Palabra de Dios
para alimentar tu día
Fr. Nelson Medina F., O.P
Tiempo Ordinario, Año Par,
Semana No. 10, Martes
-----------------------------------
Lecturas de la S. Biblia
Temas de las lecturas: La orza de harina no se vació, como lo había dicho el
Señor por medio de Elías * Haz brillar sobre nosotros, Señor, / la luz de tu rostro. *
Vosotros sois la luz del mundo
Textos para este día:
1 Reyes 17, 7-16:
En aquellos días, se secó el torrente donde se había escondido Elías, porque no
había llovido en la región.
Entonces el Señor dirigió la palabra a Elías: "Anda, vete a Sarepta de Fenicia a vivir
allí; yo mandaré a una viuda que te dé la comida."
Elías se puso en camino hacia Sarepta, y, al llegar a la puerta de la ciudad,
encontró allí a una viuda que recogía leña. La llamó y le dijo: "Por favor, tráeme un
poco de agua en un jarro para que beba."
Mientras iba a buscarla, le gritó: "Por favor, tráeme también en la mano un trozo
de pan."
Respondió ella: "Te juro por el Señor, tu Dios, que no tengo ni pan; me queda sólo
un puñado de harina en el cántaro y un poco de aceite en la alcuza. Ya ves que
estaba recogiendo un poco de leña. Voy a hacer un pan para mí y para mi hijo; nos
lo comeremos y luego moriremos."
Respondió Elías: "No temas. Anda, prepáralo como has dicho, pero primero hazme
a mí un panecillo y tráemelo; para ti y para tu hijo lo harás después.
Porque así dice el Señor, Dios de Israel: "La orza de harina no se vaciará, la alcuza
de aceite no se agotará, hasta el día en que el Señor envíe la lluvia sobre la
tierra.""
Ella se fue, hizo lo que le había dicho Elías, y comieron él, ella y su hijo.
Ni la orza de harina se vació, ni la alcuza de aceite se agotó, como lo había dicho el
Señor por medio de Elías.
Salmo 4:
Escúchame cuando te invoco, Dios, defensor mío; / tú que en el aprieto me diste
anchura, / ten piedad de mí y escucha mi oración. / Y vosotros, ¿hasta cuándo
ultrajaréis mi honor, / amaréis la falsedad y buscaréis el engaño? R.
Sabedlo: el Señor hizo milagros en mi favor, / y el Señor me escuchará cuando lo
invoque. / Temblad y no pequéis, / reflexionad en el silencio de vuestro lecho. R.
Hay muchos que dicen: "¿Quién nos hará ver la dicha, / si la luz de tu rostro ha
huido de nosotros?" / Pero tú, Señor, has puesto en mi corazón más alegría / que si
abundara en trigo y en vino. R.
Mateo 5, 13-16:
En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos: "Vosotros sois la sal de la tierra. Pero si
la sal se vuelve sosa, ¿con qué la salarán? No sirve más que para tirarla fuera y que
la pise la gente. Vosotros sois la luz del mundo. No se puede ocultar una ciudad
puesta en lo alto de un monte. Tampoco se enciende una vela para meterla debajo
de un celemín, sino para ponerla en el candelero y que alumbre a todos los de casa.
Alumbre así vuestra luz a los hombres, para que vean vuestras buenas obras y den
gloria a vuestro Padre que está en el cielo".
Homilía
Temas de las lecturas: La orza de harina no se vació, como lo había dicho el
Señor por medio de Elías * Haz brillar sobre nosotros, Señor, / la luz de tu rostro. *
Vosotros sois la luz del mundo
1. La fe llevada al extremo
1.1 La primera lectura nos presenta un testimonio eminente de lo que puede y lo
que logra la fe llevada al extremo.
1.2 En la Biblia, particularmente en el Antiguo Testamento, la viuda es la imagen
misma de la persona en necesidad, la que carece de recursos y de apoyos. Esto
precisamente es lo que viene a destacar el relato: quien carece de apoyos y avanza
apoyándose sólo en Dios muestra en ello una fe inmensa, y una fe así no quedará
sin respuesta.
1.3 La verdad es que no sabemos qué es peor, si no haber creído o creer sólo a
medias. La fe total logra victorias, la fe mediocre amontona dudas y fracasos. La
exigencia, aparentemente irracional, de Elías, empujó a aquella mujer a ese tipo de
fe, y así le dio la victoria.
2. La Sal de la tierra, la Luz del mundo
2.1 Jesús nos regala en el evangelio de hoy dos comparaciones fantásticas en su
fecundidad y de inmenso éxito en la predicación cristiana. ¿Quién no ha oído, quién
no recuerda las palabras que, otra vez hoy, nos llegan como el lamento de un
profeta o la esperanza de un poema?
2.2 Ahora bien, Jesús no habla de la sal, sin más, ni de la luz, sin más. Habla, más
que de dos cosas, de dos situaciones que quiere que sus discípulos eviten. No es
una comparación abstracta entre dos realidades terrenas y esa realidad de gracia
que es ser discípulo del Señor; más bien es una imagen viva, una imagen en
movimiento, de dos situaciones que los discípulos necesitan aprender a superar o
evitar.
2.3 No nos quedemos entonces con la "sal" y la "luz"; si vamos a dar nombre a las
cosas, el tema es "sal desabrida" y "luz ocultada". Los adjetivos calificativos son
importantes; son realmente básicos aquí, si queremos comprender el verdadero
alcance de la enseñanza de Nuestro Señor: sal "desabrida" y luz "ocultada".
2.4 Estos calificativos corresponden a sendos riesgos o tentaciones. Es fácil
contentarse con ser "sal" sin percatarse de que hace rato se ha perdido el sabor. Es
fácil y tentador deleitarse en el resplandor de la propia "luz" sin caer cuenta de que
ya no alumbramos realmente a nadie. Frente a estas posibilidades que nos seducen
en silencio se levanta la voz del profeta de Nazareth, porque no quiere que
durmamos porque se apagó nuestra luz o se disolvió nuestro sabor.