Séptima Semana de Pascua
Miércoles
La oración del Buen Pastor (II)
Juan 17, 11b-19
“Cuida en tu nombre a los que me has dado”
(Continuación de ayer)
2. El contexto de la oración de Jesús
Es la noche víspera de la pascua, que es la fiesta de la luna llena, de manera
que el rostro de Jesús se ve resplandecer, bajo la luz intensa de la luna, en el
momento de su oración. Por el tono de sus palabras notamos su ternura y su
premura de buen pastor.
Y ese amor profundo y el sentido de responsabilidad que en diversas ocasiones
manifestó por sus discípulos (por ejemplo, en Juan 10,27-30, (A mis
ovejas...) Yo les doy vida eterna y no perecerán jamás, y nadie las
arrebatará de mi mano ”), se lo notamos también ahora en su oración con la
mirada clavada en el Padre quien es la fuente de su vida, de su misión, de su
amor capaz de ir hasta la entrega extrema.
Jesús ora en voz alta, quiere que también lo escuchen sus discípulos, les da
permiso para que conozcan su corazón orante, para que compartan su intensa
relación con el Padre y para que sepan qué es lo quiere de ellos. Jesús ora en
voz alta, para su oración se prolongue en nuestra propia oración.
Por esta razón la oración de Jesús en Juan 17 es una verdadera escuela de
oración que, además de “oración sacerdotal”, también podemos llamar: “la
oración del Buen Pastor”. Las ovejas “escuchan su voz” y lo siguen en sintonía
con su corazón, haciéndole eco en la historia a la voz, a las actitudes y a los
compromisos revelados en su oración.
3. Cómo ora Jesús
La oración de Jesús en Juan 17, se desarrolla en tres círculos concéntricos, que
son círculos relacionales: primero se centra en la persona y la misión de Jesús
con relación al Padre, luego en la relación de Jesús con los once discípulos que le
quedan -bajo la luz del amor del Padre-, y finalmente en la relación de Jesús y
su comunidad base con los discípulos que engrosarán la comunidad en los
tiempos futuros, entrando en la familia del Padre.
En cada etapa de la oración van entrando nuevos personajes, temas y súplicas
que
-acumulativamente- confluyen y se interrelacionan hasta crear un conjunto único
y tridimensional en el cual el mundo entero es releído desde el telón de fondo de
la obra salvífica de Dios. Y ahí dentro, cada uno de nosotros ocupa un lugar.
Observemos los tres movimientos de la oración de Jesús:
Juan 17,1-5: Jesús ora por su propia glorificación , de manera que pueda
llevar a cumplimiento la obra que inició con sus discípulos.
Juan 17,6-19: Jesús ora por la comunidad que ha formado (la que tiene al
frente).
o vv.6-10: Hace memoria de la tarea realizada hasta ese momento y el
hecho de haber sido acogido por sus discípulos.
o vv.11-19: Le pide al Padre que proteja en su nombre a los discípulos y
que los santifique en la verdad.
Juan 17, 20-26: Jesús ora por el futuro de la evangelización , por todos
los que creerán como respuesta a la predicación apostólica y finalmente por
las futuras comunidades cuya plenitud será su comunión de vida con el
Padre.
Cultivemos la semilla de la palabra en lo profundo del corazón
Sugerimos hacer por cuenta propia una primera lectura de todo el capítulo,
subrayando los imperativos, los términos cargados de sentido, las insistencias,
las personas de las que se habla, lo que está en pasado, en presente y en
futuro, y finalmente el orden -o “momentos”- en que se desarrolla la oración;
además, procurar “sentir” el texto, la fuerza de sus palabras y sus impulsos.
Padre Fidel Oñoro CJM