V Semana de Pascua.
Miércoles
a.- Hch. 15, 1-6: Controversia en Antioquia.
Toda apertura a la novedad, crea sentimientos de incertidumbre, pero al mismo
tiempo el miedo lleva a fortalecer los deseos de integrismo. Es lo que sucedió a la
Iglesia de Antioquia, donde algunos judíos venidos de Jerusalén vinieron a exigir la
práctica de las prescripciones mosaicas, como condición para la salvación. Todo
esto es resultado del impacto que causó en la comunidad la apertura de la Iglesia a
los gentiles, con la misión de Pablo y Bernabé y la visita de Pedro y conversión de
Cornelio y su familia a la fe. Fueron comisionados Pablo y Bernabé para ir a
consultar el asunto a los apóstoles en Jerusalén, dando origen al primer concilio,
que optó por la evangelización de todos los pueblos.
b.- Jn. 15,1-8: La vid y los sarmientos.
El evangelio nos presenta el segundo discurso de despedida de Jesús, usa la
imagen de la vid y los sarmientos, trata de las relaciones del Maestro con sus
discípulos y la función de la comunidad. Busca reforzar los lazos que Jesús ya
estableció en el capítulo precedente donde deja claro que quien lo ama cumplirá su
Palabra y la Trinidad hará morada en el alma del creyente (vv.4-5; cfr. Jn.14,23-
24). La imagen que usa Juan posee en el AT, una significación del Israel, la viña
que cuida el propio Yahvé, en el NT será Jesús quien cuide del nuevo pueblo de la
Alianza, la Iglesia. Esta metáfora de la viña en el AT, establece la relación de la viña
con la vid y la fecundidad (cfr.Is.5,1-7;Jr.2,21;Ez.15,1-6;19,10-14;Sal.80,9-15).
“Yo soy la vida verdadera” (v.1), es una auténtica revelaci￳n, Jesús como revelador
del Padre, es la verdad, con fundamento, frente a otras que pretenden serlo. Sólo
Él puede, como Hijo de Dios, designarse como la vida de los hombres. De alguna
manera Jesús ocupa ahora el lugar del pueblo de Israel, su venida pone fin al culto
en el templo de Jerusalén, como a la comunidad cultual israelita (cfr. Jn.2,13-22;
4,21-26; 8,31-59). De este modo la imagen de la vid adquiere una dimensión
cristológica, es decir fundada en Dios, que envía a su Hijo, y eclesial, los sarmientos
llamados a dar frutos abundantes. Israel no dio los frutos esperados, ahora se nos
enseña cómo conseguir los frutos (cfr. Is.5, 2-4). Se mencionan dos actividades:
cortar los sarmientos que no dan frutos y la poda de los buenos para que den más
frutos. Permanecer en Jesús apunta al juicio final, que forma parte de la fe en
Cristo, lo mismo que dar frutos. La comunidad y el individuo que dejan de vivir en
el amor y la fe serán cortados, de lo contrario, sólo deben esperar la poda, signo de
confianza de parte del viñador. Estar limpios o puros es la disposición necesaria
para dar frutos, más allá de otro tipo de pureza moral y ritual, el encuentro con la
palabra, pone al hombre en la disyuntiva de creer, conduce a la fe, a la vez que
purifica. Dar fruto más que logro humano, es obra del don de la fe, la iniciativa es
siempre de Jesús. Permanecer en Jesús viene a significar, confianza y lealtad
mutua, condición indispensable para dar frutos abundantes, al contrario, sin la
unión con la cepa el sarmiento no puede hacer absolutamente nada. Lo medular
del discurso está en la identificación que hace Jesús con la vid en su totalidad, vid y
sarmientos, son una sola cosa (v.5). Sólo la unión con ÉL asegura los frutos
deseados, la separación trae consigo la infecundidad radical, con lo que Juan alude
a la incredulidad, lo que lleva al juicio (vv. 2-10; cfr. Mt.5,13; 21,39). Permanecer
en Jesús se define por la oración que se hace de sus palabras si permanecen en los
creyentes y es obedecida, será escuchada. Concluye el discurso con la glorificación
del Padre que el Hijo le dará con su muerte y resurrección, así también es
glorificado por los frutos que lleven sus discípulos. La verdadera vida de los
hombres consiste en la unión con Jesús, realización de una existencia cristiana,
para mayor gloria de Dios.
En Cántico espiritual, Juan de la Cruz, habla de la viña florida, que precisamente da
frutos porque unida al Amado. La viña es el alma del creyente donde la vid
verdadera, Jesucristo, hace florecer las virtudes teologales y cardinales, todas
prontas en sus frutos, en las cuales se gozan el alma y su Amado. Comentando es
tos versos: “Cazadnos las raposas, Que está ya florida nuestra vi￱a”. El místico
escribe: “La vi￱a que aquí dice, es el plantel que está en esta santa alma de todas
las virtudes, las cuales le dan a ella vino de dulce sabor; esta viña del alma está
florida cuando según la voluntad está unida con el Esposo, y en el mismo Esposo
está deleitándose según todas estas virtudes juntas” (CB 16,4).
Padre Julio Gonzalez Carretti OCD