II D OMINGO DE C UARESMA , C ICLO A
Padre Dr. Juan Pablo Esquivel
PRIMERA LECTURA
Vocación de Abrahamn, padre de] pueblo de Dios
Lectura del libro del Génesis 12, 1-4a
En aquellos días, el Señor dijo a Abrahám:
-«Sal de tu tierra y de la casa de tu padre, hacia la tierra que te mostraré.
Haré de ti un gran pueblo, te bendeciré, haré famoso tu nombre, y será una
bendición.
Bendeciré a los que te bendigan, maldeciré a los que te maldigan. Con tu nombre
se bendecirán todas las familias del mundo.»
Abraham marchó, como le había dicho el Señor.
Palabra de Dios.
Salmo responsorial
Sal 32, 4-5. 18-19. 20 y 22 (R.: 22)
R. Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros, como lo esperamos
de ti.
La palabra del Señor es sincera, y todas sus acciones son leales; él ama la justicia y
el derecho, y su misericordia llena la tierra. R.
Los ojos del Señor están puestos en sus fieles, en los que esperan en su
misericordia, para librar sus vidas de la muerte y reanimarlos en tiempo de
hambre. R.
Nosotros aguardamos al Señor: él es nuestro auxilio y escudo. Que tu misericordia,
Señor, venga sobre nosotros, como lo esperamos de ti. R.
SEGUNDA LECTURA
Dios nos llama y nos ilumina
Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a Timoteo 1, 8b-10
Querido hermano:
Toma parte en los duros trabajos del Evangelio, según la fuerza de Dios.
Él nos salvó y nos llamó a una vida santa, no por nuestros méritos, sino porque,
desde tiempo inmemorial, Dios dispuso darnos su gracia, por medio de Jesucristo; y
ahora, esa gracia se ha manifestado al aparecer nuestro Salvador Jesucristo, que
destruyó la muerte y sacó a la luz la vida inmortal, por medio del Evangelio.
Palabra de Dios.
Aleluya
En el esplendor de la nube se oyó la voz del Padre: «Éste es mi Hijo, el amado;
escuchadlo.»
EVANGELIO
Su rostro resplandecía como el sol
+ Lectura del santo evangelio según san Mateo 17, 1-9
En aquel tiempo, Jesús tomó consigo a Pedro, a Santiago y a su hermano Juan y se
los llevó aparte a una montaña alta.
Se transfiguró delante de ellos, y su rostro resplandecía como el sol, y sus vestidos
se volvieron blancos como la luz.
Y se les aparecieron Moisés y Elías conversando con él.
Pedro, entonces, tomó la palabra y dijo a Jesús:
-«Señor, ¡qué bien se está aquí! Si quieres, haré tres tiendas: una para ti, otra para
Moisés y otra para Elías.»
Todavía estaba hablando cuando una nube luminosa los cubrió con su sombra, y
una voz desde la nube decía:
-«Éste es mi Hijo, el amado, mi predilecto. Escuchadlo.»
Al oírlo, los discípulos cayeron de bruces, llenos de espanto.
Jesús se acercó y, tocándolos, les dijo:
-«Levantaos, no temáis.»
Al alzar los ojos, no vieron a nadie más que a Jesús, solo.
Cuando bajaban de la montaña, Jesús les mandó:
«No contéis a nadie la visión hasta que el Hijo del hombre resucite de entre los
muertos.»
Palabra del Señor.
D OMINGO II DE C UARESMA , ( CICLO “A”)
+ Evangelio de hoy: La trans-figuración : Jesús cambia de aspecto. No deja
de ser hombre ( nunca dejará de serlo); pero hoy su figura humana brilla
espléndidamente toda la gloria de su divinidad (porque tampoco nunca deja de ser
Dios).
+ Y esto ocurre frente a tres discípulos escogidos: Pedro, Santiago y Juan, en
lo alto de una montaña (lo cual nos remite a otra escena muy diversa: otro monte,
el de los olivos; otra noche, la de la Pasión, cuando después de la Última Cena fue a
prepararse con la oración para lo que iba a ocurrir: la llegada de su traidor amigo
Judas con los que iban a entregarlo preso).
Esta semejanza no es casual : no olvidemos que esta escena ocurre seis días
después del primer anuncio de su pasión.
