XI Semana del Tiempo Ordinario (Año Par)
Jueves
Lecturas bíblicas
a.- Eclo. 48,1-15: Elías fue arrebatado en el torbellino y Eliseo recibió dos
tercios de su espíritu.
b.- Mt. 6, 7-15: La oración del cristiano: el Padre Nuestro.
El Padre Nuestro es la oración cristiana por excelencia. Juan Bautista, había
enseñado a sus seguidores a orar, lo mismo piden los discípulos a Jesús (cfr. Lc.
11, 1-4). Padre nuestro que estás en los cielos (v.9) En el AT., Dios es llamado
padre de Israel, por ser su pueblo escogido, al que sacó de la esclavitud de Egipto y
que cuidó con entrañable amor (Cfr. Ex.3,13; 4,22; Os.11,1; Jr.31,9). Jesús, es el
único Hijo de Dios, sus discípulos participan de su filiación divina. De ahí que el
Padre nuestro, es la oración de los hijos de Dios. Jesús distingue entre el padre de
la tierra y del cielo, por lo mismo, está por encima de las cosas de la tierra. La
proximidad filial no pierde el profundo respeto. Santificado sea tu nombre (v.9).
En la Biblia, el Nombre de Dios es el mismo Dios; el nombre es idéntico a la
persona. Dios es el Tres veces Santo, el Santo por excelencia, el totalmente Otro,
trascendente. Dios trascendente se ha manifestado y revelado, por los profetas al
principio, luego por su Hijo. Es lo que pedimos al decir santificado sea tu nombre,
que no deje de revelarse, que cumpla sus promesas. Venga a nosotros tu reino
(v.10). Comienzan las peticiones a Dios. La predicación de Jesús se centra en el
Reino de Dios, es el nuevo orden de cosas, en el que sea reconocida, su soberanía
el cielo y la tierra nueva, donde sean vencidos los poderes contrarios a Dios. Es
Jesús, su Enviado que hace presente y operante este Reino de Dios entre los
hombres. Este Reino es actualidad y presencia con Jesús, en medio de la
comunidad apostólica y eclesial, se espera su manifestación en el futuro. Debe ser
la oración del discípulo: Dios debe manifestarse, ser Señor del mundo, perfeccionar
lo iniciado por Jesús de Nazaret. Que Dios reine se consigue, si se vive
profundamente en Dios, con una mirada de la fe, penetrar el mundo actual en su
realidad más dramática, pero también su belleza y armonía. Hágase tu voluntad
(v.10). Se pide que la voluntad de Dios, manifestada en Cristo, se cumpla en toda
la tierra así como el cielo. Dios cuida que su voluntad sea cumplida, si los hombres
abrazan dicha voluntad y hacerla suya. Cuando queremos lo que Dios quiere, el
reino de Dios se cumple en esta vida. El primer actor es Dios que nos introduce en
su reino, pero el hombre con sus facultades es invitada a hacer su voluntad para
que reine en su vida. El pan de cada día, dánosle hoy (v.11). Se pide a Dios
satisfacer las necesidades diarias, pero sobre todo se pide el pan del cielo, es decir
a Jesucristo, en su Palabra y en la Eucaristía. Dios conoce nuestras necesidades,
antes que se las pidamos. No pedimos más que el pan diario, lo indispensable para
la familia, muchos hoy no tienen ni siquiera lo básico. Petición del discípulo que
pone el reino de Dios primero que nada, confía que Dios le dará lo necesario para
vivir. Perdónanos nuestras deudas (v.12). Las deudas son los pecados o
culpas, que nosotros perdonamos porque nos han ofendido. Con Dios tenemos
deudas, porque agraciados por su amor, no hemos sido fieles a Él. Pero este perdón
que pedimos está condicionado al perdón que concedemos o no, a nuestros
deudores. No nos dejes caer en la tentación (v.13). La tentación se entiende
aquí como prueba, contrariedades de todo tipo. El hombre, según cómo reaccione
será juzgado por Dios Padre. Pedimos a Dios de librarnos de la apostasía, renegar
de la soberanía de Dios y perseverar en la fe hasta el final de nuestra vida
(cfr.Mt.24,41). Líbranos de mal (v.13). Se pide vernos libres de la influencia de
Satanás, de sus acechanzas. Para el cristiano la oración diaria es como el aire que
respira, es la vida del alma del discípulo, por lo tanto, esta petición, junto a esta
oración, hay que meditarla al orarla y contemplarla, al meditarla. La última
recomendación, una ley, mejor dicho, es que no podemos decir esta oración si no
estoy antes, reconciliado con el hermano.
S. Teresa de Jesús, “Cómo nos dáis en nombre de vuestro Padre todo lo que se
puede dar, pues queréis nos tenga por hijos… Pues en siendo Padre nos ha de
sufrir… hanos de sustentar como lo ha de hacer un tal Padre?“ (Camino 27,2).
Padre Julio Gonzalez Carretti OCD