NO ESTAREMOS SOLOS
Padre Javier Leoz
--Podemos pensar que aquellos hombres a los que el Resucitado enviaba
por aquellos mundos de Dios eran distintos a nosotros, superhéroes,
revestidos de inmortalidad y con la suerte encima.
--Podemos pensar que todos, sin excepción, vestían el traje de la
perfección y que, por lo tanto, no tenían necesidad del Espíritu.
--Podemos pensar que, al ser tan tocados y elegidos por Dios, no existía
duda ni desesperanza, el pecado o la deserción.
1. Dos mil años después de aquel tiempo inaugurado por el Espíritu Santo, el
tiempo de la Iglesia, seguimos con las mismas luchas y con los mismos
condicionantes para vivir como testigos del Resucitado.
Unos quieren vivir esa experiencia al margen de la iglesia. La ven como algo
desfasado y cerrada en sí misma. Como que, hace tiempo, que dejó de escuchar
la voz del Espíritu que le llama a la renovación personal y comunitaria. Incluso,
el Papa, nos sorprendía con aquella afirmaci￳n: “prefiero una Iglesia accidentada
a una Iglesia enferma”.
Otros, aun siendo conscientes de sus limitaciones y traiciones al espíritu del
Evangelio, la queremos porque sabemos que si la Iglesia fuese perfecta y santa
al cien por cien….no tendríamos cabida en ella y, porque la sentimos tan
nuestra, trabajamos, ponemos la crucecita en nuestra declaración de la renta,
formamos parte diferentes grupos, movimiento o nos desvivimos hasta la
muerte por lo que es grande en ella: JESUCRISTO
2. Hoy, en Pentecostés, damos gracias a Dios por esta gran casa en la que todos
tenemos un sitio y algo que ofrecer y realizar: LA IGLESIA.
-Una iglesia que se hace fuerte e irrompible cuando siente y se agarra a la
COMUNION de hermanos en la misma fe y unidos por la misma esperanza
-Una iglesia que se lanza al futuro sin miedo alguno sabiendo que lleva entre
manos la mayor riqueza que el mundo puede esperar: EL EVANGELIO
-Una igle sia que habla sin tapujos, sin vergüenza y que, precisamente por ello,
su mensaje provocará chispas cuando puede más la sinrazón que el sentido
común, la banalidad de las cosas que la dignidad humana, el personalismo más
que lo comunitario, el cosmos más que el propio hombre.
-Una iglesia a la que no le importa mirar de reojo, pero con afán de superación,
a los orígenes de su nacimiento. En aquel alumbramiento la comunión de bienes
y el perdón, la fraternidad y la alegría, la valentía y la audacia para presentar a
Jesucristo….rompieron esquemas y tradiciones, corazones y modos de vida.
-Unos hombres y mujeres que llamaban la atención y que fueron formando
esa gran familia que ha llegado hasta nuestros días. ¿Por qué hoy nuestra iglesia
brilla más por el esplendor de su riqueza artística que por el estilo de vida que
muchos cristianos no llevamos dentro de ella?
--Pentecostés … a los cincuenta días entonces, y 2000 a￱os después, es un
soplo que nos viene bien para lanzarnos como iglesia a la conquista de ese
mundo tan duro para entender y comprender, vivir y amar las cosas de Dios.
--Pentecostés … con todo lo que la Iglesia ha sido y es, supone un abrir de par
en par la creatividad de todo creyente para que el mensaje de salvación de
Jesucristo no quede clavado en las cuatro paredes de una sacristía o adornando
la belleza de un templo.
--Pentecostés … con nuestras fatigas e incoherencias nos infunde aires nuevos
y bríos nuevos, ganas e ilusión, compañía y fortaleza, honestidad y
transparencia, vitalidad y ansias de conquistas para Dios.
3.- VIVIR SEGÚN EL ESPÍRITU SANTO
Vivir según el Espíritu Santo, es difícil.
Vivir con el Espíritu Santo, no lo es tanto.
Es bueno pensar que, El,
nos acompaña aunque no nos demos cuenta;
nos habla, aunque no lo escuchemos;
nos conduce, aunque acabemos eligiendo el camino contrario;
nos transforma, aunque pensemos que, todo, es obra nuestra.
VIVIR PENTECOSTÉS
es pedirle a Dios, que nos ayude a construir
la gran familia de la Iglesia
es orar a Dios, para sacar de cada uno lo mejor de nosotros mismos
es leer la Palabra y pensar: “esto lo dice Jesús para mí”
es comer la Eucaristía,
y sentir el milagro de la presencia real de Cristo
es rezar, y palpar –con escalofríos- el rostro de un Dios que nos ama.
¡PENTECOSTÉS ES EL DIOS INVISIBLE!
El Dios que camina hasta el día en que nos llame a su presencia
El Dios que nos da nuevos bríos e ilusiones
El Dios que nos levanta, cuando caemos
El Dios que nos une, cuando estamos dispersos
El Dios que nos atrae, cuando nos divorciamos de El
¡PENTECOSTÉS ES EL DIOS DE LA BRISA!
El Dios que nos rodea con su silencio
El Dios que nos indica con su consejo
El Dios que nos alza con su fortaleza
El Dios que nos hace grandes con su sabiduría
El Dios que nos hace felices con su entendimiento
El Dios que nos hace reflexivos con su santo temor
El Dios que nos hace comprometidos, con el don de piedad
El Dios que nos hace expertos, por el don de la ciencia
Pentecostés, entre otras cosas, es valorar, vivir,
comprender y estar orgullosos de
todo lo que nos prometió Jesús de Nazaret.
¿Cómo? Dejándonos guiar por su Espíritu.