Palabra de Dios
para alimentar tu día
Fr. Nelson Medina F., O.P
Ciclo A, Tiempo de Pascua,
Domingo de la Semana No. 6
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Lecturas de la S. Biblia
Temas de las lecturas: Les imponían las manos y recibían el Espíritu Santo *
Aclamad al Señor, tierra entera. * Como era hombre, lo mataron; pero, como
poseía el Espíritu, fue devuelto a la vida * Yo le pediré al Padre que os dé otro
defensor
Textos para este día:
Hechos 8,5-8.14-17:
En aquellos días, Felipe bajo a la ciudad de Samaría y predicaba allí a Cristo. El
gentío escuchaba con aprobación lo que decía Felipe, porque habían oído hablar de
los signos que hacía, y los estaban viendo: de muchos poseídos salían los espíritus
inmundos lanzando gritos, y muchos paralíticos y lisiados se curaban. La ciudad se
lleno de alegría.
Cuando los apóstoles, que estaban en Jerusalén, se enteraron de que Samaría
había recibido la palabra de Dios, enviaron a Pedro y a Juan; ellos bajaron hasta allí
y oraron por los fieles, para que recibieran el Espíritu Santo; aún no había bajado
sobre ninguno, estaban sólo bautizados en el nombre del Señor Jesús. Entonces les
imponían las manos y recibían el Espíritu Santo.
Salmo 65:
Aclamad al Señor, tierra entera; / tocad en honor de su nombre, / cantad himnos a
su gloria. / Decid a Dios: "¡Qué temibles son tus obras!" R.
Que se postre ante ti la tierra entera, / que toquen en tu honor, / que toquen para
tu nombre. / Venid a ver las obras de Dios, / sus temibles proezas en favor de los
hombres. R.
Transformó el mar en tierra firme, / a pie atravesaron el río. / Alegrémonos con
Dios, / que con su poder gobierna eternamente. R.
Fieles de Dios, venid a escuchar, / os contaré lo que ha hecho conmigo. / Bendito
sea Dios, que no rechazó mi suplica / ni me retiró su favor. R.
1 Pedro 3,15-18:
Queridos hermanos: Glorificad en vuestros corazones a Cristo Señor y estad
siempre prontos para dar razón de vuestra esperanza a todo el que os la pidiere;
pero con mansedumbre y respeto y en buena conciencia, para que en aquello
mismo en que sois calumniados queden confundidos los que denigran vuestra
buena conducta en Cristo; que mejor es padecer haciendo el bien, si tal es la
voluntad de Dios, que padecer haciendo el mal. Porque también Cristo murió por
los pecados una vez para siempre: el inocente por los culpables, para conducirnos a
Dios. Como era hombre, lo mataron; pero, como poseía el Espíritu, fue devuelto a
la vida.
Juan 14,15-21:
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: "Si me amáis, guardaréis mis
mandamientos. Yo le pediré al Padre que os dé otro defensor, que esté siempre con
vosotros, el Espíritu de la verdad. El mundo no puede recibirlo, porque no lo ve ni lo
conoce; vosotros, en cambio, lo conocéis, porque vive con vosotros y está con
vosotros. No os dejaré huérfanos, volveré. Dentro de poco el mundo no me verá,
pero vosotros me veréis y viviréis, porque yo sigo viviendo. Entonces sabréis que
yo estoy con mi Padre, y vosotros conmigo y yo con vosotros. El que acepta mis
mandamientos y los guarda, ése me ama; al que me ama lo amará mi Padre, y yo
también lo amaré y me revelaré a él."
Homilía
Temas de las lecturas: Les imponían las manos y recibían el Espíritu Santo *
Aclamad al Señor, tierra entera. * Como era hombre, lo mataron; pero, como
poseía el Espíritu, fue devuelto a la vida * Yo le pediré al Padre que os dé otro
defensor
1. El Anuncio del Paráclito
1.1 A medida que el tiempo pascual va llegando a su consumación los textos
bíblicos que la Iglesia nos ofrece nos acercan más y más al misterio insondable y
bello del Espíritu Santo. Es el tema central de la primera lectura y el evangelio.
