ser afirmado el dogma de la encarnación,
“porque, según la doctrina evangélica y apost￳lica, lo principal de nuestra fe
es que nuestro Señor Jesucristo e Hijo de Dios no se separa del Padre ni en
la confesión del honor, ni en el poder de su virtud, ni en la divinidad de la
sustancia, ni por el intervalo del tiempo” 1
En nuestros días es habitual observar la existencia de un gran
“supermercado de lo religioso”, o de un “cristianismo a la carta”, según la
cual es común apropiarse de la imagen histórica de Jesús de acuerdo a los
propios parámetros y criterios desconociendo, o al menos sesgándose, a la
verdad de su divinidad. En su obra “Imágenes deformadas de Jesús” el
teólogo jesuita francés Bernard Sesboüé, expone algunas de ellas. La
historia nos ha mostrado, y sigue haciéndolo, de qué formas el mensaje de
Salvación es utilizado con fines populitas, prebendarios, que no solo
confunden a las mayorías sino que se las aprovecha para alcanzar glorias o
éxitos particulares.
Los cristos particularistas no se condicen con el Cristo camino, verdad y
vida que profesa la Iglesia, y es por esto que la fidelidad a la Iglesia por él
fundada y conservada a lo largo de los siglos resulta ser la forma más
exacta de reconocer a Jesús como nuestra única y gran verdad “en la
Iglesia que somos nosotros, en la Iglesia que vive animada por el Espíritu
1
San Hilario, De Synodis 61
Santo y cuya cabeza indefectible es Cristo, el Se￱or” 2 . Quien ha hecho de su
vida una opción única por Jesucristo hijo de Dios y Dios-entre-nosotros
(Emmanuel) puede y debe con sus palabras y obras (cfr. Benedicto XVI,
“Porta Fidei”) ser testimonio de su Pascua y del encuentro con el
resucitado.-
2 Siervo de Dios, Cardenal Eduardo Pironio, “﾿Quién eres, Señor?, Agape libros, Buenos Aies, 2008.
pp56”