+ El Rostro de Jesús brilla como el sol, y sus ropas como la luz más brillante. Y
junto a Él aparecen dos personajes del pasado: Moisés (“el autor” de la ley judía) y
Elías (el más portentoso de los profetas): ellos son como un “resumen” de todo el
Antiguo Testamento; de toda la Historia de la Salvación hasta Cristo (también ellos
para encontrarse con Dios, subieron a la montaña [Sinaí]; y también a ellos la
presencia de Dios los envolvió como una nube...
+ Así nos vamos dando cuenta de la intención del relato evangélico: este
Jesús, verdadero hombre, capaz de sentir que se muere de tristeza frente a su
Pasión, y a quienes sus discípulos han visto pasar hambre, sed, cansancios,
tristeza... este Jesús que fue tentado por el demonio (semejante a nosotros
también en esto!), que lloró, que será insultado, abofeteado, escupido, burlado,
coronado de espinas, clavado en la Cruz, y abandonado de sus amigos, es el que se
nos muestra hoy (a los 3 discípulos y a nosotros como verdadero Dios , lleno de la
gloria del Padre, Eterno y Todopoderoso... y atestiguado como tal por el A.T.
+ Una enseñanza clave del Evangelio de hoy: este Jesús que va a padecer y a
morir, es el mismísimo Hijo de Dios: No nos escandalicemos al verlo sufrir... y no
perdamos la fe en Él frente a nuestros propios sufrimientos ... porque para llegar a
la gloria eterna (“nuestra transfiguración!”) que Él quiere compartir con nos, el
camino pasa ineludiblemente por la Cruz... El Camino de Jesús, y el nuestro
también ... ese Camino difícil e incomprensible para una lógica que sea demasiado
humana; ese Camino que siempre nos cuesta recorrer... ese Camino del cual Pedro
no quiso oír hablar (“apártate de mí, satanás...”, le respondió Jesús [Mt.16,23]),
mientras los otros dos, los hermanos Santiago y Juan, solicitaban las más altas
dignidades (“uno a tu derecha y otro a tu izquierda”) ... Y sin embargo ¡Qué
admirable! los tres llegaron a comprender, finalmente, y ahora reinan para siempre
junto Cristo en el Cielo, y serán junto con Él nuestros jueces ... ¡Lo único definitivo
en nuestras vidas es esta Gloria eterna!... Pero éste es también el único camino ...
+ En la voz del Padre, que resuena durante la visión, se nos dice que este
Jesús, Hijo de Dios glorioso, es también el Servidor sufriente , que carga con
nuestros pecados y muere por nosotros. Seguir a Jesús por el camino de la Cruz es
hacerse servidor de todos los demás, es ser solidarios con todos, especialmente con
los más débiles y pecadores.
+ Con la transfiguración se nos desvela una de las constantes de la vida
humana: no hay vida sin muerte, ni gozo sin dolor, ni regeneración sin
destrucción... y ¡muchas veces todo junto! Mire c/u su propio corazón...
contemple junto con alegrías grandes y pequeñas, dolores también grandes y
pequeños.
No hay rosas sin espinas... Ni espinas sin rosas.
A veces la “niebla” de la vida nos hace perder de vista todo el panorama, y
nos sentimos perdidos, desorientados, desesperados y abandonados de Dios.
La transfiguración nos llama hoy a la Esperanza: nos dice que en el
camino hacia la transformación definitiva, nos precede Cristo, nos espera el Padre,
nos acompaña e impulsa el E.S.
+ La transfiguración nos concede una visión anticipada de la gloriosa
venida de Cristo , “que transfigurará nuestro cuerpo de humilde condición en un
cuerpo glorioso como el suyo” (Flp. 3,21).
Pero ella nos recuerda también que por el trabajo se va al descanso, y por la
muerte se pasa a la vida, y que “es necesario que pasemos por muchas
tribulaciones para entrar en el Reino de Dios” (Hech. 14,22).
Nos dice San Agustín: “Pedro no había comprendido eso cuando deseaba
quedarse allí en la montaña. Te ha reservado eso, oh Pedro para después de tu
muerte. Pero ahora, Él mismo dice: desciende para sufrir en la tierra, para servir en
la tierra, para ser despreciado y crucificado en la tierra. La Vida desciende para
hacerse matar; el Pan desciende para tener hambre; el Camino desciende para
fatigarse andando; La Fuente desciende para sentir sed; y tú ¿vas a negarte a
sufrir? (San Agustín, Sermón 78,6).
Hermanos: “El Se￱or ha tomado sobre Sí toda la debilidad de nuestra
condición; y si nos mantenemos en su amor, venceremos lo que Él venció y
recibiremos lo que prometi￳” (S. León Magno).
Amén