EL PAN DE VIDA
Homilía monseñor Juan Rubén Martínez, obispo de Posadas
para la solemnidad del Corpus Christi
(22 de junio de 2014)
En este domingo estamos celebrando “el Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo.
También queremos rezar especialmente por el 20 de junio celebrado, y pedir por las
necesidades de Nuestra Patria, para que en esta hora de la historia tengamos grandeza o
bien magnanimidad, para que todo lo que hagamos esté dirigido especialmente al
compromiso con el bien común. La referencia a la grandeza de espíritu y la magnanimidad
es clave, para cualquier instancia de “diálogo”, como instrumento indispensable de toda
construcción social, política y cultural, pueda ser eficaz. El 20 de junio rezamos
especialmente para que Dios bendiga nuestra Patria y podamos desde “la magnanimidad”,
superar todos los odios, divisiones, resentimientos y podamos construir una Patria de
hermanos.
En nuestra Di￳cesis desde hace algunos a￱os nos hemos dispuesto a celebrar “el
Corpus Christi”, con la relevancia que tiene que tener esta solemnidad. En los pueblos o
ciudades donde hay una sola Parroquia hemos buscado que haya un momento común de las
capillas para celebrar la Misa y procesión. En Posadas – Garupá estamos celebrando este
domingo la Misa y procesión como en años anteriores. Quiero subrayar que al celebrar tan
festivamente “el Corpus”, continuamos en la brecha de San Roque González y los
misioneros de las reducciones guaraníes hace 400 años en nuestra tierra colorada. Las
comunidades indígenas tenían una gran devoci￳n al “Cuerpo y Sangre del se￱or”. En aquel
entonces mientras se realizaba la procesión los indígenas traían sus instrumentos de trabajo,
plantas, ramas, animales para que fueran bendecidos con “el Corpus Christi”. Debo
agradecer al pueblo de Dios la creciente valoración y la alegría popular de nuestra liturgia,
donde miles de personas adoran al Cuerpo y Sangre del Señor.
El texto del Evangelio que leemos este domingo (Jn. 6,51-58), nos dice: “Yo soy el
pan bajado del cielo. El que coma de este pan vivirá eternamente, el pan que yo daré es mi
carne para la vida del mundo”. En la última cena el Se￱or instituye la eucaristía y desde
aquel momento los cristianos nos reunimos los domingos para celebrar la Misa: “El primer
día de la semana, cuando nos reunimos para partir el pan…” (Hch. 20,7).
La eucaristía es el momento culminante del amor, de la donación Pascual de
Jesucristo. Es aquello que expresa la necesidad de vivir en la caridad y sobre todo
practicarla. La comunión del pan y del vino, del Cuerpo y la Sangre, implican que nosotros
formamos un solo cuerpo: “…todos nosotros, aunque somos muchos, formamos un solo
Cuerpo, porque participamos de ese único pan” (1 Cor. 10,17). La caridad es el fundamento
del amor solidario tan necesario de asumir con coherencia en este tiempo en nuestra Patria
en que nos tocará en camino hacia el Congreso Eucarístico a celebrarse en Tucumán en
2016 y el bicentenario del 9 de julio, definir qué proyecto cultural, que País y Provincia
seremos en este siglo XXI.
Desde la eucaristía “pan de vida” y fundamento de comprensi￳n del amor cristiano,
entendemos más profundamente el valor de la vida humana, de la familia, la justicia, el
trabajo como servicio y sobre todo la inclusión de los más pobres y marginados como
claves de todo proyecto cultural y de toda forma de proyección política, económica,
social…
Creo conveniente retomar el texto de “Navega mar adentro” que nos se￱ala: “En
nuestro País constituido mayoritariamente por bautizados, resulta escandaloso el
desconocimiento y, por lo mismo, la falta de vigencia de la Doctrina Social de la Iglesia.
Esta ignorancia e indiferencia permiten que no pocos hayan disociado la fe del modo de
conducirse cristianamente frente a los bienes materiales y a los contratos sociales de justicia
y solidaridad. La labor educativa de la Iglesia no puede hacer surgir una Patria más justa,
porque no ha logrado que los valores evangélicos se traduzcan en compromisos cotidianos”
(38).
El pan compartido en la eucaristía y celebrado en este domingo del “Corpus Christi”,
nos invita a poner en ejercicio la caridad y comprometer nuestras opciones cotidianas
sabiéndonos responsables del país, provincia y futuro que debemos construir.
¡Un saludo cercano y hasta el próximo domingo!
Mons. Juan Rubén Martínez, obispo de Posadas