Encuentros con la Palabra
Sexto Domingo de Pascua – Ciclo A (Juan 14, 15-21)
“No los voy a dejar huérfanos”
Hermann Rodríguez Osorio, S.J.*
Hace ya unos años, leí en un periódico colombiano un mini cuento que se llamaba Un
minuto de silencio y decía: “Antes del encuentro de fútbol –graderías llenas, grandes
manchas humanas de colores movedizos– se pidió un minuto de silencio por cada uno de
los asesinados. El país permaneció 50 años en silencio".
En un editorial de la revista Theologica Xaveriana (Enero-Marzo de 2002), titulada « Ni
guerra santa, ni justicia infinita », se incluyó la declaración que hizo pública la Facultad de
Teología de la Pontificia Universidad Javeriana de Bogotá, con motivo del “vil asesinato
de Monseñor Isaías Duarte Cancino”, Arzobispo de Cali, asesinado por sus críticas a una
sociedad narcotizada y arrodillada ante el poder de los violentos. En uno de sus apartes,
esta declaraci￳n decía: “Y en medio del silencio en el que nos deja la consternaci￳n frente
a este magnicidio, creemos que es insoslayable preguntarnos en profundidad por las
complejas causas no sólo de este homicidio sino el de tantas colombianas y colombianos
que mueren de similar forma todos los días y que ya suman la aterradora cifra de 250.000
en los últimos diez a￱os”… han pasado 12 a￱os desde esta declaraci￳n… y el número de
los muertos ha seguido aumentando.
Cuando leí esta cifra me pregunté cuántas personas están heridas por la muerte violenta
de un ser querido en este país... Cada muerto ha dejado una familia entera herida...
padres, madres, hermanos hermanas, hijos, hijas... ¿Cuántos huérfanos ha dejado esta
guerra fratricida? ¿Cuántos huérfanos ha dejado la guerra entre palestinos e israelitas?
¿Cuántos huérfanos han dejado las guerras y la violencia en este mundo? ¿Cuántos
huérfanos más necesitamos para detener esta espiral de violencia que nos absorbe sin
compasión?
“Si ustedes me aman, obedecerán mis mandamientos. Y yo le pediré al Padre que les
mande otro Defensor, el Espíritu de la verdad, para que esté siempre con ustedes. Los
que son del mundo no lo pueden recibir, porque no lo ven ni lo conocen; pero ustedes lo
conocen, porque él permanece con ustedes y estará en ustedes. No los voy a dejar
huérfanos; volveré para estar con ustedes”, es lo que nos dice Jesús este domingo.
En la Escritura, los huérfanos casi siempre aparecen junto a las viudas y a los forasteros...
El Deuteronomio y los Profetas invitan, de una y otra forma, a hacer justicia a los
huérfanos, a las viudas y a los forasteros. Hoy también el Señor nos está pidiendo a
gritos, que hagamos justicia a tantos huérfanos que deja el conflicto armado; a las viudas
y a los desplazados que tienen que abandonar su tierra para proteger la propia vida y la
de sus seres queridos.
El Señor nos envía un Defensor y promete que no nos dejará huérfanos cuando se vaya;
esta promesa de Jesús nos compromete a hacer lo mismo hoy para aquellos que sufren
con las consecuencias de la guerra; tenemos que ser defensores del huérfano, de la viuda
y del forastero. Que el Espíritu de la verdad nos impulse a colaborar en la construcción de
un país en el que no tengamos que permanecer cincuenta años en silencio...
* Sacerdote jesuita, Decano académico de la Facultad de Teología de la Pontificia Universidad Javeriana – Bogotá
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