XI Semana del Tiempo Ordinario (Año Par)
Martes
Lecturas bíblicas
a.- 1Re. 21,17-29: Has hecho pecar a Israel.
b.- Mt. 5, 43-48: Amad a vuestros enemigos y rogad por los que os
persigan.
En el evangelio se habla de amar y orar por los enemigos (v.43). Los judíos habían
escuchado: amarás a tu prójimo, pero odiarás a tu enemigo (v.43; cfr. Lv. 19, 17-
18; Jr. 15,15). Si bien uno de los mayores mandamientos era amar al prójimo, este
se entendía a otro miembro del pueblo de Israel. Más tarde se extendió al
extranjero que vivía en el país, pero con algunas reservas al respecto. Hacer el bien
a otra persona, más allá de lo mandado por la justicia. Para el antiguo Israel un
ataque a Israel era una ofensa a Yahvé, que era contestado en forma
irreconciliable. En ninguna parte sin embargo, se dice que se odie al prójimo, pero
al amar a Dios, se agregó, odiarás a tu prójimo como consecuencia natural. Jesús lo
que hace es poner de manifiesto lo que se oculta tras la práctica trasmitida por la
tradición, elimina la división entre amigos y enemigos, el discípulo no tiene
enemigos. Jesús no sólo amplía el concepto de prójimo a todo hombre, sino que
extiende el amor y la oración el enemigo (v.44). Para el que ama como Jesucristo,
no hay más que hermanos, hijos todos del mismo Padre Dios (cfr. Lc. 6, 27ss). No
debemos dejar de pensar el en el difamador, el vecino mal intencionado, el
envidioso. Jesús y sus discípulos cuando estaban juntos y después en su misión
evangelizadora lo experimentaron en vivo: orar por los que los persiguen y amara
los enemigos. Siempre tendrán que vencer el odio con amor, no responder con la
aversión, ni odio. La oración debe alcanzar a los que están más allá de los que
comparten nuestros mismos sentimientos, sino que debe ser amplia y generosa.
Por esta vía el cristianismo logró victorias sin violencia, con humildad y generoso
amor. El objetivo es llegar a ser hijos del Padre (v.45). Si el amor no se abre a
todos, no tiene mérito, enseña Jesús, lo mismo hacen los paganos, ¿qué mérito
tiene amar, a los que nos aman?, ¿dónde está lo extraordinario? (vv.46-47). Los
escribas y publicanos aman a los suyos, el cristiano deberá amar y saludar extender
su comunicación a todos los demás, porque su saludo es intercambio de la vida de
la gracia (cfr. 1Tes. 5,26). ¿Qué recompensa tendremos? El discípulo no se mueve
sólo por la recompensa, sino la actitud que Dios Padre tiene con nosotros, y que
debemos imitar. Quien vive de este amor, recibe su recompensa, la filiación divina,
cuanto más se vive en Dios, tanto más se hace todo por amor a ÉL (cfr. Mt.5,45).
“Sed, pues, perfectos, como es perfecto vuestro Padre celestial” (v.48; Mt.5,17). El
término perfecto, es sinónimo de justo, vivir la justicia, pero cuyo significado se
aplica a la pureza de la ofrenda en los sacrificios, es decir, la víctima. El hombre es
perfecto, cuando se entrega de corazón a Dios y cumple la ley. En cambio el
discípulo de Jesús será santo, si imita a Dios Padre, en su manera de pensar y
sentir, pero sobre todo desde el amor que es la manera de ser de Dios. Nace así el
afán de santidad en la tradición espiritual de la Iglesia que el mismo Dios suscita en
el corazón del creyente por el amor que infunde el Espíritu Santo. Así Jesús cumple
la ley de la gracia y del amor que tiende a la vida verdadera en Dios. Los santos
son el mejor testimonio de este amor divino que infunde vida.
S. Teresa de Jesús, nos invita a padecer los trabajos de la religi￳n: “Los que llegan
a la perfecci￳n, no piden al Se￱or los libre de los trabajos… ni de las persecuciones”
(Camino 38,1).
Padre Julio Gonzalez Carretti OCD