XIII Semana del Tiempo Ordinario (Año Par)
Miércoles
Lecturas bíblicas
a.- Gn. 21, 5. 8-20: El hijo de la criada no recibirá la herencia con Isaac.
b.- Mt. 8, 28-34: Los endemoniados de Gadara.
El evangelio nos presenta el milagro de Jesús realizado a dos posesos en Gadara, al
sur del lago de Genesaret, tierra de paganos. Los demonios interpelan a Jesús:
“¿has venido aquí para atormentarnos antes de tiempo?” (v. 29), puesto que
según la mitología judía lo demonios serían atados y castigados al final de los
tiempos (cfr. Ap. 20, 2-3). El evangelista, en el fondo, nos quiere presentar a Jesús
entre los paganos. Con el centurión romano, a Jesús le fue bien, porque creyó en su
palabra, no así con los hombres de Gadara, porque ven al joven rabino, como un
peligro para sus intereses económicos, puesto que pierden la piara de cerdos con la
intervención de Jesús sobre los posesos. Es la lucha de Jesús contra el demonio,
pero además, contra el dolor, la enfermedad y la muerte (cfr. Mt. 4, 24; 9, 33-34;
12,12ss). Los demonios conocen a Jesús, y su nombre de Hijo de Dios, sienten
que son inferiores a ÉL, le están sujetos. Con su interpelación, a cerca del tiempo
en que serán atormentados, reconocen el fin de los tiempos, en que Dios interviene
a favor del hombre, poniendo término al domino de Satanás. Son los tiempos
mesiánicos, tiempos escatológicos, tiempos del Reino de Dios. Pero el fin de los
tiempos, no había llegado, y por eso, vencidos por el poder de Dios, buscan otro
lugar donde vivir, salen de los hombres y van a los cerdos. Lo que significa que
todavía conservan cierto poder, ya que ahogan la piara de animales. Ha llegado la
hora en que comienza a ser vencido el poder de Satanás, no hay lugar para él en
un lugar donde ha entrado el poder salvífico de Dios. Liberarse del Satanás es el
triunfo de la salvación de Dios que siempre es más fuerte. El poder de Dios obra en
Jesús de Nazaret que en su persona, palabra y gestos libera al hombre de todo mal,
pero sobre todo con su muerte y resurrección. El cristiano y la comunidad eclesial
deben mostrar con su vida y conducta, que por la comunión con Cristo Jesús, y su
gracia ha vencido al maligno en su existencia y las manifestaciones del mal como la
mentira y el odio, injusticia y soberbia. El cristiano ha de ir de victoria en victoria,
porque Jesús venció con la fuerza del amor y de la vida, cruz y resurrección, a
Satanás para siempre.
S. Teresa de Jesús, al final del camino de la oración, donde las virtudes están bien
afianzadas, en especial, la humildad, compañera necesaria en todo este camino, y
el temor de Dios contra las acechanzas del demonio, hacen al cristiano fuerte como
un alcazar. “Diréisme que en qué veréis que tenéis estas dos virtudes tan grandes,
y tenéis razón, porque cosa muy cierta y determinada no la puede haber; porque
siéndolo de que tenemos amor lo estaremos de que estamos en gracia. Mas mirad,
hermanas, hay unas señales que parece los ciegos las ven, no están secretas:
aunque no queráis entenderlas, ellas dan voces que hacen mucho ruido, porque no
son muchos los que con perfección las tienen, y así se señalan más. ¡Cómo quien
no dice nada: amor y temor de Dios! Son dos castillos fuertes, desde donde se da
guerra al mundo y a los demonios.” (Camino 40,2).
Padre Julio Gonzalez Carretti OCD