Martes 27 de Mayo de 2014. Martes 6ª semana de Pascua
Santoral: Agustín de Cantorbery, arzobispo, jefe de la expedición apostólica que
evangelizó a Inglaterra anglosajona.
Hechos 16,22-34 Cree en el Señor Jesús y te salvarás tú y tu familia
Al Salmo 137 responderemos: Señor, tu derecha me salva.
Si no me voy, no vendrá a ustedes el Defensor. San Juan 16,5-11 En aquel tiempo,
dijo Jesús a sus discípulos: Ahora me voy al que me envió, y ninguno de ustedes me
pregunta: ¿Adónde vas? Sino que, por haberles dicho esto, la tristeza les ha llenado el
corazón. Sin embargo, lo que les digo es la verdad: les conviene que yo me vaya; porque si
no me voy, no vendrá a ustedes el Defensor. En cambio, si me voy, les enviaré. Y cuando
venga, dejará convicto al mundo con la prueba de un pecado, de una justicia, de una
condena. De un pecado, porque no creen en mí; de una justicia, porque me voy al Padre, y
no me verán; de una condena, porque el Príncipe de este mundo está condenado.
Pensemos…
Hay muchos cristianos tristes, como los discípulos en este evangelio. La causa de
su tristeza es la eminente partida del Señor Jesús. Ellos no entendían lo que sucedía, pues
tenían sus ojos puestos en la tierra y no en Dios. Por Jesús les tiene que volver a explicar:
conviene que yo me vaya para que venga el Defensor, es decir, el Espíritu Santo.
Entonces…
El Papa Francisco nos ha dicho que el Espíritu es el gran desconocido. No porque se
esconda, sino porque nosotros ignoramos su presencia. Se hace necesario, pues, que
invoquemos al Espíritu. Qué llamemos al Espíritu para que en su fuerza entendamos el amor
de Dios que desde la cruz se hizo realidad en la Resurrección.
Jesús nos quiere animar y por eso tiene que irse para que venga el gran animador.
Por tanto, todos necesitamos del Espíritu para sentir la presencia de Dios y no
desanimarnos; para saber que el lugar de Jesús es junto al Padre y que ese Espíritu
demuestra la presencia del mal ya derrotado.
Permítanme finalizar con la siguiente reflexión: Un joven artista estaba
tratando de copiar una de las más hermosas pinturas del mundo, hecha por Rafael. Había
ido a Florencia a estudiarla, y luego se dedicó a copiar esta obra maestra.
Al terminar, el artista veía que había hecho una pintura hermosa, pero que no podía
en ninguna manera compararse con la excelencia del original. ¡Ah, si pudiera posesionarme
del espíritu de Rafael!, exclamó el joven, solo entonces podría pintar como el gran maestro.
Cuando aceptamos al Señor Jesucristo él nos da la ayuda del Espíritu Santo para
darnos la fortaleza que necesitamos para vivir y servirle según su voluntad.
Mientras más nos domine el Espíritu Santo en nuestra vida, tendremos más poder
para hacer de nuestra vida una obra maestra.
Que la Virgen Santísima nos acompañe y nos siga dando más fe. Amén.
Padre Marcelo
@padrerivas