1.2 Entre tanto, la segunda lectura, del apóstol Pedro, continúa mostrándonos
facetas de lo que significa tener "vida nueva" y nos da pistas sobre cómo llevar a la
práctica la riqueza que hemos recibido con la fe y el bautismo. Cosa que es como
otro modo de hablar del Espíritu Santo, si lo pensamos bien, porque todo lo que se
diga de la vida cristiana es letra muerta o exigencia imposible, si no está Aquel que
es "vida de nuestra vida" y "alma del alma," es decir, el Espíritu de Dios.
1.3 En el caso de hoy, Pedro nos exhorta a defender lo que creemos, pero más que
con razones, las cuales son necesarias, con la mansedumbre, el respeto, incluso
diríamos, el amor hacia aquel que nos interpela. Cosa que tiene mucho sentido: no
se puede "defender" que uno es seguidor del Crucificado si no se tiene la
disposición de participar en algo de su dolor y humillación. Por eso leímos hoy: "es
mejor padecer haciendo el bien, si tal es la voluntad de Dios, que padecer haciendo
el mal."
2. "Recibieron el Espíritu Santo"
2.1 Volvamos a la primera lectura. Su punto central es la frase del final: "Pedro y
Juan les impusieron sus manos a los samaritanos, y ellos recibieron el Espíritu
Santo." Este gesto lo repite la Iglesia de manera formal, solemne y eficaz en el
sacramento de la confirmación. Como sucesor de los apóstoles, el obispo implora
sobre los ya bautizados la acción del Espíritu Santo, les impone las manos y ora
sobre ellos.
2.2 Es interesante destacar que los que recibieron la imposición de manos eran ya
creyentes, que habían recibido predicación y de los cuales incluso habían sido
expulsados demonios. Una vez bautizados, los apóstoles vienen como a confirmar y
llevar a plenitud la obra de la gracia a través de su ministerio particular. Esto
también se aplica al sacramento de la confirmación, al cual quizá no prestamos
usualmente la atención que merece.
2.3 Y también subrayemos adónde se dirigen los apóstoles: se trataba de "un
pueblo de Samaría." Por el relato bien conocido de la mujer samaritana sabemos
que había grande y mutua aversión entre judíos y samaritanos (véase Jn 4,9).
Todas esas barreras, que eran culturales y religiosas, quedan pronto superadas
cuando el amor divino toma posesión de los corazones. Inundados por la gracia que
viene de lo alto, ya poco interesan los egoísmos de corto vuelo que tantas veces
nos separan a los humanos. Así viene el Espíritu a reparar las brechas y sanar las
heridas de división entre los hombres.
3. "No los dejaré huérfanos..."
3.1 La compasión de Cristo no tiene límites. Lo demuestra una vez más el pasaje
evangélico que hemos escuchado hoy. A las puertas mismas de su dolorosísima
pasión, Nuestro Señor parece desatender su propia angustia, sólo preocupado por
lo que puedan vivir y tener que afrontar los suyos. Es admirable en grado sumo
esta capacidad suya para posponerse, para darse, para amar "hasta el extremo"
(Juan 13,1). Por eso les anima con palabras blandas y da el remedio antes de que
llegue la herida: "No los dejaré huérfanos," les dice.
3.2 Y la manera de reparar esa orfandad es doble: primero, que se amen unos a
otros; segundo, que reciban al "otro Paráclito." El primer Paráclito era Cristo mismo
que, puesto en medio de ellos, hacía lo que hace un asistente, ayudante, abogado,
apoyo, soporte, pues todas estas palabras ayudan a describir lo que significa el
término griego correspondiente. Ahora que Cristo se va, les enviará "otro" Paráclito,
a saber, el Espíritu Santo, que los preservará en el amor y hará posible que el
mismo Cristo se siga manifestando a ellos.