Viernes 06 de Junio de 2014 Viernes 7ª semana de Pascua
Santoral: Norberto
Hechos 25,13-21 Un difunto llamado Jesús, que Pablo sostiene que está vivo
Salmo responsorial: 102 El Señor puso en el cielo su trono.
Juan 21,15-19 Apacienta mis corderos, apacienta mis ovejas
Habiéndose aparecido Jesús a sus discípulos, después de comer con ellos, dice a Simón
Pedro: Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que éstos? Él le contestó: Sí, Señor, tú sabes
que te quiero. Jesús le dice: Apacienta mis corderos. Por segunda vez le pregunta: Simón,
hijo de Juan, ¿me amas? Él le contesta: Sí, Señor, tú sabes que te quiero. Él le dice:
Pastorea mis ovejas. Por tercera vez le pregunta: Simón, hijo de Juan, ¿me quieres? Se
entristeció Pedro de que le preguntara por tercera vez si lo quería y le contestó: Señor, tú
conoces todo, tú sabes que te quiero. Jesús le dice: Apacienta mis ovejas. Te lo aseguro:
cuando eras joven, tú mismo te ceñías e ibas adonde querías; pero, cuando seas viejo,
extenderás las manos, otro te ceñirá y te llevará adonde no quieras. Esto dijo aludiendo a la
muerte con que iba a dar gloria a Dios. Dicho esto, añadió: Sígueme.
Pensemos…
Que la alegría de la Resurrección debe ser vivida y anunciada. Es lo que llamamos
Kerigma y eso está en esta primera lectura de Hechos 25,13-21 Al que mataron Pablo lo
llama y afirma que está vivo. Y ese quien está vivo quiere que apacentemos a las ovejas
Entonces…
Observemos que en pascua está presente el evangelio de san Juan y la retomar el
tiempo ordinario encontramos a Marcos, luego Mateo y finalizamos con Lucas. Hoy el texto
del evangelio nos presenta el último encuentro de Cristo con sus discípulos. Donde la
ternura y el cariño dominan la escena. Es al final que llama a Pedro y le pregunta por tres
veces: "¿Me amas?" Para que luego le de Jesús la misión de cuidar las ovejas. Aquí lo
elemental no es saber, sino tener amor para pastorear las ovejas.
En el amor hay que vivir y del amor que se comparte. Después de comer con ellos
Jesús le dijo a Simón. Y le informa que lo que importa es el amor. Además, le notifica que
cuando eras joven, tú mismo te ceñías, e ibas adonde querías; pero cuando llegues a viejo,
extenderás tus manos y otro te ceñirá y te llevará adonde tú no quieras. Hay un antes y un
después. Cada quien recoge lo que siembra. Y ante todo Jesús invita a seguirlo.
Ese amor nos llama a actuar como actuaba Jesús. Toda la vida de Jesús era en el
amor. Amaba de verdad. Dio la vida por todos. Por esto no debemos “amar sólo de palabra,
sino dar la vida por nuestros hermanos” (1Jn 3,16-17)
Quien vive en el amor se hace amor y discípulo del verdadero amor.
Padre Marcelo
@padrerivas